COLUMNISTAS

La hija de Dios

Elisa quiere decir “la que Dios ayuda”. Es un nombre bíblico de la descendencia de Noé: Elisa es hija de Javán, hijo de Jafet. También significa “consagrada a Dios”. Su nombre podría haber resultado premonitorio o la profecía autocumplida hasta hace algunos años. Pero Dios no parece estar ayudando mucho a Elisa Carrió.

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Carrió se encuentra desde el domingo último cumpliendo reposo absoluto de diez días por prescripción médica a raíz de un problema en las cervicales.

 

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Elisa quiere decir “la que Dios ayuda”. Es un nombre bíblico de la descendencia de Noé: Elisa es hija de Javán, hijo de Jafet. También significa “consagrada a Dios”. Su nombre podría haber resultado premonitorio o la profecía autocumplida hasta hace algunos años. Pero Dios no parece estar ayudando mucho a Elisa Carrió, quien se encuentra desde el domingo último cumpliendo reposo absoluto de diez días por prescripción médica, a raíz de un problema en las cervicales. Tras la visita de un médico que la examinó en su casa, Carrió quedó recluida porque sufre fuertes contracturas que la dejan arrasada y no pocas veces al borde del desmayo.

Desde que regresó, el jueves 6 de agosto, de casi tres semanas de vacaciones en Disney, sólo se mostró en el programa de televisión A dos voces y en una conferencia de prensa. En ambos casos reflejó estar muy emocionada y a punto de llorar. Lucía como alguien muy presionado por su situación política.

El alto estrés en Carrió se refleja en su cuerpo. Su peso sería veinte kilos mayor que en 2007. Y su incontinencia oral no se limita a la comida, dicen que fuma mucho más, además de haberse inflado también sus declaraciones.

Ella percibe que no es su momento, que la gente prefiere ahora discursos menos confrontativos. Que fue en gran parte gracias a ella que lo peor del kirchnerismo quedó expuesto ante la sociedad. Pero tristemente comprueba que lo que sirvió para deconstruir al oficialismo puede no servir para construir su alternativa. Esa ingratitud social tiene consecuencias psicosomáticas en el cuerpo de Carrió.

Puede tener razón cuando sostiene que nunca votaría a Cobos por haber primero pactado con Néstor Kirchner, alejándose del radicalismo, para luego hacerle lo mismo a su esposa –la Presidenta– y volver como líder de la oposición. Puede tener razón al decir que no negocia con una banda de ladrones, y tantas otras afirmaciones contundentes que arroja prolíficamente. Pero es el cómo lo dice lo que la aleja aun de quienes comparten el fondo de sus dichos pero no las formas en que los expresa.

Tics psicosomáticos (como guiñar el ojo repetidamente) y otro tipo de huellas corporales son la punta del iceberg de una mujer a la que le tocó sola enfrentarse más que nadie a todos los males de la política de la última década.

Esa soledad no le permite contar con contención entre los suyos porque políticamente no tiene pares sino seguidores (como los groupies de los músicos), algunos de ellos inexpertos. Por sus muchas “horas de vuelo”, Patricia Bullrich es de las pocas que cumple esa función de freno, pero cuidando que no le suceda lo mismo que a Margarita Stolbizer.

Desequilibrio. Enfermedad es pérdida de armonía y trastorno de un orden hasta entonces equilibrado. En el libro La enfermedad como camino, los psicólogos alemanes Thorwald Dethlefsen y Rüdiger Dahlke escribieron: “Este libro es incómodo porque arrebata al ser humano el recurso de utilizar la enfermedad a modo de coartada para rehuir problemas pendientes. Nos proponemos demostrar que el enfermo no es víctima inocente de errores de la naturaleza, sino su propio verdugo”. Los síntomas se revelan como manifestaciones físicas de conflictos psíquicos, son “una señal que emite nuestro cuerpo cuando existe contradicción entre sus impulsos internos y lo que vive en el exterior, a fin de que su ‘dueño’ introduzca cambios en su vida”.

“Los procesos funcionales nunca tienen una explicación en sí, para interpretar una cosa hace falta un marco de referencia que se encuentre fuera del plano en que se manifiesta lo que se ha de interpretar”, agregan los doctores Dethlefsen y Dahlke.

No es la primera vez que Carrió refleja en su cuerpo el “mal-estar” que le genera la política. Primero las vacaciones y ahora el reposo obligado la sacaron justo a tiempo de una escena política donde se podría producir heridas, ésas sí, sin remedio.