HEBE, DE ROJO, EN TRIBUNALES. Para Freud “el organismo sólo quiere morir a su manera”. |
Le atribuyen a un miembro de la Corte Suprema (no designado por este Gobierno) el decir que Kirchner tiene tres alternativas: reelección, cárcel o exilio. Sus más críticos hasta creen que la Presidenta se sintió proyectada en el discutible asilo político a Galvarino Apablaza Guerra.
La polarización entre reelección o, simbólicamente, muerte política (cárcel o exilio no son destinos definitivos pero no es muy fácil volver de ellos) representa bien el creciente ánimo de “a todo o nada” que caracteriza a Néstor Kirchner. Y que lo lleva, con la misma fuerza que acierta, a cometer errores que destruyen los avances de sus acciones positivas.
Sus grandes fracasos emanan de estirar sus propios aciertos. De extremarlos hasta lograr el efecto inverso al que hubiera conseguido de haberse mantenido en una dosis menor. Como el jugador compulsivo que, ganando, arriesga todo ante cada jugada hasta, inevitablemente, lograr perder. Lograr perder es distinto a perder. Lograrlo implica un deseo –aunque pueda ser inconsciente y desconocido para el deseante– autodestructivo, la llamada pulsión de muerte. Como Mefistófeles en el Fausto de Goethe, aquel que “acicatea, indomeñado, siempre hacia adelante”.
¿Tenía necesidad, cuando venía ganando ante la opinión pública su batalla contra Clarín con el Fútbol para Todos y la Ley de Medios, avanzar hasta derrapar con Fibertel? El Gobierno debería agradecerle al juez federal de La Plata Elvio Sagarra haber aceptado el amparo que impide que Fibertel deje de funcionar, porque si un millón de hogares y 4 millones de personas se quedaran sin banda ancha (dentro de los plazos del Gobierno, las telefónicas sólo podrían satisfacer a una minoría de ese total) perdería muchos votos más.
La marcha a favor de la Ley de Medios frente a Tribunales terminó siendo otro búmeran, porque escuchar a Hebe de Bonafini –habitada por una pulsión de muerte no inferior a la del ex presidente– proponer “tomar el Palacio de Tribunales” para “arrancarle a la Corte la decisión que es nuestra”, dejó en evidencia un comportamiento tan antidemocrático como el de los fascistas policías ecuatorianos. Hasta el propio Pérez Esquivel, en la columna que escribió para la edición de ayer sábado en PERFIL, tomando distancia de los dichos de Hebe pero con afecto hacia ella (“la quiero y la respeto”) advirtió: “Tenemos que aprender a respetar las instituciones para que no nos pase algo como lo que ocurrió en Ecuador”.
Todos los fenómenos vitales están sujetos a ciertos plazos. Freud escribió en Más allá del principio del placer que “todo ser vivo tiene que morir por causas internas”. Y en una de sus continuaciones, Las dos clases de pulsiones, repitió: “El organismo sólo quiere morir a su manera”.
Para Heidegger, el hombre es un “ser-para-la-muerte”. La característica más propia de la existencia es su fin y la vida y la muerte son dos extremos de un mismo proceso. Freud sostuvo el concepto de deslizamiento entre ambas pulsiones y el del erotismo de la muerte, heredados ambos de los animales inferiores que mueren al reproducirse.
Es probable que Néstor Kirchner desee elegir conscientemente su forma de muerte política. Que le sea más importante “morir en su ley” que vivir en otra que le resulte ajena. Sobran ejemplos de narcisismos así en el espectáculo, el deporte y casi todas las actividades que cuentan con alguna cuota de reconocimiento público. La comparación afectuosa y “disculpadora” de Hebe con Maradona fue una figura repetida esta última semana.
Una reflexión sobre Fibertel: la fusión de Cablevisión con Multicanal y sus derivados como Fibertel fue un abuso de Clarín. Pero la solución es más mercado, no menos. Ya en el siglo XVIII, Adam Smith explicaba que para que funcionara el mercado, el Estado debía intervenir dividiendo los monopolios, que son el antimercado. No tiene sentido que la Argentina destruya la costosa inversión en infraestructura de un millón de hogares con acceso a banda ancha, vía cablemodem. Lo que se debe hacer es, manteniendo la infraestructura, dividir la empresa proveedora de cable en varias, lo opuesto a lo que hizo Néstor Kirchner al autorizar la fusión en 2007.
Y al revés, si Estados Unidos puede solventar sólo tres canales de noticias; Brasil, dos y Chile, apenas uno, ¿alcanza la publicidad de la Argentina para que existan seis canales de noticias: America 24, Crónica, Canal 26, C5N, TN y C23? Y, peor aún, ¿tiene lógica que además ocupen el lugar principal del dial? Ya verá el lector con el tiempo cómo esas frecuencias terminarán siendo negociadas para canales de cualquier otra cosa: entretenimiento, música y hasta juego on line.