COLUMNISTAS
Crisis y oficialismo

Macri y el tobogán

La crisis que atraviesa el Gobierno se transforma en una oportunidad para la oposición: ofrecerle al electorado una opción competitiva que enriquezca nuestra democracia.

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El gobierno debió reconciliarse con los referentes políticos de Cambiemos | Presidencia

La mesa chica que toma las decisiones políticas-electorales del gobierno nacional sufrió varios cortocircuitos en las últimas semanas. Idas y vueltas que tuvieron a dos facciones en permanente enfrentamiento. La grieta al interior del gabinete: el ala económica, tendiente a atacar el problema del déficit fiscal a toda costa y velocidad, encarnada en Peña-Quintana-Lopetegui; y el ala política, que personifican el dúo Frigerio-Monzó, propone metas más graduales, de corto plazo y que las negocia con el sector de la oposición que mejor se predispone para eso.

La lucha es cruel y es mucha y sus consecuencias están a la vista. En un principio el ala económica se impuso en detrimento del ministro del interior y del presidente de la Cámara Baja, lo que derivó en una tormenta económica que arrastró a la política: una imparable bicicleta financiera con una tasa de interés de 40%, una corrida cambiaria que liquidó más de 10 mil millones de dólares de reservas internacionales, el aumento de tarifas de servicios y el acuerdo con el FMI escurrieron lo que quedaba del capital político obtenido tras las elecciones de medio término.

La imagen positiva de Mauricio Macri y la aprobación de gestión del gobierno nacional pasan por su momento más delicado. Los números del balance de la gestión difieren por cuestiones metodológicas e ideológicas. Lo que nadie se atreve a discutir es que la popularidad del presidente está sobre un tobogán y que aún no pisó el arenero.

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Este combo forzó al gobierno a dar marcha atrás: se reconcilió con los referentes políticos y amplió el espacio a través de la incorporación de Ernesto Sanz, Gerardo Morales y Fernando Sánchez al círculo de discusión política.

En estos 2 años y medio el gobierno no sostuvo su popularidad por sus logros económicos sino por las buenas expectativas que generaron en un amplio sector social y es sabido que uno busca lleno de esperanzas el camino que los sueños prometieron a sus ansias. Hace 2 meses la reelección para muchos era un trámite. Hoy nadie la puede asegurar. Cuando las expectativas no se cristalizan, la amenaza es que se perciba como un amor que lo engañó.

Cualquier oficialismo corre con ventaja, va de suyo. Marca la agenda y cuenta con recursos propios de la gestión. El gobierno cuenta con una carta bajo la manga. La popularidad de María Eugenia Vidal está menos afectada que la de Mauricio Macri. En el gobierno analizan el menú de opciones: desde traccionar con su reelección bonaerense hasta acompañar al propio Macri en la fórmula presidencial.

La ventaja del oficialismo se agranda si la oposición se encuentra dispersa y atomizada. Pero el bolsillo de los argentinos está golpeado y la situación económica se convirtió en la principal preocupación, por encima de la inseguridad. El esquema de aumento de tarifas copó la escena. Macri antagonizó con Cristina Kirchner, no negoció con los legisladores más dúctiles y anticipó que, de aprobarse en el Congreso la propuesta de la oposición, la vetaría. Este error de cálculo del gobierno en torno al tema tarifas colocó los pilares para comenzar a reparar los puentes que estaban rotos entre los dirigentes del arco opositor. Así, la crisis que atraviesa el gobierno se transforma en una oportunidad para la oposición: ofrecerle al electorado una opción competitiva que enriquezca a nuestra democracia y que la alternancia estimule a pensar en un proyecto de país de largo plazo. De lo contrario la opinión pública volverá a maldecir y clamará que le robaron para siempre toda ilusión.

*Politólogo (UBA) – Analista político. Twitter: @UnConsultor