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Ventajas del cierre de empresas

Milei Temes
Javier Milei celebró el cierre de empresas para alentar la competitividad. | Pablo Temes

Se sabe que Murray Rothbard es el autor fetiche de Javier Milei. Lo que no se sabe es que Rothbard celebraba el cierre de empresas. “Las pérdidas empresariales son el mecanismo por el cual el mercado elimina a quienes emplean recursos de manera menos eficiente. Si una empresa no puede cubrir sus costos, ello indica que la sociedad valora más utilizar esos recursos en otro uso. La quiebra no es una falla del mercado, sino una de sus funciones disciplinaria”, sostuvo el prócer del mundo libertario en El hombre, la economía y el Estado. Rothbard advertía, de manera explícita y consistente, que la quiebra de compañías es saludable y necesaria en una economía de mercado. Por lo que ese colapso no debería interpretarse como un fenómeno negativo, sino como todo lo contrario: el final de una industria o de un comercio debe verse entonces como una señal de corrección que permite reasignar capital y trabajo, lo que deriva hacia una economía más productiva.

La bancarrota que deja un tendal de despidos y deudas, por lo tanto, no es concebida desde la filosofía del anarcocapitalismo como un fracaso ni como un error, sino como un mecanismo de aprendizaje purificador para el desarrollo de un país. Porque Rothbard pensaba que las pérdidas de puestos de trabajo que se producen con cada cierre de empresas, constituyen un daño menor detrás de un mecanismo virtuoso del capitalismo. Y, por esa razón, se mostraba totalmente en contra de una posible intervención estatal que buscara evitar la desaparición de una compañía. Para el autor más respetado y admirado por Milei, el salvataje gubernamental que pretendía contrarrestar el aumento del desempleo, en verdad impedía a la economía de la reasignación necesaria de recursos hacia productos y servicios más valorados por los consumidores.

Argentina se ha vuelto de esta manera, en un peligroso experimento de ciencias sociales y economía política viviente: la polémica tesis, que hasta hace poco solo era justificada por Rothbard en sus libros de teoría, ahora es defendido por Milei en la vida real.

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Esta semana, por caso, en un evento corporativo organizado por El Cronista Comercial, Milei demostró que leyó a Rothbard. “Cuántas veces escuchamos que si abrimos la economía, tal sector va a caer, o vamos a tener un tendal de desempleados. Falso –argumentó el Presidente–. Si ustedes abren la economía y un sector quiebra, es porque el bien que se está trayendo de afuera es de mejor calidad y/o más barato. Ese ahorro se va gastar en otro uso. Por lo que no se produce pérdida de empleo. Y como van a un sector que es más productivo, la economía gana en productividad. Además, como los individuos disponen de mayor cantidad de bienes, entonces son más felices. Eso sí, el empresario prebendario que quiere defender su prebenda y que quiere cazar en el zoológico, ese sí va a estar peor. La pregunta es de índole moral: ¿salvamos a un prebendario tiracoimas, que son coimas para políticos de otro tiempo? No. Porque le cortó la cabeza. Y tampoco coimas para los medios de comunicación que defienden esa posición inmunda, contra el resto de los argentinos”.

Pero, hasta el momento, nada bueno se deriva de la tesis de Rothbard defendida por Milei. Desde que se inició el mandato del presidente libertario, la cantidad de trabajadores registrados en Argentina retrocedió en 276.624 puestos. Según un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), publicado el mes pasado, entre noviembre de 2023 y agosto de 2025, el empleo formal cayó 2,81%, lo que equivale a más de 432 puestos menos por día desde que La Libertad Avanza llegó al poder. El documento titulado “Análisis de la dinámica laboral y empresarial”, muestra al sector público muy afectado, lo que cuadra con la promesa electoral de ajuste realizada por Milei y su motosierra de campaña, ya que el rubro “Administración pública, defensa y seguridad social obligatoria” presenta una pérdida de 86.982 trabajadores. No obstante, es el sector privado el que se ve más seriamente perjudicado, con 192.071 puestos perdidos, siendo los rubros “Construcción” (caída de 76.292), “Servicios de transporte y almacenamiento" (59.838) e "Industria manufacturera" (55.941), los más complicados.

Rothbard, el autor fetiche de Milei, celebraba la quiebra de empresas.

