por Redacción Perfil
XIAN, China. ¿Se debe o no exhumar al primer emperador de
China? El debate, abierto hace ya mucho, fue puesto de nuevo en el tapete por la intervención de un
conocido economista, que reactivó el enfrentamiento entre científicos y promotores del
turismo.
"Las enseñanzas culturales que aportará la exploración de la tumba
de Qinshi Huang superarán las de las pirámides de Egipto", proclamó a fines del año pasado
el economista Zhang Wuchang, de la Universidad de Hong Kong.
"No lanzar las excavaciones equivale a no tener nada",
sostuvo, desatando reacciones en cadena en internet y los comentarios, según la agencia Nueva
China, de más de 240.000 personas.
Uno de los argumentos de Zhang es que la apertura de la tumba -una de las 2.200 que habría en
región- permitiría duplicar el torrente turístico de Xian, la antigua capital imperial de China,
situada en la provincia pobre de Shaanxi (norte).
Un torrente ya importante desde el fabuloso descubrimiento, en 1974, del ejército de arcilla
de Qinshi Huang: cientos de imágenes de tamaño natural de combatientes, caballos y carros,
enterrados junto con el fundador de la dinastía Qin (221-207 antes de Cristo).
Los responsables locales atraerían mucho más turistas proponiendo nuevos sitios, ya sea el
tumba del primer emperador de china o los numerosos mausoleos de representantes de dinastías
posteriores, inviolados desde hace siglos, incluso milenios.
"Este tipo de razonamiento es uno de los grandes problemas de la China de hoy", protesta Duan
Qingbo, jefe de trabajos en el mausoleo de Qinshi Huang. "Muchos responsables sólo piensan en beneficios y les importa un
bledo la ciencia", estima.
En su opinión, y en el de cierto número de científicos, China no tiene actualmente los medios
tecnológicos para desarrollar un tal proyecto, garantizando que sabrá preservar los descubrimientos
súbitamente expuestos después de siglos de entierro.
La reciente historia china no escatima en cuanto a ejemplos de excavaciones milagrosas que
terminaron siendo catástrofes. "Los arqueólogos chinos han malogrando numerosos objetos porque las
excavaciones no fueron realizadas correctamente", sostiene.
"Incluso la pintura de los guerreros de arcilla cocida desapareció cuando fueron expuestos al
aire. Si debemos cavar, es necesario estar seguros de podremos salvaguardar los descubrimientos",
subraya.
Por el momento, la opinión de los abogados de la prudencia es el que predomina, pero las
técnicas evoluciones y la situación podría cambiar", estima Wu Xiaocong, responsable de un enclave
de la dinastía Han.
Muchos tesoros podrían ser exhumados entonces. Si se da crédito a los trazos escritos, uno de
los emperadores sepultados en la región, Gaozong, habría sido enterrado con sus bienes más
preciosos: pinturas, sedas, lacas, cerámicas, objetos de oro y de plata, y el mismo descansaría en
un ataúd de jade, que se supone lo iba a preservar de la descomposición.
Producido por la Redacción de Perfil