¿Por qué Cristina Kirchner sería la candidata del Frente para la Victoria en octubre, si en todas
las encuestas tiene menos intención de votos que su marido? La calidad de un análisis se mide por
la capacidad explicativa que tiene de la realidad y, en este caso, no sólo debe explicar las
ventajas –discutibles pero entendibles– que tendría para el oficialismo que ella
reemplace a su marido sino, y dado que para que eso suceda primero deberá ganar las elecciones,
antes de entrar en esas especulaciones debe explicar por qué el oficialismo estaría dispuesto a
correr riesgos electorales en octubre.
El acceso o no al ballottage se logra por unos pocos puntos de diferencia, y el 10% de mayor
intención de votos a Néstor que a Cristina Kirchner es, en política, una distancia sideral. El
desafío pasa, entonces, por explicar por qué el Frente para la Victoria es capaz de poner en riesgo
su continuidad en el poder para que Cristina sea presidenta.
Maximizar el beneficio y minimizar el riesgo es la regla de la teoría de la decisión, y con
esta premisa los economistas Harry Markowitz, William Sharpe y Merthon Miller, conocidos como
“los tres reyes magos” (después se verá por qué), ganaron el Premio Nobel en 1990 con
sus teorías sobre el control eficiente de la incertidumbre. En un primer trabajo, Portfolio
Selection, Markowitz propuso una fórmula matemática que maximice el beneficio a un determinado
nivel de riesgo o minimice el riesgo a un nivel de beneficio. Luego, Sharpe y Miller construyeron
un modelo de equilibrio económico general asumiendo que todas las personas se comportan como
Markowitz describe. Simplificadamente: el equilibrio entre riesgo y beneficio rige –y
permitiría predecir– el comportamiento humano. O dicho de otra manera: el riesgo tiene un
precio, y si bien no todos los seres humanos tienen aversión al riesgo, todos tienen aversión a las
pérdidas.
Los principios de rivalidad y exclusión que manejan la lógica de la competencia no son sólo
económicos sino también políticos. Por ejemplo: lo que hace Kirchner con la oposición no difiere de
lo que hace una megacorporación que abusa de su posición dominante para acercarse al monopolio y
eliminar la competencia (el mercado no funciona sin competencia, ni la democracia sin oposición).
Aplicando la fórmula de Markowitz habría que encontrar el punto de balance entre riesgo de
pérdida y expectativa de beneficio de: a) asegurar hoy la permanencia de un Kirchner en el poder;
b) el mayor beneficio que para Néstor Kirchner represente volver en 2011 que continuar en 2007; c)
el mayor riesgo que represente para Cristina Kirchner suceder a su marido en 2011 que en 2007.
Para lo cual hace falta describir el escenario probable; por ejemplo, que de 2007 a 2011 será
un período donde el modelo actual evidenciará sus imperfecciones generando turbulencias económicas
y políticas que consumirían la popularidad de Néstor Kirchner, haciendo tanto más difícil el
reemplazo de Cristina Kirchner por su marido en 2011 que hoy, y justifique el riesgo electoral
actual. Este razonamiento parte de una hipótesis discutible: que la pérdida de popularidad que
enfrentara el Kirchner que resultara presidente 2007-2011 no sería trasladable de Cristina a Néstor
Kirchner pero sí de Néstor a Cristina.
Una versión ampliada del escenario anterior es que los costos políticos que deberá pagar el
próximo presidente podrían ser de tal magnitud que hasta sería preferible para Néstor Kirchner
correr el riesgo de que ganase un opositor a que él mismo tuviera que agotar su popularidad en las
correcciones que habría que realizar. Algunos de los que imaginan este escenario quieren que Néstor
Kirchner sea reelecto no porque les guste el Presidente sino para que él mismo sea quien deba
enfrentar las consecuencias de su creación.
No pocos especulan con que Macri no apoyaría con mucha voluntad a ningún candidato opositor,
porque en el eventual caso de que ganase, se estaría creando su propio adversario para 2011. Otros
sostienen que Macri analiza quedarse dos períodos como jefe de la Ciudad y posponer sus
aspiraciones presidenciales hasta 2014: la edad se lo permite, y prefiere que gane un opositor
antes que tener que convivir con las presiones de Kirchner justo cuando le toca su primera
responsabilidad ejecutiva.
Otras perspectivas para analizar los motivos de Cristina presidente podrían encontrarse en
cuestiones de índole personal. Que Néstor y Cristina Kirchner hayan construido una sociedad
política entre iguales, donde Cristina exija hoy el cumplimiento de un pacto preestablecido de
alternancia de roles. O que el Presidente haya consumido sus reservas físicas y psicológicas en
estos cuatro desgastantes años de tarea, y no resista otros cuatro de presión similar sin un
período sabático.
Pero todas estas especulaciones parten de que los decisores son racionales y ni en política
ni en economía esto sucede. Vale aclarar que con la fama del Nobel, Harry Markowitz patrocinó un
fondo de inversión que años después soportó desastres financieros “impredecibles”.