Antonio Hugo Seguí es muchísimo más que esos hombrecitos que apuran el paso desde el lienzo y que matizan con su humor inconfundible una fuerte crítica social.
Pintor, escultor e ilustrador, Seguí se ha convertido en un referente indiscutible del arte latinoamericano.
Está radicado en Francia desde hace más de 60 años, cuando el pintor argentino Antonio Berni le ofreció su taller para que diera sus primeros pasos en la Ciudad de las Luces y París lo atrapó para siempre.
El pintor, nacido en Córdoba en 1934 y autor también de la saga La Familia Urbana -ubicada en distintos puntos de nuestra ciudad-, acaba de recibir la vacuna contra el Covid-19 y desde la casa en la que vive con Clelia Taricco, dialogó con PERFIL CÓRDOBA.
—¿Cómo estás?
—Estoy bien, ahora encerraditos por un mes más. Acá se han complicado mucho las cosas, estamos esperando una tercera ola, que nadie sabe muy bien qué quiere decir pero está ahí, latente. Ayer hubo 33 mil casos de contagios y los hospitales están agotados. Pero el jueves tuve la suerte de ponerme la vacuna, que no es una garantía pero sí cierta tranquilidad.
—¿Cómo vienen allá con la vacunación?
—Me parece que está medio desarreglado porque están vacunando desde mediados de enero y recién han vacunado a cinco millones. Pero nosotros la pedimos la semana pasada y nos dieron turno para el domingo, no pude ir, me lo pasaron para el jueves siguiente y muy gentilmente me atendieron enseguida. Luego me hicieron descansar un rato y me dieron un certificado. Se supone que ahora para viajar al extranjero vamos a tener que llevar este comprobante de que uno ha sido vacunado.
—¿Cómo transitaste el año pasado de pandemia, fue muy difícil?
—Muy difícil no, porque seguí haciendo la vida que hago siempre, en mi casa, trabajando. Nos privamos de salir a algunos restaurantes que frecuentamos o alguna escapada a la ópera o al teatro; pero lo pasamos bastante bien porque tengo mi taller que es bastante amplio, al lado tengo el jardín y la casa. Es decir que hemos estado en nuestro pequeño medio y ha seguido siendo exactamente lo mismo. Con menos gente porque no invitamos a muchos amigos, que es algo que nos gusta hacer, pero al margen de eso, seguimos haciendo nuestra vida y ejercitando nuestra paciencia para que esto pase lo más rápido posible.
—¿En qué proyectos estuviste el año pasado?
—El año pasado tenía dos o tres exposiciones que se fueron suspendiendo, aunque algunas se abrieron, como por ejemplo una en París que estaba proyectada para marzo y abrieron en septiembre, pero duró nada más que cinco días. Tenía también una exposición grande en Suiza para abril, pero por supuesto no se va a hacer; la hemos suspendido sin saber cuándo se va a poder realizar. Y en mayo tengo la presentación de un libro que acabo de ilustrar. Entre tanto hay que seguir trabajando, tener obra, hacer nuevos proyectos y seguir activos. Se supone que una vez que toda la gente esté vacunada va a haber un cambio. Pero este mes no se va a salir a la calle.
—¿En qué estás trabajando ahora?
—Hago lo que puedo. Estoy haciendo una serie totalmente distinta, que había empezado para la exposición en Suiza y voy a seguir en esa dirección. También tengo dos o tres libros para ilustrar y eso ya me ocupa lo suficiente como para pasar este tembladeral.
—En relación a tus ‘hombrecitos’ decís que la ciudad de tu infancia estuvo siempre poblada de hombres y que casi no había mujeres en las calles y que tu obra reflejaba eso. ¿Eso sería distinto hoy?
—Yo hago referencia a las cosas que me dejaron las memorias de mi infancia. Efectivamente, cuando yo era chico en Córdoba las señoras salían muy poco, la ciudad era una ciudad de hombres, eran muy pocas las mujeres que salían a la calle. Todo eso ha cambiado muchísimo y hoy es totalmente distinta la relación de la ciudad con la mujer. La mujer participa de la vida social tan activamente como el hombre. Cuando hacía esa referencia, sobre los personajes que invaden las ciudades, era a partir de eso: la mujer no estaba tan presente porque la ciudad pertenecía a los hombres.
—¿Cómo ves hoy el arte en Córdoba?
