En el siglo XXI, con el despliegue mundial de internet, es muy fácil acceder a las imágenes de obras de arte que en otra época circulaban de modo restringido. Sin embargo, las redes sociales más gigantescas del planeta todavía hoy ejercen la censura sobre la reproducción y la difusión de pinturas y dibujos de desnudos. A diferencia de Twitter, cuya censura no ha sido denunciada, Facebook acumula varios antecedentes. Por empezar, en 2011 censuró el famoso cuadro El origen del mundo de Gustave Courbet (caso hoy en juicio), y en 2012, una de las obras de la retrospectiva de Gerhard Richter que se realizaba en el Centre Pompidou fue eliminada del muro de Facebook de esta institución. En el cuadro se expone a una mujer desnuda que baja por una escalera. Luego de reiteradas críticas, la red explicó que había sido un error del sistema que confundió la pintura con una foto, y la repusieron.
Para Eduardo Grüner –sociólogo, ex vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y profesor titular de Antropología del Arte en la Facultad de Filosofía y Letras–, todo intento de censura de una obra artística es deleznable y debe ser condenado incondicionalmente, porque lo que se está censurando no es solo una imagen, sino la imaginación y la producción creativa como tales. Nadie tiene el derecho, sostiene, de autodesignarse guardián del buen gusto, la moral o el valor estético de una obra, y mucho menos cuando se trata de obras canónicas, ya consagradas por la historia del arte que cualquiera puede ver en un museo o entrando a las páginas de imágenes de Google (con lo cual ese intento, además de despreciable, se vuelve ridículo).
En 2013, un desnudo femenino de la notoria fotógrafa francesa Laure Albin Guillot, publicado por el museo de arte contemporáneo Jeu de Paume de París para ilustrar una muestra, fue censurado por Facebook y la página del museo fue bloqueada por 24 horas. Por entonces se volvió a abrir la polémica acerca de los criterios de la plataforma para distinguir qué es pornografía y qué arte, lo cual hasta ahora no está claros. Por ejemplo, hoy Facebook censura desnudos en las imágenes de los anuncios publicitarios (no en el muro), pero permite estatuas desnudas. Una de las censuras más arbitrarias de Facebook ocurrió en febrero de 2016, cuando la pintura Ice Cream de Evelyne Axell, en exposición en el Museo de Arte de Filadelfia, fue considerada “demasiado sugerente” y se la eliminó. La obra de Axell no es un desnudo sino que retrata el rostro de una mujer mientras toma un helado de cono. Dos años atrás, Facebook también suprimió la página de arte de un galerista por subir desnudos. La petición en Change.org todavía está en la web, firmada por más de 19 mil personas, bajo el lema “Stop. Censura de Facebook al arte”.
Grüner se pregunta cuál es la lógica con la cual actúa esta censura: “Es cierto que, por las características del arte que se hace mayoritariamente hoy, a veces es muy difícil trazar una raya nítida entre lo que es arte y lo que no lo es, pero siguen existiendo criterios más o menos inequívocos para diferenciar una obra artística que pueda incluir contenidos más o menos explícitamente sexuales o ‘sugerentes’, de una simple imagen pornográfica. Y eso vale no solamente para la pintura o la escultura, sino para, por ejemplo, la fotografía o el cine: es más que obvio que no es lo mismo cualquier film porno que, digamos, El último tango en París de Bertolucci, o muchos films de Bergman. ¿Facebook no tiene un programa que pueda diferenciar unas de otras? Pues que lo diseñe, o renuncie al papel de gran censor indiscriminante”.
En el mismo sentido, el filósofo, profesor de la UBA y autor recientemente del libro Sociedad pantalla Esteban Ierardo piensa que el cuerpo de la desnudez velada, sugerida o transformada es el cuerpo recuperado en su dimensión de misterio, belleza o símbolo, y en eso consiste el cuerpo del arte, el de Picasso o El Greco, o la maja desnuda de Goya, y en otra cosa el de la pura desnudez o el de la pornografía. La no diferenciación de estas formas del cuerpo, a su juicio, además de ceguera filosófica, sugiere ignorancia estética y un desconocimiento injustificable de la historia del arte. Ierardo considera que el desnudo artístico es el centro del arte clásico, y el del Renacimiento: “De la historia de la imagen artística del desnudo, en Occidente al menos, surge un criterio estético que diferencia el cuerpo ‘explícito’ de aquel que se potencia por lo velado, lo sugerido o lo nuevo. Prohibir el cuerpo artístico es como prohibir el derecho del cuerpo a ser de otra manera. Es obstruir la educación y el capital artístico que permite la comprensión y la percepción de que el cuerpo puede ser obra de arte inconfundible con el puro exhibicionismo”.
