Ciudades como Barcelona se caracterizan por sus importantes museos, por caso, el Museo de Picasso, que cuenta con más de 3.500 obras en su colección; la Fundación Joan Miró, con más de 100.000 piezas del artista catalán; el Museo de Arte Contemporáneo, que da un pantallazo del quehacer contemporáneo, o el Museo de Historia de Barcelona, que conserva y expone todo el patrimonio de la ciudad desde sus orígenes. Pero además, Barcelona destaca por tener en su diseño urbano la impronta de uno de los mayores artistas del siglo pasado: Antoní Gaudí, quizás el mayor representante del modernismo catalán del siglo 20.
Sucede que el arquitecto no solo fue el responsable de la icónica Basílica de la Sagrada Familia o del edificio de Casa Batlló –que en mayo pasado congregó a miles de espectadores frente a su fachada al ser intervenido por el artista digital Refik Anadol–, sino que además le puso su firma a las primeras farolas para el alumbrado urbano (en 1879) y fue el responsable de obras menos conocidas, como Casa Miranda, que data de 1906 y que construyó junto a Francesc Berenguer.
Recorriendo sus calles y plazas puede encontrarse una ruta de esculturas a cielo abierto a través de las que, autores como Joan Miró, Sara Pons, Roig Soler, Fernando Botero, Roy Lichtenstein y Frank Gehry, entre otros, dan cuenta de la vida artística y cultural de una ciudad verdaderamente cosmopolita.
Dona i ocell (Mujer y pájaro). En pleno corazón del parque Joan Miró (ubicado sobre un antiguo matadero que contempla cuatro manzanas de L’Eixample), se erige una imponente escultura de 21 metros, realizada por Miró. La obra –cuyo título original era ‘Dona-bolet amb barret de lluna’: Mujer-seta con sombrero de luna– data de 1983 y fue una de las primeras piezas de arte que se expuso al aire libre en Barcelona en el marco de una incipiente democracia, después de más de 30 años de dictadura. Se trata de una figura femenina; en su cabeza tiene un pájaro que se asemeja más a un sombrero y una media luna (respondiendo al universo iconográfico de Miró). La escultura se asienta sobre un lago artificial y fue elaborada con cerámicas de colores donde resaltan azules, rojos, amarillos y verdes.
Un gato en El Raval. Adquirida por el Ayuntamiento de Barcelona en 1987, esta escultura pasó por distintas ubicaciones antes de asentarse en El Raval, un barrio cuya parte sur era conocida como una zona roja y que hoy tiene una gran vida multicultural con galerías de arte, librerías y dos espacios importantes: El Museo de Arte Contemporáneo y el Centro de Exhibiciones. El gato primero fue ubicado en el Parque de la Ciutadella (que fue durante muchos años el único parque público de la ciudad), luego fue trasladado al Estadio Olímpico y más tarde a una plaza muy pequeña. Finalmente, en 2003, fue llevado al final de la rambla de El Raval. La obra pertenece al artista colombiano Fernando Botero: es un gato de bronce, de siete metros de largo, gordo y con una cara infantil.
La Dama del paraguas. En 1888, el Parque de la Ciutadella (ubicado en Ciutat Vella) fue sede de la Exposición Universal de Barcelona, un evento al que concurrieron más de veinte países de todo el mundo. De esa fecha data la escultura de Juan Roig i Solé, una figura femenina hecha de mármol y que representa a una mujer contemporánea, colocada sobre una fuente que diseñó Josep Fontseré. La obra representa a una mujer que ostenta el poder social y económico de las familias de Catalunya durante la segunda mitad del siglo 19. La dama del paraguas debía decorar la sede de aquella exposición y se quedó para siempre. En ese entonces fue ubicada en la galería central del edificio del Palacio de la Industria y años más tarde, con la creación del zoológico en la Ciutadella, el entorno se fue acomodando a su figura.
La Cara de Barcelona. En la década de 1990 se proyectaron en la zona del nuevo litoral una serie de obras, en el marco de la modernización y recuperación de algunos espacios debido a la realización de los Juegos Olímpicos de 1992, que incluyeron también una avanzada de esculturas urbanas. Ideada por Roy Lichtenstein y esculpida por Diego Delgado Rajado, la también llamada Cabeza de Barcelona forma parte de la serie 'Brushtrokes'.
Tiene una impronta pop art muy marcada y la utilización de mosaico a modo de Trencadís con el que el artista recubrió su obra es un guiño a Antoní Gaudí, que popularizó
esta técnica. Esta escultura urbana llama la atención desde lejos, no solo por su gran tamaño (tiene más de 15 metros de alto) sino también por sus colores y separa Port Vell del barrio de La Barceloneta.
PEIX OLÍMPIC. Con 35 metros de alto es uno de los símbolos de Barcelona.
El gran pez. Frank Gehry es un arquitecto canadiense que en 1989 recibió el premio Pritzker de arquitectura y es conocido por el juego con las formas geométricas, no solo en obras de arte sino también en edificios. El Pez Dorado, una escultura de 56 metros de largo y 35 de alto, hecha de acero inoxidable, también fue elaborada en el marco de los Juegos Olímpicos y es uno de los símbolos de la Barcelona posolímpica. Ubicado en el Paseo Marítimo de La Barceloneta, el gran pez mira hacia el océano y se emplaza entre dos gigantes: el Hotel Arts y un edificio de Mapfre.
GAMBRINUS. Conocida popularmente como La Gamba, está a 50 metros de La cara de Barcelona.
La Gamba de Port Vell. Gambrinus es una escultura diseñada por el artista Javier Mariscal. Se la conoce popularmente como Gamba de Mariscal o La Gamba y está ubicada en el Moll de Fusta (Muelle de madera) del Port Vell de Barcelona. Construida en poliéster y porexpan por Manolo Martín, esta escultura urbana se sumó a la herencia de lo que dejó la reforma del puerto en la previa a las Olimpiadas. En un principio, la escultura fue colocada arriba del restaurante Gambrinus en 1988 (uno de los cinco restó que desembarcaron en Moll de Fusta) pero 10 años más tarde el restaurante cerró; La Gamba fue adquirida por el ayuntamiento, que en 2004 la colocó en su lugar original sobre la estructura que dejó el antiguo restaurante.
ANNA FRANK. Homenaje de la artista Sara Pons a la famosa joven austríaca víctima del Holocausto.
La niña de Gràcia. En la entrada del Centro Artesano Tradicionàrius (la Casa de la Música Tradicional) una niña se recuesta pensativa, boca abajo. Tiene entre sus manos un diario. Es el diario que escribió durante los años en los que vivió oculta de los nazis, en la segunda guerra mundial.
La escultura, realizada en bronce por Sara Pons Arnal, fue inaugurada en 2001 y se erige a modo de homenaje a Anna Frank, en el barrio de Gràcia.
La obra llegó tres años después de que el arquitecto Ignasi Sanfeliu inaugurara la plaza que lleva el nombre de la niña.