COLUMNISTAS
A 5 años de "Ni Una Menos"

Una consigna que unió sectores

En 2015, la muerte de Chiara Páez llevó a la calle a miles de mujeres de la Argentina para decir basta. Pese a ello, el número de hechos de violencia siguen con el pasar de los años.

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Chiara fue asesinada por su novio en 2015 | Cedoc Perfil

Hoy se conmemoran cinco años del surgimiento del movimiento Ni una menos en Argentina. Cinco años de un gran salto en pos de la dignidad de la mujer. Marchas, carteles, manifestaciones, discursos. Han pasado muchas cosas en estos cinco años. Pero, este aniversario de la primera manifestación de aquel ya lejano 2015, nos permite poner en primer plano lo fundamental: en la raíz de su nacimiento, Ni una menos tuvo una víctima con nombre y apellido: Chiara Páez.

Tuve oportunidad de entrevistar a Verónica Camargo, su mamá, a principios de año, con ocasión del trabajo en un manual de educación sexual para secundaria. Como psicóloga, he vivenciado el dolor muy de cerca, muchas veces. Distintas personas, de distintas edades, me han confiado sus heridas (además de haber experimentado las mías) y he podido tocar el sufrimiento de distintas maneras. Esa entrevista con Verónica fue una manera nueva, para mí, de acercarme al dolor: el diálogo que tuvimos me estremeció profundamente. Voz cálida; expresión de quien guarda mucho dolor, pero no rencor; decisión firme de trabajar para que a ninguna otra adolescente le pase lo mismo que a Chiari, como ella la nombra; corazón grande y en salida, dispuesto a ayudar a otras personas que han pasado por ese dolor inigualable de la pérdida de una hija o un hijo.

La violencia tiene múltiples manifestaciones. La violencia física es la más evidente (golpes, empujones, puños, en su extremo puede provocar la muerte). Luego, la violencia sexual, que vulnera la intimidad y la integridad en sus niveles más crueles. Pero, también existe una violencia más solapada, más “por goteo”, que va socavando la autoestima y deja a la víctima sin recursos para poder defenderse: la violencia psicológica, esa que poco a poco va disminuyendo a la otra persona haciéndole creer que no tiene valor, que menosprecia a través de comentarios negativos sobre la forma de ser, el cuerpo, los valores, las creencias.

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Advierten que aumentan los casos de femicidios salvajes y en la vía pública

Ni una menos fue una manifestación que unió al país y se expandió al mundo, que construyó desde distintas voces, colectividades y movimientos en un solo reclamo: el cese de la violencia contra la mujer y de los femicidios. Fue una consigna que unió sectores, que difuminó divisiones, que nos regaló la esperanza de que, si reclamábamos todos juntos, podíamos cambiar la realidad: pienso que todas las mujeres, ese día, nos sentimos identificadas con esa marcha y un poco más seguras. Sin embargo, cinco años después, la violencia sigue. Hemos avanzado, pero todavía falta.

Ni una menos fue una manifestación que unió al país y se expandió al mundo, que construyó desde distintas voces, colectividades y movimientos en un solo reclamo: el cese de la violencia contra la mujer y de los femicidios

Después de la gran unidad inicial, Ni una menos empezó a entrar en un laberinto: en 2016 y 17, surgieron algunas divisiones internas por cuestiones partidarias. Esa gran unidad inicial se resquebrajó, pero el reclamo social logró superar las tensiones y siguió sonando fuerte. Finalmente, en 2018 y 2019, Ni una menos entró en la pañuelización, una grieta cultural que divide al país y al superponer agendas, tiñó la marcha y el movimiento de un solo color.

Como símbolo de esta reducción, dejó afuera a la mamá de la víctima que dio origen a la movilización: Verónica declaró públicamente que ya no se sentía identificada con la marcha Ni una menos, porque Chiara estaba embarazada y ella no podía apoyar el aborto. Una consigna que era de todas, perdió fuerza en la división, la voz del reclamo de todas las mujeres se escondía en las proclamas de algunas.

"Ni Una Menos se convirtió en un nuevo Nunca Más": recuerdan la primera marcha contra la violencia machista

Este 3 de junio, fecha que a todas nos hace un eco especial, atravesados por una solidaridad más madura que emerge del sufrimiento de la pandemia, puede ser un día para que Ni una menos empiece a buscar una salida superadora de su laberinto, que se reencuentre con su identidad original, esa que nos unió a todas y todos, esa que comenzó a cambiar la historia en pos de un objetivo compartido: erradicar el machismo, terminar con los femicidios. Garantizar a cada mujer la posibilidad de llevar una vida segura, lejos de la violencia y los maltratos. Esa que nos empujó a soñar con una revolución cultural que abra las puertas a un mundo en el que cada mujer pueda caminar por la calle y por su hogar, segura de su dignidad. Un mundo en el que los lemas de las mujeres estén llenos de signos más, y no que tengan que seguir luchando por Ni una menos.