Sonia Gandhi y el primer ministro Manmohan Singh. |
Lo que tanto se le critica a Kirchner, en la India se practica sin tanta controversia. Por ejemplo, Sonia Gandhi ganó las elecciones de 2004 y no asumió como primera ministra sino que dejó en su lugar a su suplente. Así se logró el triunfo de su partido, Congreso Nacional Indio. Sonia es italiana y ni siquiera habla bien la lengua hindi, pero lleva el apellido Gandhi por haberse casado con Rajiv Gandhi, hijo de Indira Gandhi. Ambos, Rajiv e Indira, fueron primeros ministros de la India y murieron asesinados.
Argenindia. Cuando en 2004 Sonia Gandhi explicaba públicamente que ella era la mejor candidata pero que el economista Manmohan Singh, quien quedó en su lugar y es actual primer ministro de India, era mucho mejor mandatario, me tocó estar en Nueva Delhi participando de un cónclave que organizó India Today, la revista de actualidad equivalente a Noticias de Argentina. Por entonces, me costaba comprender cómo alguien podía ser electo para un cargo que no iba a asumir sin que se generasen frustraciones entre sus electores, y menos aún hubiera podido imaginar que algo similar podría suceder en la Argentina cinco años después. El caso de Sonia Gandhi me lo explicaba desde la particular conformación social, económica, lingüística, religiosa y educativa de la India, que en algunos aspectos es una potencia mundial de avanzada pero en muchos otros sigue viviendo en la Edad Media.
Tampoco Indira Gandhi era Gandhi, sino Nehru: ella no era familiar del Mahatma Gandhi sino que era la hija del inicial primer ministro de la India independizada de Inglaterra en 1947, Jawaharlal Nehru. Indira era la “hija política” del Mahatma, de quien toma su apellido como una herencia política que se convirtió en una herramienta electoral desde 1966, cuando Indira sucede a su padre, hasta aún hoy. Tampoco Gandhi había sido bautizado Mahatma a su nacimiento; su nombre era Mohandas. Recién muchos años después recibió ese nombre de Rabindranath Tagore, el gran poeta indio y Premio Nobel de Literatura de la India, quien cuando fue nombrado Caballero del Imperio Británico rechazó el título. Tagore llamó a Gandhi como “Mahatma”, que en hindi quiere decir “alma grande”.
Sólo imágenes. Los discursos de los políticos o sus ideas expresadas en palabras son en la India aún menos importantes que en muchos otros países porque allí se hablan 15 idiomas oficiales y 845 dialectos, con diferencias tan enormes como entre el urdú del norte de la India, que se escribe de derecha a izquierda, el hindi, de izquierda a derecha, y el tamil de Madrás, de arriba hacia abajo. En ese contexto, los votantes dan mucha más importancia al lenguaje analógico de los gestos que al digital de las palabras. En la época del Mahatma Gandhi las muchedumbres que se juntaban para escucharlo no comprendían sus palabras pero el solo ver a su líder les producía una sensación de bienestar. Ese “recibir una corriente de influencia espiritual benéfica” tiene una palabra en hindi: darshan.
Al revés, Nehru, un abogado recibido en la Universidad de Cambridge que admiraba la ciencia y lo consternaba el exceso de misticismo de su pueblo, era un brillante orador. El 14 de agosto de 1947, cuando la India se independizó, bellamente dijo: “Hace muchos años concertamos una cita con el destino y ha llegado el momento de cumplir con nuestra promesa. A medianoche de hoy, cuando los hombres duerman, la India despertará a la vida y la libertad. Se aproxima el instante, un instante rara vez ofrecido por la historia, en que un pueblo sale del pasado para entrar en el futuro, que finaliza una época y el alma de una nación vuelve a encontrar su expresión”. Pero pocos escuchaban a Nehru en comparación con los muchos que adoraban al Mahatma, por lo que Indira pasó a llamarse Gandhi en lugar de Nehru, entre otras consideraciones por el bien del partido.
En algún sentido, se votaba a Gandhi para que gobernara Nehru, e Indira fue electa para sustituir a su padre en 1966 y gobernó su país hasta 1977. Nuevamente electa en 1980, fue asesinada en 1984, meses después de haber ganado otra reelección. Allí fue electo su hijo Rajiv Gandhi, quien fue asesinado durante la campaña para su reelección, en 1991. Así quedó al frente de la dinastía Sonia Ghandi (en realidad Sonia Maino), su viuda, una italiana que estudiaba en la Universidad de Cambridge, como Rajiv Gandhi y su abuelo Nehru.
El fin de semana pasado hubo nuevamente elecciones en India y volvió a ganar el partido Congreso Nacional Indio que preside Sonia Gandhi. Además, su hijo Rahul Gandhi, nieto de Indira y bisnieto de Nehru, electo parlamentario, fue la revelación de los comicios y promete continuar la saga.
Mark Twain decía que la India era “la madre de la historia y la abuela de la tradición”, casi todo había comenzado allí. Desgraciadamente, una parte quedó estancanda cerca de aquel comienzo porque dentro de un país que es una potencia conviven la mayor cantidad de pobres del mundo con varios cientos de millones de indigentes, analfabetos y desnutridos. Esa situación no les quita mérito a los notorios avances que ha hecho India desde que Mahatma Gandhi la condujo a su independencia, hace 61 años, un país que, con sus más de mil millones de habitantes que alimentar, es la mayor democracia del mundo (en China, con apenas 10% más de población, no hay elecciones libres).
Pero la Argentina no enfrentó las penurias materiales de India, la persistencia del colonialismo explícito hasta después de la Segunda Guerra Mundial, el conflictivo desmembramiento de su territorio con Pakistán y Bangladesh, sus guerras religiosas y hasta las divisiones lingüísticas, como para justificar que se precise encabezar las listas de candidatos con nombres “con arrastre” que luego no irán a asumir.
Strauss y el parentesco. Formas más usadas de primitivismo electoral son el usufructo del parentesco y los apellidos. Las listas de candidatos argentinos están superpobladas de esposas, hijos, hermanos y primos. En algunos casos buscando aumentar la cantidad de votos, en otras simplemente sumar a un incondicional.
Así como para Claude Lévi-Strauss, en Las estructuras elementales del parentesco, la prohibición del incesto fue el momento liminar en la constitución de la humanidad, probablemente las democracias inmaduras se transformen en adultas el día que en ellas resulte socialmente inaceptable el abuso de familiares de los políticos como candidatos.