OPINIóN
GENERACIÓN GOOGLE

Universidad en tiempos de pandemia

Universidad de Buenos Aires. Cambios por la cuarentena.
Universidad de Buenos Aires. Cambios por la cuarentena. | cedoc

Miles de jóvenes iniciaban sus estudios universitarios con la motivación propia de una nueva etapa. Irrumpió el Covid-19, y con él, la necesidad forzosa de pasar de la modalidad presencial al formato de virtualidad total. Profesores y alumnos debimos modificar nuestro contrato pedagógico. Un mix de clases asincrónicas y sincrónicas, con la constante mediación de la tecnología. En medio de esa vorágine, nos dimos cuenta de que, por una cuestión generacional, los docentes debíamos en tiempo récord capacitarnos en TIC. Veníamos haciéndolo para educación semipresencial, posgrados y postítulos, pero no era suficiente para el salto que nos estaba pidiendo la realidad pandémica.

La sorpresa fue dar por sentado que nuestros alumnos, la llamada “Generación Google”, traía bagaje suficiente para afrontar la virtualidad. Solemos hablar en los primeros años de la universidad sobre dificultades que traen los estudiantes para las capacidades de lectura comprensiva, expresión escrita y oral, resolución de problemas, razonamiento analógico y hábitos de estudio, sin embargo, no registramos hasta el momento que los Millennials están muy entrenados para producir contenidos en redes sociales y como youtubers, pero aún tienen escasez de saberes previos en el uso de plataformas educativas.

El desafío para ellos es complejo. Deben modificar sus fines tecnológicos, autorregular sus estrategias de aprendizaje, aprender a monitorear su actividad, autogestionarse y organizarse. Este nuevo contexto los obliga a lograrlo a distancia y con encierro (que eleva los niveles de estrés y desciende las funciones ejecutivas cognitivas superiores de memoria, atención y concentración), sumado esto a la convivencia familiar 24 por siete que invade espacios físicos y simbólicos. Este escenario confronta todo lo que habían imaginado cuando decidieron esa carrera y esa universidad, cuando se inscribieron, recorrieron sus aulas y proyectaron largas charlas de estudio entre compañeros.

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Este espacio de encuentro y trabajo colaborativo se está dando en reuniones virtuales. Están personificando el perfil universitario con la ayuda de la maduración personal que esta crisis mundial les está dejando como enseñanza vital. A su vez, desarrollan la autorregulación de su aprendizaje a través de cada desempeño y propuesta pedagógica realizada, y el manejo de sus emociones va permitiendo que expresen de a poco todo su potencial cognitivo.

En la contracara tenemos aquellos que no están pudiendo salir airosos ante el cambio y las circunstancias actuales. Allí se produce la deserción: ese desertor de primer año de cualquier carrera universitaria que evaluaremos en un tiempo futuro con estadísticas confirmadas, pero se presume será elevado.

Esta semana recibí varios pedidos online de orientación vocacional: jóvenes que dicen haberse equivocado de carrera, pero al reevaluar esos procesos, vemos que el problema no está en la elección, sino en la dificultad de adaptarse al nuevo encuadre educativo.

En esta virtualidad total forzada estamos registrando que la continuidad y el éxito de los alumnos en gran medida depende del acompañamiento de los profesores y de los recursos de orientación que cada universidad ponga a su servicio. El asesoramiento académico personalizado y las tutorías universitarias cobran un protagonismo clave frente a tanta inestabilidad e incertidumbre del estudiante universitario recién iniciado.

 

*Profesora de la Escuela de Educación, Universidad Austral.