DEPORTES
El testimonio que faltaba

El gol de Messi, visto desde la tribuna por un hincha

En exclusivo para perfil.com , el hincha del Barcelona Javier García García relata con lujos de detalles cómo vivió desde las tribunas del Camp Nou la noche del gol maradoniano de Lionel Messi frente al Getafe.

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Se llama Javier García, tiene 46 años y es hincha del Barcelona. El miércoles, tuvo el privilegio de ser uno de los 50.000 espectadores que gozaron hasta el paroxismo con el gol que, emulando la obra maestra de Maradona en México ’86, Lionel Messi convirtió frente al Getafe.

Todavía conmocionado, registró sus vivencias y sus sensaciones de esa noche en un texto emocionante, que perfil.com entrega en exclusiva a continuación:

Nunca había ido al estadio con mi hijo a ver un partido del Barcelona. Mis hermanos y mi sobrino, con quienes comparto dos abonos, desistieron de ir. Las nueve de la noche de un miércoles de Copa del Rey, ante un equipo como el Getafe tan defensivo, sin jugar Ronaldinho, no eran el mejor reclamo para ir.

De modo que decidí llevarme a mi hijo de 17 años que aborrece los deportes y el fútbol en particular, para que, al menos, pudiera decir que había visitado el inmenso Camp Nou.

Cuando llegamos, con el tiempo justo, no había la expectación de otras veces, nadie podía suponer que veríamos algo parecido a un milagro.

Sólo éramos 50.000 irreductibles en las gradas. Como siempre, ni un sólo grito de ánimo en la afición, tal vez la más fría de España. Yo comentaba las jugadas con el chaval, que no prestaba mucha atención. El primer gol de Xavi, excelente de ejecución tras jugada de Messi, calentó el ambiente.

Algunas decisiones del árbitro subieron algo la tensión. El partido se había puesto muy interesante por las acometidas de la mejor delantera de España sobre la mejor defensa de la Liga.

En esas estábamos cuando sucedió algo que no estaba escrito en ningún guión. Messi robó un balón en su propio campo. En un instante hizo dos caños a los centrocampistas del Getafe y enfiló a la puerta de los madrileños. Lo podíamos ver perfectamente puesto que estábamos en la esquina del gol. Nada más arrancar, los que nos rodeaban tuvieron el mismo presentimiento que yo: Messi se iba directo al arco.

El rosarino empezó a sortear contrarios y todos nos levantamos del asiento cuando le quedaban muchos metros para llegar al área. Lo veíamos venir porque Leo lo lleva escrito en el rostro, en sus facciones moldeadas por el aire que corta con su velocidad. Un regate, otro, otro, perdimos la cuenta.

En el regate final al arquero, ya sabíamos que era gol. Y entonces miré a mi alrededor. La grada estaba entera de pie, con multitud de pañuelos en señal de agradecimiento. Me abracé a mi hijo y a los vecinos que no conocía de nada. El grito fue ensordecedor, pero no había rabia en el vocerío, sino alegría y reconocimiento.

Hubo quien no pudo contener la emoción y derramó alguna lágrima. Y yo me puse sentimental, como siempre que asisto a una ceremonia de comunión entre los jugadores y la afición. No lo pude evitar y recordé a todos aquellos barcelonistas que conocí y jamás pudieron ver esta maravilla estética.

Ni uno de los que estábamos allí pudo dejar de pensar en una jugada similar de hace veinte años. Pero tengo para mí que todos nos dimos cuenta en aquel momento, que Leo Messi no sólo vino al Barça a jugar su precioso fútbol para hacernos felices, sino que, de alguna manera, con Messi podemos corregir los errores que cometimos hace mucho tiempo con un hombre que ahora lo está pasando mal, a miles de kilómetros de distancia.

Su jugada nos puso delante a Diego, al que no supimos comprender ni amar como él merecía. Todos lo recordamos, todos dijimos quererle a nuestra manera. Pero con Leo no nos equivocaremos. Ya está en nuestros corazones, ya es uno de los nuestros.

Javier García García (hincha del Barcelona)

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