Los errores de Facebook regresaron en septiembre de 2016, cuando un boceto de Hans Holbein el Joven (siglo XVI), solo una mano carnosa, fue suprimido. El responsable de subir el inocente dibujo, un londinense, recibió una suspensión de treinta días. Según The Times, la oficina de Facebook en Londres admitió que la censura se había debido a un error. La polémica, en cualquier caso, resurgió a fines del mismo año, después de que Hamilton Moura, promotor artístico de Milán, se quejara de la censura que Facebook había ejercido sobre su publicación de una imagen del Amor victorioso de Caravaggio, que representa a un Cupido desnudo.
“Lo que sucede con la censura de Facebook me hace acordar a cuando Alicia le dice a la Duquesa ‘Tengo derecho a pensar’, y la Duquesa le responde ‘Tú tienes tanto derecho a pensar como los cerdos a volar’”, ironiza Edgardo Giménez, destacado artista visual de Argentina y Latinoamérica. En su opinión, “es increíble y tremendo que estas redes sociales censuren obras de arte. Como yo no me muevo en el arte por valores ajenos, la verdad es que no me importa lo que hagan, pero me doy cuenta de que la censura es algo siniestro”. Para Giménez, no cambia nada si la censura la ejerce una empresa privada y no el Estado, y aprueba la resolución del tribunal francés: “¿Por qué no? Así como Facebook puede hacer lo que se le da la gana con las obras artísticas, también el Estado tiene derecho a cuestionar que Facebook haga lo que se le dé la gana. ¿Por qué no ponen a un especialista en arte para seleccionar las imágenes? Pero, como decía Tolstoi, hay que considerar la opinión de los estúpidos: son mayoría”.
A principios del año pasado, la escritora italiana Elisa Barbari subió a su página un anuncio de la foto de una escultura desnuda, el célebre Neptuno de Bolonia, y fue rechazada porque no respetaba la política publicitaria de la red, que no acepta desnudos con fines artísticos o educativos. A mediados de 2017, Facebook insistió en su actitud y eliminó un video didáctico sobre una obra de Modigliani –la pintura Desnudo recostado–. La censura fue denunciada por la Fundación L’Hermitage de Lausana, una de las instituciones de arte más prestigiosas de Suiza, responsable de la publicación de la imagen. También a fines de febrero de este año censuró la fotografía de la Venus de Willendorf, una escultura de más de 30 mil años, perteneciente al Museo de Historia Natural de Viena.
Enrique Rozitchner, médico psiquiatra y psicoanalista, cree que el objetivo de dominio de la información, y la excusa de hacerla más conveniente a pesar de las diferencias de sensibilidad y cultura, llevan a la creación de una imagen única, a generalizar sin herir susceptibilidades ni despertar las diferencias de gustos o las consideraciones sociales sobre la belleza o la fealdad. Considera que este objetivo llevó a censurar imágenes de modelos de talla grande, así como todo lo que no coincide con un ideal de belleza normatizado, y condujo también a la censura del cuerpo de la mujer especialmente. Entre las partes del cuerpo femenino más atacadas, observa, se destaca el pezón.
A principios de este año, Facebook debió presentarse ante la Justicia francesa por la censura de 2011. En febrero de ese año, la red desconectó la cuenta de un usuario francés que compartía en su muro el cuadro El origen del mundo. Cinco años después, el Tribunal de Apelación de París confirmó la competencia para juzgar a Facebook y el pasado 2 de febrero comenzó el juicio. Mientras tanto, la red realizó cambios en las reglas aceptando los desnudos en las obras de arte, lo que es cierto a medias. La declaración de la vocera de Facebook, Ana Clara Prilutzky, si bien omite la censura en los anuncios publicitarios, la confirma: “Este caso data de hace más de cinco años y Facebook ha evolucionado considerablemente desde entonces. Facebook permite la publicación de imágenes de obras de arte con figuras desnudas. Sin embargo, no siempre es fácil distinguir imágenes artísticas de otro tipo de desnudos prohibidos en la plataforma. En este sentido, una vez que determinamos que el contenido había sido removido por error, se restaura de inmediato”.
En todo caso, vale la pena preguntarse con Rozitchner: “¿Por qué ese pequeño punto, el pezón, se transforma en algo amenazador para el gran sistema de control de la información y su utilización con objetivos de guerra informática?”.