La Cámara de Comercio Exterior de Córdoba invitó al economista, magíster en relaciones internacionales y co-coordinador de la Diplomatura en Gestión de Negocios con China de la UNC, Gustavo Girado a brindar una conferencia en el marco de la presentación de su libro ¿Cómo lo hicieron los chinos?. El trabajo estudia en profundidad la multiplicidad de causas que explican el inédito desarrollo económico de China y abre las puertas a rediscutir el nuevo ordenamiento global y las batallas comerciales y culturales que se trazan.
-¿Cuándo comienza la transformación económica actual de China?
-Después de algunos intentos de reforma agraria y de querer parecerse o copiar cosas de la Unión Soviética, con Deng (NdR: Deng Xiaoping) se forman las Zonas Económicas Exclusivas (ZEE) en el año 1979. China cambia radicalmente desde que tiene éxito esa experiencia protocapitalista dentro de territorio comunista. Son áreas donde se permite que ingrese capital extranjero, de manera directa. China tiene una mano de obra sin calificar infinita, ese es el motivo por el cual va la inversión extranjera a establecerse y a exportar. Y tienen otro régimen impositivo, otras leyes laborales. Los logros de esas ZEE hacen que se transforme la economía china y les permiten a los campesinos que comercien sus excedentes, aunque sin ser dueños de la tierra, cambia la relación entre la gente y el dinero.
-¿La conformación política es otro pilar en su desarrollo?
-Sí, porque es una democracia en términos nominales pero la República Popular China es un Estado creado por un partido político, al revés de cualquier experiencia de república occidental. Si alguien quiere ser presidente se tiene que afiliar al partido primero o se tiene que cambiar la constitución. En los hechos es un régimen de partido único con un Estado paralelo. Otro pilar son las cadenas globales de valor que hoy explican gran parte del comercio internacional. Las empresas chinas participan en distintas etapas de las cadenas, incluso en aquellas donde no tienen conocimiento, pero se insertaron para aprender. Los chinos quieren ser menos dependientes de Occidente.
Según el economista, esta premisa se ve en sus planes quinquenales, donde se proponen, por ejemplo, el desarrollo de su aparato de ciencia y técnica. Con esas políticas, China busca tener sus propias marcas, sus patentes, y sus propias empresas transnacionales. “Es exactamente lo contrario a lo que hacemos nosotros”, dice Girado.
-Ese objetivo compromete muchísimo a las empresas y estados occidentales.
-Apple, Motorola, Volkswagen, todas las empresas transnacionales occidentales que tienen sus mercados en caída, lo soportan con las ganancias de la sucursal china. Para la tribuna, China es el malo, el que altera el trabajo y quita el mercado, pero, en realidad, las transnacionales viven de ellos. Los departamentos de I+D de las grandes corporaciones occidentales están radicadas ahora en los alrededores de las universidades chinas.
-Es un discurso que a Occidente le sirve para tener un chivo expiatorio.
-Hay que encontrar culpables todo el tiempo, pero para Asia no es así. Nosotros leemos Reuters, Ansa. La realidad es que es la región más dinámica del planeta y el Siglo XXI está llamado a ser el siglo del Pacífico. China es hoy el principal destino de las ventas de sus 14 vecinos, ya no es Estados Unidos, cambió el patrón de producción global.
-¿Cómo trabaja China para dejar de depender de Occidente en términos culturales, productivos y tecnológicos?
-Cuando se analiza la balanza de pagos y vas al reglón de servicios, ves que entra mucha plata porque sos dueños de patentes, royaltis, dividendos o el acreedor de los intereses de la deuda. Cuando es negativo sos dependiente. En las economías de primer mundo eso es superavitario y compensa problemas comerciales. China trata de ir hacia ese perfil. Hoy son los dueños de Lenovo, Huawei y están disputando 5G. La guerra comercial con Trump es una pantalla, el verdadero control es sobre la estructura informática que está detrás de todos los productos, disputan la hegemonía tecnológica y del conocimiento global.
-¿Hay lecciones que podemos tomar del desarrollo que logró China?
-Sí, pero muy pocas. Las instituciones de planificación y los organismos del Estado que regulan la actividad económica en China son centrales para comprender el éxito y acá los hicimos desaparecer. Los países que progresan tienen organismos de éstas características. Que un sector emerja y otro no son decisiones políticas. Hoy no hay decisión de validar inversiones para planificar el futuro. Como diseñar la inserción de las empresas en las cadenas de valor es algo indispensable, es central, ellos lo hacen, y acá no se plantea, para nada.
-¿Existe Argentina como mercado para ellos?
-No, para algunos productos podemos ser un proveedor sustituto. Por ejemplo, para venderles sorgo, cuando los norteamericanos se ponen duros, o para venderles porotos de soja. Para aceite de soja fuimos importantes, pero ahora ya saben hacerlo. Hoy somos un mercado suplente.
-¿Un consejo para hacer negocios con China?
-Sencillo, tienen que prepararse para ir, el éxito se consigue aprendiendo de la cultura y como tratarlos. Ellos inventaron el comercio, no les vamos a ganar.
El libro
Editado por Astrea, el trabajo se propone conocer cómo la potencia asiática logró su actual nivel de desarrollo, además de
comprender “cómo trabaja para gestionar el control del conocimiento, y así reducir su dependencia tecnológica mientras asume
enormes responsabilidades globales”.