MATRIARCADO. La presidenta electa junto a su madre Ofelia y su hermana Giselle (archivo). Cristina Kirchner decidió pasar la tarde de ayer junto a su familia de origen, en Olivos. |
Con Néstor Kirchner “hemos funcionado simbióticamente así siempre, en la vida, en nuestras carreras profesionales” (Cristina Kirchner, el jueves pasado).
En las relaciones parasitarias, una de las partes sale beneficiada mientras la otra es perjudicada. En las relaciones mutualistas, una de las partes sale beneficiada pero la otra no sale perjudicada. En las relaciones simbióticas, ambas partes –los simbiontes– salen beneficiadas.
En Psicología se habla de matrimonios simbióticos cuando ambos integrantes no pueden vivir el uno sin el otro y sienten a su pareja como parte de sí mismos. Convertidos casi en una sola persona, borran la frontera entre el yo y el otro al punto de, simbólicamente, ser los dos una sola carne.
Todos los seres humanos atravesamos por lo menos una fase simbiótica que va desde el nacimiento hasta los dos años de vida, cuando el bebé experimenta con la madre una única realidad y se genera una relación de mutua dependencia.
A la etapa simbiótica le sigue la narcisista, de los dos a los cuatro años, cuando el niño considera a los demás únicamente en función de cómo satisfacen sus necesidades.
Algunos psicólogos sostienen que tanto los matrimonios simbióticos como los narcisistas –ambos posesivos– suelen tener que ver con la intensidad del vínculo que sus integrantes hayan tenido con su madre en la primera infancia.
Cristina Elisabet Fernández de Kirchner estudió Psicología durante un año antes de cursar Abogacía, porque –dijo– “me obsesionaba saber los motivos profundos de los sucesos, el porqué de los acontecimientos y el proceder de los seres humanos” (del libro Reina Cristina, de Olga Wornat).
También ese libro cuenta que Cristina se crió en “un hogar matriarcal, con una figura dominante y avasalladora”. Su madre Ofelia hizo de madre y padre durante toda la infancia de la presidenta electa. Eduardo Fernández, su padre, recién se integró al hogar familiar al nacer la segunda hija del matrimonio, Giselle, nueve años menor que Cristina.
La tía paterna de Cristina le dijo a Wornat: “Mi hermano Eduardo era un buen hombre, un luchador, aunque nadie sepa mucho de su vida y su familia no lo mencione casi nada. Quería mucho a sus hijas y por ellas hizo todo lo que hizo y soportó todo. Con Ofelia tuvo un matrimonio difícil: ella era una mujer muy complicada y de carácter muy fuerte, en realidad vivían juntos pero estaban separados”.
El primer novio de Cristina, Raúl Cafferata, dijo de él: “Lo recuerdo como un tipo callado y distante. Como era chofer, tenía horarios muy distintos al resto de la familia, por eso nunca vi a los padres irse a dormir juntos, y eso que me quedaba hasta tarde. Con Giselle, que entonces era muy chiquita, era muy cariñoso. Con Cristina tenía poco diálogo y sin demostraciones de afecto”. Eduardo Fernández fue chofer de colectivos de la línea 3 que unía La Plata y City Bell, y con los años logró comprar varios colectivos y ser accionista de la empresa.
Cuando los Kirchner se casaron fueron a vivir a una casa que les prestó Eduardo Fernández en City Bell y Ofelia, la madre de Cristina, le consiguió a Néstor Kirchner su primer empleo en Rentas del Ministerio de Economía provincial, donde ella misma trabajaba. La omisión en la trama familiar a la figura paterna se atribuye a que él era “antiperonista y antimontonero”.
Quizá, por el contrario, un matrimonio simbiótico sea el ideal cuando dos compañeros que trabajan juntos por la misma causa logran encontrarse y compartir sus vidas.
La biología tiene una visión distinta que la psicología sobre la simbiosis. La mayor eminencia mundial en simbiosis es la profesora distinguida de la Universidad de Massachusetts Lynn Margulis, autora de múltiples libros como Qué es el sexo, Qué es la vida, Sobre la evolución de de la sexualidad humana, Microcosmos: cuatro millones de años de evolución, Recombinación genética, Planeta simbiótico y Simbiosis en la evolución celular. Margulis es la autora de la revolucionaria “Teoría de la simbiogénesis”, considerada por algunos biólogos como un perfeccionamiento de la teoría darwinista en la que la evolución de las especies no se daría sólo por lucha y competencia, sino también por cooperación, interacción y dependencia mutua entre organismos distintos: “Los organismos aparecidos por simbiosis serían variedades mejor adaptadas que superan la selección natural”.
Un ejemplo de asociación simbiótica son los líquenes, que a simple vista son un único individuo pero que componen un alga y un hongo. En palabras de Margulis: “Las simbiogénesis son el motor principal de la creación de variación en la evolución, más incluso que las mutaciones por azar”.
¿Estarán Néstor y Cristina Kirchner dando origen a una nueva especie de gobierno en la evolución política argentina? Original va a ser, más evolucionada se verá, pero ojalá así sea porque lo mejor para todos los argentinos es que la Presidenta electa ayer concluya con éxito los cuatro años que tiene por delante sean cuales fueren las causas de su desacostumbrada simbiosis con su predecesor.