OPINIóN
geopolítica

Venezuela: ¿ahí vienen los… iraníes?

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Ante la profusión de comparaciones entre la Operación Gedeón y la invasión de Bahía de Cochinos, no es sorprendente que muchos analistas planteen la llegada de tanqueros iraníes a puertos venezolanos como una nueva “crisis de los misiles” de 1962. Quizás el principal paralelismo entre la situación actual y esos 13 días de tensión que mantuvieron al mundo al filo de un conflicto nuclear es que en una eventual mesa de negociación para resolver la crisis principalmente participarán las grandes potencias. Venezuela e Irán son solo actores secundarios en la disputa geopolítica entre Estados Unidos, Rusia y China, protagonistas decisivos en la crisis venezolana.

Los buques iraníes no llevan misiles nucleares que puedan alterar un equilibrio global, amenazar a los Estados Unidos o fortalecer una revolución. Transportan gasolina para aliviar brevemente la abatida economía de un país azotado por veinte años de políticas económicas erróneas y una crisis multidimensional. Irán no apunta a poner en jaque a los Estados Unidos –aunque sí a irritarlo y distraerlo– sino a percibir un ingreso por bienes y servicios (incluyendo la reactivación de la refinería Amuay) en medio de una profunda crisis económica, de sanciones internacionales y de una pandemia que acorralan al régimen. Ni Irán ni Venezuela están jugando el “gran juego estratégico”, sino solventando sus problemas económicos inmediatos, aprovechando su condición común de países sancionados y buscando prolongar su propia supervivencia.

El trasfondo de esta situación es una disputa geopolítica de alcance global. Crecen las alarmas en torno a la posibilidad de que los Estados Unidos aprovechen su despliegue naval en el Caribe para interceptar los buques iraníes, rompiendo con el derecho internacional y nutriendo el relato antiimperialista. Sin embargo, los costos políticos de una intervención pueden ser muy altos para una administración cuya popularidad ha descendido a raíz de los efectos de la pandemia y que, en plena campaña preelectoral, busca recuperar rápidamente su economía. En este marco una intervención no es totalmente descartable en aras de consolidar las posibilidades de reelección de Trump, pero para sus potenciales votantes el tema venezolano no es particularmente relevante.

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Rusia muestra ambigüedad en su política hacia Venezuela: vende los activos venezolanos de Rosneft a una subsidiaria para evitar las sanciones económicas de Washington, mientras que involucra a militares rusos en la represión a la Operación Gedeón y asiste operativamente a las fuerzas armadas bolivarianas. China no se desdice de su apoyo político al régimen de Maduro en función de las deudas pendientes y por los pagos en petróleo previstos para más de una década. A la vez, tanto Moscú como Pekín mantienen su apoyo al régimen en acciones coordinadas en los ámbitos multilaterales, como lo evidencia su frustrada iniciativa reciente en el marco del Consejo de Seguridad de la ONU.

Pese al carácter periférico de América Latina y el Caribe en el sistema internacional, las disputas geopolíticas de los actores extrarregionales cristalizan en Venezuela como epicentro, con radiación hacia el resto de la región, pero sin alcanzar a producir las reverberaciones estratégicas de la Guerra Fría. Entre otras razones, porque los actuales conflictos globales responden a condiciones más complejas, distintas de la bipolaridad ideológica y estratégica del pasado, pero no por ello de menor impacto en nuestra región.

*Analistas internacionales. Presidente y Director Ejecutivo del think tank Cries.