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DENUNCIAS, ACUSACIONES, TENIS

Patético

Hasta hace poco tiempo, pensaba que Maxwell Smart o James Bond eran personajes de ficción que nacieron ante la necesidad que Occidente tenía de bajar línea respecto de la Guerra Fría. Es más, por mucho que me simpatice el Superagente y patético me parezca el Agente 007, hace rato que los había dado de baja.

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Gonzalo Bonadeo |

Hasta hace poco tiempo, pensaba que Maxwell Smart o James Bond eran personajes de ficción que nacieron ante la necesidad que Occidente tenía de bajar línea respecto de la Guerra Fría. Es más, por mucho que me simpatice el Superagente y patético me parezca el Agente 007, hace rato que los había dado de baja. Es decir, no esperaba cruzarme en Nueva York con un fulano que estacionara su convertible rojo en cualquier lado sin que se lo llevara la grúa, ni se me ocurrió que en el viaje a Moscú de 2006 me sorprendería descubriendo a Sean Connery o a Roger Moore disfrazados de cosacos echando curiosos de la tumba de Lenin en la Plaza Roja. Sin embargo, una vez más, la realidad supera a la ficción.
Así como los últimos años expusieron el inusual poderío ruso en el mercado del fútbol –¿quién imaginaba que alguien como Roman Abramovich sería el dueño del Chelsea sin que Churchill quemara su tumba con el habano?–, este 2007 que languidece siembra todas las miserias del tenis en la tierra de Dostoievsky. De alguna manera, es un alivio para los argentinos: el siglo XXI nos puso como nunca antes en el mapa del primer mundo tenístico y nos expuso, según el establishment que lo conduce, como la Meca del doping. Ya se sabe: si los miles de millones de dólares que anualmente se invierten en dopar atletas están sólo destinados a los nuestros y si los cientos que se invierten para descubrir a los que se dopan sólo dan resultado en un puñado de deportistas argentinos, usted y yo vivimos en el país equivocado.
Hoy, las miserias del mercado de apuestas y hasta el envenenamiento a rivales vuelve a poner a los rusos como en los 60. A Nikolay Davydenko se lo acusa de haber ido para atrás contra Martín Vassallo Argüello en Polonia. Fue una historia curiosa, porque el ruso ganaba el partido y, aun con ese parcial a favor del candidato, la gente apostaba cientos de miles a favor del chico de Temperley. Por si no lo sabía, es tan amplia la línea de apuestas, que se puede jugar “on-line”; es decir que, aun con un set jugado, podés arriesgar qué pasara con los dos restantes. Davydenko perdió el segundo set y abandonó al comienzo del tercero por una presunta lesión. Esto es algo que sucede cientos de veces por año en un circuito tan exigente. Pero esta vez quedó bajo sospecha porque hubo muchos millones apostados a manos del argentino. Las apuestas se anularon y las casas de juego decidieron no pagar su deuda.
Algo así como reclamar las fichas que usted jugó al 17, sólo porque sospecha que el tirador le tiene bronca y calculó que la bolita cayera fuera del sector. Un mamarracho mafiosamente convalidado. Hace pocos días, un árbitro le pidió a Davydenko que se esforzara más, y su rival le preguntó por qué hacía tantas doble faltas. Patético.
De algo parecido se acusó a Charlie Berlocq por su derrota ante el inglés Richard Bloomfield en Wimbledon. Lo que nadie quiere aclarar es que, más allá del cariño y respeto que tengo por el chico de Chascomús, él no es candidato ante nadie si el partido se juega en césped, superficie en la que nunca antes había actuado. Feo, entonces, meter roña encima de alguien porque sí.
Hoy, el checo Jan Hernych dice que le ofrecieron ir para atrás en torneos disputados, casualmente, en Moscú y en San Petersburgo. Y el dobilsta alemán Alexander Waske denunció que en la última Copa Davis, su compañero Tommy Haas fue envenenado para que no pudiera jugar el último punto ante Rusia, obviamente en Moscú. Por las dudas, Haas viajó a Estados Unidos –donde efectivamente reside– para hacerse estudios que dictaminaran si fue o no intoxicado en esa ocasión. Supongo que habrá sido algo muy fuerte que le dieron, como para que quedaran rastros más de un mes más tarde. Yo, la verdad, me hubiera hecho los estudios al día siguiente. Creo que usted también. Y creo que Haas, también. La Federación Internacional de Tenis dijo que iniciará una investigación. La misma que la FIFA no realizo por el famoso bidón de Branco, episodio risueñamente reconocido por los responsables y debidamente festejado por nuestra imbecilidad.
Verdades o mentiras, las historias se acumulan día a día. Por lo general, la mayoría de los que aceptan este espanto dice que le ofrecieron plata para perder y que rechazaron la oferta. Aseguran que el contacto es siempre mediante un llamado a la habitación del hotel; es decir, sólo podríamos identificar una voz, ya que nunca vimos nada y, por cierto, jamás aceptamos la propuesta.
Por ahí, alguno señala que hay tenistas que, a sabiendas de que se les venía una suspensión, apostaron en su contra para recuperar el dinero que, luego, deberían devolver.
¿Nosotros, qué? Como siempre, testigos apasionadamente crédulos de algo que el negocio pone en duda. Porque, seamos francos, si tanto arreglo hay en el tenis, lo más lógico sería suspender a este deporte en el mercado de las apuestas hasta que algo se aclare. Sin embargo, ningún deporte da tantos partidos, con tantas figuras todos los días, como el tenis. Entonces, los mismos que lo ponen en duda, se aferran a él para mantener activo el negocio. Eso sí, si Federer o Nadal perdieran en su estreno del Masters, los acusarían de arreglo. Por ahí, zafan de pagar aquello que la mafia no quiere.