CULTURA
Muestra en Proa21

El cazador oculto

Se exponen obras de Lucio Dorr que el fallecido artista argentino nunca llegó a ver colgadas en una sala del Museo Nacional de Bellas Artes. Ahora se pueden visitar en el espacio experimental Proa21, del barrio porteño La Boca. Con curaduría de Santiago Bengolea, propone transformar una parte del archivo personal del artista en una nueva obra de arte.

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Shablones. El proyecto nació cuando Dorr conoció la colección de José Manuel de Guerrico, el estanciero amigo de Rosas considerado el primer coleccionista de la Argentina. | cedoc

Hubo un tiempo en que Lucio Dorr salía de caminata varias noches a la semana y fotografiaba, sin flash y en alta exposición, motivos geométricos que descubría en puertas de cines casi abandonados, viejos mercados, edificios que no se destacaban precisamente por su estilo y veredas que quizás siguen siendo –robémosle la expresión a Luis Thonis– un milagro infame. O simplemente objetos indiferentes y arquitecturas mutiladas, inocuas ante cualquier ojo que no fuera el suyo: disposiciones lumínicas desquiciadas, tipografías bastardas.

 Tomemos prestada esta luminosa escena que escribe Rafael Cippolini sobre Dorr. La ronda nocturna del artista nacido en 1969 y su ojo atento a todo aquello que no es lo evidente: una belleza escondida y fortuita. El objeto encontrado a fuerza de buscarlo donde nadie podría verlo. En ese sentido, la geometría es subsidiaria del azar como también solidaria con la perfección de la forma racional. La duplicidad de su contradicción: el albur controlado. La contingencia y la fortuna en esos descubrimientos como piedras preciosas.

Para completar los cuadros, el de Cippolini y esta tentativa del mío, le sigue una obra como legado. Algo que inquieta y sacude ese dominio formal de una tradición geométrica y esa sujeción a una línea tan ajustada de pensamiento. En ese sentido, lo que continúa después de la muerte de Lucio Dorr en 2013 podría estar fuera de ese mecanismo de dirección y mando. Aunque si pensamos en la incidencia de lo contingente y la eventualidad en esas “cacerías” nocturnas, podremos mitigar el pensamiento sobre lo que se escapa del dominio del artista.

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Colección de colecciones es, en ese sentido, la puesta en funcionamiento de esas dos fuerzas contradictorias. Incluso, una más. La primera es la que indica que hay una deriva incontrolable, por el paisaje urbano, por la tradición, aun por las formas más consecuentes de la geometría. La segunda tiene que ver con la posibilidad de dejar todo planeado: esta instalación fue pensada por el artista para una sala en el Museo de Bellas Artes. Son cincuenta schablones que el artista realizó desde 1998 y forman un mural que conquista las paredes del piso de arriba de otra sala, la de Proa21. Asimismo, el shablón o malla guarda en secreto esa doble existencia. Es la tercera posibilidad que esta pieza ofrece. El shablón es el patrón de diseño que se usa para la serigrafía. El molde que luego sirve para la impresión. Por ahí pasará la tinta para quedarse fija en otros materiales. El trabajo consciente sobre esa superficie, de vidrio en este caso, es lo que inicia el proceso de estampado, al tiempo que está signado para el descarte. Por lo tanto, volverlo pieza en sí mismo, objeto único que ha engendrado otros, es una vuelta de tuerca sobre la propia obra. Lo que es procedimiento se vuelve fin último.

En este sentido, una nueva puesta en abismo de acciones encontradas: rescatar de la colección, de su propio archivo, lo que ya ha cumplido su misión. Sin embargo, en el shablón se concibe toda la disciplina del proyecto que desencadenará la suerte de la copia. Lo preciso frente a lo aleatorio. Lo exacto y calibrado frente a devenir de reproducción, imprevisible y casual.

Como en la cita robada a Cippolini, Lucio Dorr como un cazador nocturno de imágenes que nadie podía ver hasta que no pasaran por su cámara y luego por sus obras. Esos “milagros infames”; trabajos de campo que quedaron capturados para siempre en los vidrios a modo de preparados de laboratorio o de placas para colectar y fijar insectos.

Colección de colecciones (2012-2019)

  • De Lucio Dorr, con curaduría de Santiago Bengolea
  • Jueves a domingos de 15 a 19
  • Proa21, Av. Don Pedro de Mendoza 2073, La Boca
  • Hasta fines de abril.