El sábado pasado observamos en esta sección cómo la inteligencia militar francesa trata de cooptar la imaginación de escritores para especular sobre escenarios bélicos. Hoy las noticias respecto al futuro son apabullantes. Stop Killer Robots es un movimiento humanitario que se opone al uso de robots autónomos asesinos (drones, vehículos, submarinos), esfuerzo renovado por un informe de la ONU donde se denuncia a estos artefactos durante marzo del año pasado: ocurrió en el asesinato de combatientes rebeldes libios por parte del ejército turco. Terminator, Robocop, Alien, junto a un sinfín de otras ficciones fílmicas y literarias alimentaron el mito de este arribo siniestro. En sí, el mito pasó a lo real.
Otra manifestación al respecto, tangible, ocurrió a principios de este mes y tuvo su desenlace el miércoles pasado luego de diez días de tensión diplomática entre el Reino Unido y Egipto (cuestión que invoca más al humor y a la ironía que a la lógica kantiana), que concluyeron con la liberación de un artista robot. Sí, a su llegada en un avión de carga desde Londres, las autoridades aduaneras y de migraciones egipcias mantuvieron detenida a la artista plástica británica Ai-Da. Ella había llegado embalada en su correspondiente caja junto a una estatua de su autoría que también sufrió el mismo destino. Su presencia tiene por objeto participar en la exposición de arte internacional denominada Forever is Now organizada por Art D’Égypte, que se realiza desde el jueves pasado hasta el 7 de noviembre en las pirámides de Giza y su meseta circundante, un lugar histórico, alguna vez sagrado.
Los argumentos de las autoridades fueron tecnológicos: los ojos, su sistema de lentes robotizado, tanto como los módems, eran potenciales elementos de espionaje. ¿Puede ser que cierta mística social en torno a los muertos recrudeciera en el ánimo de los egipcios? En abril pasado se realizó el Desfile Dorado de los Faraones, con custodia militar notable, un recorrido de 5 km de una caravana con 22 momias, con 18 reyes y 4 reinas, del Museo Egipcio al nuevo Museo Nacional de la Civilización Egipcia. Los funcionarios, al abrir la caja de extranjeros que provocaron el saqueo arqueológico de la región, encontraron una momia tecnológica capaz de tomar vida propia y tal vez matar a todo lo que viera. Acaso lo siniestro atraviesa todas las civilizaciones…
Pero el viaje en el tiempo resulta más cercano: Ai-Da es producto de las universidades de Oxford y Leeds. En su lanzamiento, allá por junio de 2019, la crítica de arte Naomi Rea escribía en Artnet: “Después de pasar un día observando la obra y hablando con sus creadores, concluyo que esto es una fantasía capitalista misógina. Después de todo, ¿qué marchand de arte (blanco, hombre) no querría a una mujer sexy que no necesita que le paguen, que diga lo que él quiera y pueda producir una cantidad potencialmente infinita de obras de arte vendibles?”. Dicha muestra de arte se la promocionó como del “primer artista de IA humanoide ultrarrealista” que vendió más de un millón de dólares en obras. Mientras que su aspecto femenino (que esconde al robot mismo, ya imaginado por Fritz Lang en Metrópolis), fue diseñado por la misma compañía de robótica de la serie Westworld, producida por HBO. Más efectos especiales, imposible.
En sí, Ai-Da escanea un objeto o persona a través de sus cámaras, luego los procesos de inteligencia artificial envían mensajes al brazo robótico que realiza dibujos abstractos. Con la intervención de otras redes neuronales artificiales se obtienen esquemas para esculturas y pinturas, y allí aparecen los “ayudantes humanos”, como ocurría en los estudios de los grandes maestros. En escultura, un informático sueco anónimo utiliza una impresora 3D en cera para fundir el bronce; mientras en pintura, la artista Suzie Emery realiza los bocetos.
Pero lo inquietante anida en la escultura de arcilla que quedó retenida junto a Ai-Da. Se trata de ella misma, en su apariencia femenina, blanca, de tamaño 2 x 2,5 metros, pero con tres piernas. Sus creadores dicen que es en homenaje a cierto enigma, o proverbio, de la esfinge: “¿Quién tiene de cuatro pies por la mañana, dos pies al mediodía y tres pies por la noche?” Bebé, hombre y anciano con bastón. El ineludible efecto del tiempo. Esto lo vinculan, además, con la edición genética Crispr, tecnología de aspiración a la eternidad contemporánea que en lo simbólico puede relacionarse con la momificación. Acaso la muerte, sin ojos, ignore esto último para continuar con su obra, como siempre, impiadosa.