CULTURA
queremos tanto a delia

Borrachera del pop

Entre los múltiples encantamientos a los que puede someternos la plástica, pocos tan esenciales como dotar de imágenes al mundo. Por ello, la más reciente exposición de Delia Cancela, otra artista mítica oriunda del Di Tella, toma al toro por los cuernos y es franca invitación para delirar con los colores de su arte infatigable.

Celebración de una muestra. Imagen de la sala que contiene parte de la exhibición de la notable artista argentina.
| Henrique Farias

En el delicioso y festivo manifiesto que Delia Cancela y Pablo Mesejean escribieron en 1966, como síntesis perfecta de esos años, está el tono: “Nosotros amamos los días de sol, las plantas, los Rolling Stones, las medias blancas, rosas y plateadas, a Sonny and Cher, a Rita Tushingham y a Bob Dylan. Las pieles, Saint Laurent y el young savage look, las canciones de moda, el campo, el celeste y el rosa, las camisas con flores, las camisas con rayas, que nos saquen fotos, los pelos, Alicia en el País de las Maravillas, los cuerpos tostados, las gorras de color, las caras blancas y los finales felices, el mar, bailar, las revistas, el cine, la Cibellina. Ringo y Antoine, las nubes, el negro, las ropas brillantes, las baby-girls, las girl-girls, las boy-girls, los girl-boys y los boys-boy”.  

El texto, como un mantra o una oración, no reproduce, únicamente, el tintineo de ese ida y vuelta del pop, la gran pócima que nos emborrachó para siempre en el siglo pasado, sino el del propio quehacer de esa pareja increíble. Delia et Pablo, persiguiendo la forma; una forma para darle al mundo de la moda desde sus lugares de artistas. A su vez, es el ritmo que Cancela sigue marcando en sus trabajos, como solista, chasqueando los dedos, un poco silbando y marcando el compás.

En Cómo traer una imagen al mundo, la exhibición de ella que está en la galería Henrique Faria, puede funcionar a modo de gabinete de laboratorio para entender el trabajo de esta artista argentina que perteneció al Di Tella y que vivió hasta 1999 entre París y Londres. Por un lado, hay huellas de ese tiempo en el que Cancela-Mesejean, Pablo et Delia y Pablo and Delia, según las locaciones, pensaron que los desfiles de moda tenían que ser otra cosa. El video de la presentación de Impressions, de 1979, en el teatro Le Palace de París y los 76 dibujos de cada uno de los trajes para las pasadas, con nombre de la modelo e indicaciones, son el derecho y el revés de la trama. Exponen, en su doble acepción: muestran y son obras de arte, la pregnancia de lo artístico en el campo del diseño y la indumentaria. Un límite impreciso y, por eso, refulgente y liberador. Por otro lado, pero en la misma línea de acción, Cancela enmarca y sostiene en atriles varios Bon à tirer, esas pruebas de diseño, válidas para imprimir, que luego fueron telas realizadas por una empresa textil de Lyon.

En sus marcos y reposando en las paredes de una galería se logra atrapar el sentido dual. Es la puesta en acto de la doble incidencia de sus obras; ese comportamiento anfibio con branquias para respirar en el aire de la moda y el agua del arte.
Gatos de inmensos ojos verdes, follaje y flores son a esta empresa lo que los cuerpos dibujados son al desfile. Diseños que anteceden la puesta en escena de maravillosa imaginación pop. Dibujos que inventan paisajes atrapados en la mente de esta costurera prodigiosa que les abre la puerta como si fueran pájaros. Para que seamos felices al verlos liberarse de la jaula, al tiempo que nos inunda ese mismo sentimiento. Como al leer el manifiesto, que es un deleite. Una intención de zambullirse en esas cosas que amamos y en las que, junto a las que se enumeran más arriba, están el nombre de Delia Cancela y las imágenes que ella trae.

 


Cómo traer una imagen al mundo

Henrique Faria
Libertad 1628
De lunes a viernes de 11.30 a 20
Hasta el 8 de abril