Un gran periodista del grupo Perfil caracterizó en privado y de manera contundente la actual coyuntura política, institucional y socioeconómica: “Esto es un 2001 de baja intensidad”. En efecto, la reciente crisis turca puso en evidencia la fragilidad récord que la economía nacional muestra a los inversores.
Fue la agencia Bloomberg insospechada de kirchnerista la que advirtió acerca de la extrema vulnerabilidad de nuestra situación macroeconómica y, discretamente, recomendó a sus seguidores no entrar en el laberinto, o si ya lo hicieron, salir rápidamente de las posiciones en Argentina.
El gráfico que abre esta columna es bien elocuente: después de la desastrosa economía turca, hoy estallada, la argentina es la más vulnerable a la volatilidad de los flujos financieros internacionales, particularmente por su déficit insostenible combinado con un endeudamiento externo voraz.
La economía argentina, a los ojos de los inversores extranjeros (y muchos nacionales), se ve igual que la de Turquía pero, adicionalmente, en medio de una gran recesión económica que se prevé muy extendida y profunda, lo que abre el segundo capítulo que permite afirmar que estamos efectivamente en una situación crítica: el drama social creciente.
Recientes informes de CEPA, CESO y Cifra muestran ya que el nivel de destrucción de empleo en julio de este año duplica al del año anterior, al tiempo que la UCA, una consultora privada afín al Gobierno, ya advierte que la indigencia trepará al 10% de la población general y proyectando al 15% en los menores de 18 años. La indigencia es la línea del hambre liso y llano.
Una línea de pobreza para un hogar tipo de cuatro miembros supera hoy los $ 20 mil mensuales, el doble del salario mínimo legal recientemente actualizado, y por ejemplo, el promedio salarial del 34% de trabajadores informales y cuentapropistas no llega a $ 16 mil.
Los salarios, planes sociales, jubilaciones y pensiones se ajustan entre 5 y 10 puntos por debajo de la inflación prevista del 32% (en escenarios favorables), y la inflación de canasta alimentaria básica ya supera el 40% anualizado. O sea, un cuadro social calamitoso y que empeora cada día, a tal punto que el economista conservador Adolf Broda, en un ataque de humanismo tardío y con el cinismo que da la panza llena, recomienda “abrir comedores las 24 horas”.
Así las cosas, en este contexto socioeconómico se desató una nueva operación, denominada esta vez “Cuadernos K”, como es de norma, propalada con sagrada furia por el sistema de medios oficialistas (casi todos) y que tiene por objetivo central opacar la situación económica y social de deterioro galopante, quebrar la moral del adversario político y encarcelar a la principal líder opositora, que hoy encabeza la intención de voto. En efecto, Cristina Kirchner ya perforó el techo del 40% de intención de voto a nivel nacional y obtiene más de 10 puntos de ventaja sobre su principal competidor, que sigue siendo Mauricio Macri, que amenaza con caer ya por debajo del 30% de intención de voto y encapsularse en su núcleo duro del 25% del padrón nacional.
Las cartas están echadas, y este es el escenario realmente existente en el país. De cómo se resuelva dependerá el futuro de los argentinos. El país se encamina hacia una nueva crisis de deuda, default y desmoronamiento de su aparato productivo, sobre el paisaje habitual de una debacle social con desempleo, pobreza e indigencia récords; o, por el contrario, recomienza un ciclo de reconstrucción popular democrática que será extremadamente dificultoso (Macri ya arruinó al país) pero permite imaginar al menos algún futuro como sociedad integrada.
El año 2019 ofrece la oportunidad de resolver este dilema en elecciones libres y transparentes, sin proscripciones de ningún tipo.
Esperemos que finalmente sea ese el camino a transitar porque, para un segmento muy extenso de compatriotas, en especial los más jóvenes, si por algún motivo –cualquiera sea el esgrimido– se mutilara la posibilidad de elegir libremente su futuro gobierno, será vivido como una agresión intolerable.
*Director de Consultora Equis.