por Redacción Perfil
Diversas actividades me habían mantenido alejado de los diarios, la radio y la televisión hasta
las 19, cuando prendí la televisión para interiorizarme del terremoto que puso a Chile un paso más
cerca de su desaparición, de su hundimiento en las salvajes aguas del Pacífico.
Vi escenas y relatos en TN, Crónica, Telesur, la BBC, CNN. En la Televisión Pública (Canal 7)
daban una película en el ciclo Cine de siempre. Más tarde, el noticiero mostró algunas imágenes, se
refirió al terremoto en Salta (opacado por su hermano transcordillerano), un señor se preguntó por
los partidos futbolísticos previstos en los estadios chilenos para las próximas fechas de la Copa
Libertadores y un movilero (cuyo apellido me sonó de épocas más desdichadas) se comunicó
telefónicamente para informar que, yendo (por tierra, claro) rumbo a Chile, podía constatar que la
ruta no se había quebrado, pero que había piedras en el camino.
Una vez que el noticiero hubo terminado su lacónica cobertura, la Televisión Pública comenzó
a irradiar los importantes pormenores de la Fiesta del Sol durante la cual iba a elegirse la Reina
de la Batata o alguna otra delicia semejante.
Como no se trataba de la elección de Miss Universo (ni mucho menos), dudo de que las
candidatas tuvieran que ejercitar su conciencia cívica, en cuyo caso se habrían encontrado en un
aprieto colosal al tener que compatibilizar algún pensamiento solidario en un contexto tan ruinoso.
Supongo que los responsables de la programación de la Televisión Pública tal vez atravesaran
idéntica contradicción. Aunque los monotemáticos discursos fijados en un punto inmóvil de obsesión
(ya Clarín, ya Macri) no parecen dejar espacio (real-virtual) para el examen del propio imaginario.
Producido por la Redacción de Perfil