María Victoria López estudió Bellas Artes en la Universidad Nacional de Rosario. En 2002 junto a sus dos hermanas, Virginia y Soledad, iniciaron un proyecto cuyo origen se asentó en el saber de su abuela paterna Adelia, quien les había enseñado a las tres a tejer bajo la sombra del gomero en los veranos santafesinos.
Con el tiempo cada una partió a su profesión y ‘Las López’ entró en letargo durante muchos años. Hasta que Victoria, radicada en La Cumbre, donde eligió armar su proyecto familiar, retomó aquel saber ancestral.
–¿Cuál es la impronta con la que retomás el proyecto de Las López?
–Quise conservar el nombre por una cuestión afectiva, pero le di una nueva impronta con mis diseños y trabajando con lo local. Empecé a investigar qué había acá y a experimentar con los materiales y las lanas, buscando tejedoras, hilanderas. Eso en cuanto a la manera de producir. En cuanto a los diseños, empecé sólo con telar y hace dos años incorporé las prendas de algodón.
–¿De dónde son los insumos con los que trabajás?
–Soy santafesina, del norte, conozco y trabajé en la industria algodonera y traigo el algodón desde el Chaco. Uno es de una cooperativa que hace algodón agroecológico y la otra es una cooperativa que, si bien no es agroecológica, trabaja con algodón puro y está hecho con unas máquinas de tejido antiguo. Por otro lado, las lanas son de la Pampa de Olaen, son lanas de oveja criolla y de llama, no tienen ningún tipo de teñido, son 100% naturales.
–¿Y los colores de algunas de las prendas?
–Son las prendas de algodón; están teñidas con tintes naturales también. Con romerillo, eucalipto medicinal y corteza de eucalipto común.
–¿Cuál es la gama de colores de la nueva colección?
–Va desde el crudo, el amarillo mostaza, beige, verde y gris.
–¿Cuántas colecciones presentás por año?
–Dos. Una para invierno y otra para verano.
–¿Cuántas personas involucra el proyecto?
–Somos nueve en total, entre tejedoras, hilanderas, la persona que tiñe y la diseñadora. Todas de la zona de Punilla.
–Exponés las prendas en La Cigarra, tu espacio de arte; ¿tenés otro canal de ventas?
–Sí, además de La Cigarra y la tienda online Las López.
–¿Y las ventas vienen bien?
–Entre los dos canales se sostiene. En invierno, no hay tanto turismo acá y vendo más por el canal online; a los tejidos les va muy bien en invierno, que es su fuerte. Y en el verano baja bastante la venta online, pero hay más turismo, entonces voy compensando.
–¿De dónde son tus clientes?
–Mayormente son turistas; si bien tengo algunos clientes, trabajo mucho con turistas de Buenos Aires, Rosario, Santa Fe y Córdoba capital.
–¿Cómo es el proceso creativo a la hora de diseñar las colecciones?
–Por un lado, tengo prendas que sé que funcionan, por ejemplo, mantones. Es una prenda que a la gente le encanta, es práctica, sirve, se usa, así que esa prenda siempre está. Después, lo que hago es tratar de pensar una idea, las formas y los colores que quiero para esa colección. Y dibujo. Soy artista plástica, o sea que mis ideas se transforman en dibujos rápidamente. Y hago familias de productos alrededor de un diseño. Lo mismo me pasa con los colores, voy armando familias con colores. También tengo en cuenta el equilibrio que debe tener una colección.
Las prendas se tienen que combinar, también hay que pensar en los talles; yo tengo por lo general dos talles que son cuatro en realidad porque son prendas holgadas que se adaptan.
–¿Qué cantidad de prendas tiene la nueva colección?
–Unas 35 prendas más o menos.
–En el cierre del lanzamiento de la nueva colección aludiste a la comunidad de mujeres que has armado alrededor de Las López.
–Sí, se fue armando como una red, yo trato siempre de mantener a la gente conmigo; y está bueno que esa relación se mantenga en el tiempo. Y para eso la persona necesita tener trabajo constante, entonces trato de darle siempre trabajo a las mismas tejedoras. Y se forma una relación donde ellas me entienden y yo las entiendo a ellas. Entonces es más fácil trabajar y hacer un producto que a mí me guste y donde ellas también se sientan cómodas.
MARÍA VICTORIA LÓPEZ. Aprendió a tejer en su infancia, en ronda de mujeres con tías, hermanas y su abuela, rodeadas de naturaleza.