ENCUESTAS. El Gobierno difundió que la imagen positiva de Cristina Kirchner aumentó siete puntos en enero. |
Ceo es uno de los dibujantes estrella de la desparecida y emblemática revista Humor. Abrió su
blog (www.retratosyretretes.blogspot.com), donde difunde “síndromes gráficos del acontecer
declinante”, como el que ilustra esta columna y viene perfectamente a cuento del tema que
paso a desarrollar.
Perón decía: “La única verdad es la realidad”. El constructivismo vino a explicar
después que lo real es aquello que es denominado real por un número suficientemente grande de
personas: la realidad es una convención interpersonal, y el kichnerismo, por carácter transitivo,
concluyó que la verdad es fabricable y el discurso –o relato– es la fuente de toda
realidad.
El miércoles se difundió que subió la imagen positiva de Cristina Kirchner siete puntos en
cuarenta días. Según la consultora de Ricardo Rouvier, pasó del 61% de imagen positiva al asumir,
el 10 de diciembre, al 68% el 27 de enero, superando ahora la imagen positiva de Scioli en la
provincia de Buenos Aires y muy holgadamente la de Macri en la Ciudad, donde el oficialismo perdió
dos elecciones en los últimos meses. El jueves se difundieron más autosugestiones positivas, esa
vez de la consultora Ibarómetro, que indica que seis de cada diez argentinos tienen una buena o muy
buena imagen de Cristina Kirchner y siete de cada diez piensan que la gestión de Cristina mejorará
el país.
“La profecía es la causa principal del acontecimiento profetizado”, decía Tomas
Hobbes, pero contrastan mucho los datos de esas encuestas con la percepción generalizada entre
analistas y políticos, que se dividen en considerar que la presidencia de Cristina Kirchner aún no
comenzó (muchas vacaciones) o que comenzó mal y sin la característica luna de miel inicial, en gran
parte por el desgaste que hereda del mandato anterior de su marido y las consecuencias que
produjeron las derivaciones judiciales en Estados Unidos del Valijagate, estallado a pocos días de
asumir.
El Valijagate es otro ejemplo del constructivismo radical que profesa el kichnerismo (aunque
su paroxismo son los datos oficiales del INDEC). Alberto Fernández, quien quizás haya leído La
realidad inventada, de Paul Watzlawick, llevando a la práctica la idea de que la realidad no se
encuentra fuera de quien observa sino dentro del observador y es construida por su propia
percepción, interpretó su reunión con el embajador de Estados Unidos, Earl Anthony Wayne, y luego
la de Cristina Kirchner, de la misma forma que los encuestadores que trabajan para el Gobierno
evalúan la imagen positiva de la Presidenta.
Para el Jefe de Gabinete, “el Gobierno entendió como una señal positiva el anuncio del
Departamento de Justicia de Estados Unidos sobre la declaración de culpabilidad de uno de los
venezolanos detenidos en Miami”.
Y demostrando que, como pregona el constructivismo: “Una explicación siempre es una
proposición que reformula o recrea las observaciones de un fenómeno en un sistema de conceptos
aceptables para un grupo de personas que comparten un criterio de validación”, se pudo leer
en algunas crónicas del encuentro: “No parece casualidad que el embajador haya vuelto a la
Casa Rosada una vez que la justicia de Miami trató con prudencia las sospechas contra el gobierno
argentino”, cuando en realidad lo que sucedió en el proceso abierto en EE.UU. fue una
catástrofe para los intereses de Chávez y Kirchner, ya que uno de los acusados, Moisés Maionica, se
declaró culpable al confesar que actuó bajo las órdenes del director de lo que sería la SIDE
venezolana. Ahora no es sólo Antonini quien decidió colaborar con el fiscal
“antiargentino” de Miami.
Ambas construcciones de la realidad (la imagen positiva de Cristina Kirchner crece y los
avances del juicio en Miami favorecen al Gobierno) lucen como resultado de la misma táctica: hacer
opuesto del opuesto. Como la imagen de Cristina no crece, mostrar que crece. Como el juicio en
Miami se complica, mostrar que la relación con Estados Unidos mejora. Y si los hechos son
inevitables, disimularlos y convertir en un triunfo que los Estados Unidos concedan el plácet como
embajador argentino a quien ya era cónsul en Nueva York, o que finalmente visite Buenos Aires Tom
Shannon, un viaje que incluye a varios países, que estaba previsto y sólo pospuesto casualmente
porque el gobierno argentino podría no recibirlo.
El embajador norteamericano hizo saber qué dijo en la Casa Rosada: “La causa no posee
un objetivo político”. Lo mismo había dicho hace un mes. Fue el Gobierno quien decidió
interpretar en enero como un “desagravio” lo mismo que en diciembre era una
“actitud hostil”.
La frase que mejor explica el concepto constructivista es de Gregory Bateson: “La
realidad es cosa de fe”. No existiría una realidad que estuviera allí sin depender de nuestra
voluntad y sería la intervención humana la que le otorgaría existencia. Querer creer algo muchas
veces tiene más peso que las evidencias que demuestran lo contrario.
Y Alberto Fernández podría agregar: no importan las cosas tal como son, sino cómo
aparecen.