El CEPA es un instituto que se creó en 2012 con el objetivo de intervenir en los debates económicos complejos, elaborando informes, estudios y trabajos académicos con un alto nivel de rigurosidad técnica, que son confeccionados en base a aportes realizados por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y la Universidad Nacional de Rosario (UNR), la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), la Federación de Trabajadores de la Alimentación (FTIA), la Confederación de Sindicatos Industriales de la República Argentina (CSIRA), el Sindicato de Empleados y Obreros Textiles (SETIA), entre otros. Y en su último estudio la gravedad crisis se reflejó en la cantidad de empresas quebradas: entre noviembre de 2023 y agosto de 2025, el número de compañías con personal registrado cayó de 512.357 a 493.193, lo que explica un total de 19.164 firmas menos desde que asumió Milei. Ese dato confirma que casi 30 empresas cerraron por día desde que asumió La Libertad Avanza.

Por otra parte, la última encuesta de la Unión Industrial Argentina (UIA) también presentó una importante señal de alarma. El documento de la UIA mostró preocupación en el sector, con retrocesos simultáneos en actividad, empleo, abastecimiento e indicadores financieros. El Monitor de Desempeño Industrial (MDI), publicado el jueves último, cayó 5,2 puntos en la comparación interanual y también retrocedió frente al informe del mes anterior. Todos los sectores estudiados mostraron retrocesos frente a los relevamientos anteriores y entre los valores más bajos se encontraron Textiles, Metales y Calzado. Y, en el plano productivo, el deterioro volvió a reflejarse con fuerza: el 40,3% de las empresas disminuyó su nivel de producción frente al promedio del tercer trimestre, mientras que sólo el 21,3% lo aumentó. La incidencia de compañías con caídas creció respecto del relevamiento anterior y se amplió en comparación interanual: la mayoría de los sectores presentó un comportamiento contractivo.

El proceso nocivo que representa el industricidio para un país, ha sido analizado en profundidad por el surcoreano Ha-Joon Chang, uno de los autores más influyentes en temas de política industrial, desarrollo económico, o lo que el autor denomina, como una crítica al libre comercio temprano. En Cómo se destruyen industrias nacionales y qué significa para un país, el economista sostiene que los países menos desarrollados que intentan proteger su empleo, se ven perjudicados por los países más ricos, que se desarrollaron protegiendo sus industrias, y una vez que se hicieron fuertes, obligaron a los competidores a abrir sus mercados, destruyendo así sus industrias nacientes. Chang bautizó este paradigma como “patear la escalera”, que en los hechos promueve la desindustrialiación de los países en desarrollo.

El docente de la Universidad de Cambridge explica que una industria de un país periférico puede ser destruida por varios mecanismos, entre los que destaca: 1. Apertura comercial prematura, porque abrir la economía de manera indiscriminada expone a las industrias jóvenes a competir contra gigantes globales que ya son eficientes; 2. Desmantelamiento del Estado empresario, eliminar empresas públicas estratégicas en energía, acero, transporte, investigación, rompe cadenas productivas enteras; 3. Liberalización financiera excesiva, el ingreso de capital especulativo encarece la moneda, favorece las importaciones baratas y vuelve imposible competir exportando, lo que provoca una desindustrialización inducida por finanzas; y 4. Desprotección deliberada bajo presión internacional, bajas de aranceles, eliminación de subsidios, apertura indiscriminada. Son exactamente las mismas condiciones, hay que decirlo, que se evidencian por estas horas dramáticas para la industria argentina.

El autor muestra consecuencias estructurales que se repiten en casi todos los países que sufrieron estos procesos de “industricidio”. Es un círculo peligroso que comienza con una fuerte pérdida de empleos de alta productividad, ya que la industria es el sector que más trabajos calificados y semicalificados genera. Este fenómeno genera una mayor dependencia de importaciones, lo que provoca un déficit externo crónico y vulnerabilidad macroeconómica, que se traduce en presión sobre el dólar, devaluaciones recurrentes, inflación por pass-through y ciclos de deuda. Por último, sin puestos de trabajo y en medio de una crisis financiera, empieza a caer el salario promedio, aumenta la informalidad y se disparan desigualdades sociales. Se trata de un paradigma que deja al país condenado a la primarización de las exportaciones, lo que en Argentina se explica por las ventas de soja, minerales, petróleo y alimentos o commodities baratos. Es una realidad que Chang describe como “reprimarización forzada” y pérdida de soberanía por la dependencia de financiamiento externo e importación de tecnología.

La Argentina está entrando velozmente en esta peligrosa espiral. Pero las alarmas no se encienden en el Gobierno. En cambio, el oficialismo apuesta por una conflictiva reforma laboral, que será discutida en la próximas sesiones extraordinarias del Congreso, y no se inquieta por la evidente destrucción del empleo. Para Milei, el cierre de empresas no es un problema: es una virtud.