—No quisiera dar una opinión precipitada, porque no estoy muy al corriente de lo que pasa en Córdoba en este momento.
—¿Cuándo fue la última vez que estuviste por aquí?
—Hace dos semanas. Voy todos los años. Paso febrero y parte de marzo en Argentina. Me reparto entre Córdoba y Buenos Aires. Me gusta mucho la playa, entonces generalmente pasamos 20 días en Punta del Este, pero este año no pudimos.
–¿Los libros que estás ilustrando son de poetas?
—Generalmente sí, son poetas. Ahora voy a presentar uno de Tita Reut, una poeta francesa, que ha hecho una edición especial de 20 ejemplares que tienen tres dibujos originales y acuarelados en cada libro. Me gusta mucho hacer eso.
—Has tenido muchos amigos poetas, Benedetti...
—Sí. A Mario Benedetti lo conocí en Cuba, después lo he visto en Uruguay y luego nos hemos visto varias veces en diferentes lugares. Con él también hice un libro, sobre un pasaje que había en París en esa época.
—Tenés un vínculo muy fuerte con la literatura.
—Sí, me gusta mucho. Para mí las ilustraciones son una cosa muy importante, no solamente me divierte sino que son de esas cosas que uno hace con mucho placer.
—¿Cómo es el proceso de ilustrar un libro?
—Mi línea de ilustración es exactamente ilustrar lo que estoy leyendo. Que la ilustración tenga un aire de familia con el texto.
—Volviendo a la muestra para Suiza, ¿por dónde irá la serie en la que estás trabajando? ¿Tenés definida la cantidad de piezas?
—Nunca me fijo en la cantidad de obra que van a tener las series que hago. Generalmente las empiezo y las termino en un momento dado por diferentes razones; algunas pueden ser porque me están saliendo demasiado bien y no hay que continuar: sé que debo parar ahí. Esta es una serie donde el fondo tiene un rol importante; hay menos figuras, la coloración es distinta. Cada vez que hago una exposición me gusta mostrar una cosa totalmente diferente y con esto me ha pasado lo mismo, no sé el resultado que va a tener porque no lo he mostrado aún, pero estoy haciendo algo bien diferente. Soy demasiado exigente con lo que hago.
—¿Cuándo podremos ver una nueva muestra tuya en Córdoba?
—Hice una muestra grande hace dos años cuando se hizo el Congreso de la Lengua (NdelE: se refiere a la muestra Caligrafías, en el marco del Festival de la Palabra) y tenía programada una exposición en el Museo Nacional de Bellas Artes para noviembre, que por supuesto quedó en el aire. Pero cuando se haga seguramente la llevaremos a Córdoba. Yo con mucho gusto, hay que ver si a la gente que se mueve en Córdoba le interesa mostrar lo que yo hago.
“El CAC no es lo que esperaba”
En la charla con Antonio Seguí, surge el nacimiento del Centro de Arte Contemporáneo - Chateau Carreras, del que el artista fue parte. “El lugar está estupendo”, dice tras la consulta sobre cómo ha visto el lugar. Y agrega: “Nosotros elegimos ese lugar primero para salvar el edificio que se estaba cayendo y luego para hacer un centro vivo en esa parte de Córdoba, que estaba bastante huérfana de cultura. Lo que se está haciendo en el Chateau está bien, pero no era esa la idea original de los que estuvimos en el proyecto. La idea era hacer un lugar vivo donde se puedan ver obras de artistas argentinos, con una gran colección de grabados que queríamos sacar a pasear por la Provincia y mostrarla en los colegios y escuelas de los pueblos”.
Seguí añade que “en ese momento, Renault nos iba a proporcionar una camioneta para hacerlo. Iba a ser una experiencia muy linda. Y hacia adentro del CAC mi idea era mostrarle a la gente lo que los argentinos habían hecho antes que nosotros, las trazas de arte precolombino mezclados con las obras que se han hecho en otros continentes. Todo esto mostrado con una colección de José Guadalupe Posada, que conseguí en México, que no está en el Chateau sino que está ahora en el Palacio Ferreyra”.
Seguí finaliza su idea poniendo énfasis en que “todo esto no le ha dado al Chateau las características que yo esperaba que tuviera. Es lamentable porque yo creía que era un buen proyecto. Y en esa época era un proyecto bastante original".