Desde la convencional publicidad en el pecho de las camisetas y el novedoso pago de premios en moneda digital hasta la comercialización de tokens no fungibles (NFT) o el naming del estadio, son opciones frecuentemente vistas en estos últimos meses. También hay vínculos estrambóticos, que llegaron a un punto de simbiosis peligroso y que llaman la atención. Como es el caso de Deportivo Español y Generación Zoe, la empresa investigada por los organismos financieros nacionales e internacionales, que tiene un equipo de fútbol que utiliza las instalaciones del Gallego y que aporta un ingreso por distintas vías sin estar transparentado en reunión de comisión directiva ni en los balances.
Generación Zoe SA es una empresa polirrubro que está cada vez más involucrada con clubes del fútbol argentino y es investigada por la Comisión Nacional de Valores (CNV) por la posible realización de oferta pública e intermediación irregular en el ámbito del mercado de capitales.
Desarrollada por Leonardo Cositorto, dentro de una cáscara educativa como la Universidad del Trading, fue acercándose a los clubes como sponsor salvador pero todo hace pensar, por lo que se vislumbra de sus mecanismos de acción, que se trata de una estafa piramidal de esquema Ponzi. Las ganancias que obtienen los primeros inversionistas son generadas gracias al dinero aportado por ellos mismos o por otros nuevos inversores que caen engañados por las promesas de obtener, en algunos casos, grandes beneficios. El sistema funciona solamente si crece la cantidad de nuevas víctimas.
Generación Zoe vio en el fútbol un terreno próspero para desarrollarse. Tal vez uno de los más fértiles porque hay mucha gente interesada, porque cuenta con personas popularmente reconocidas, con un flujo de ingresos que permiten un ahorro y con poco conocimiento de inversiones.
El engaño de la publicidad cripto tiene un condimento especial que trasciende a Zoe: no solo es importante instalar la marca, sino también conseguir mayor adopción de parte de la gente. Gracias a esas premisas, por ejemplo, crecen las monedas o los juegos en blockchain.
En el caso de Zoe, “agrandar la torta” es imperioso para subsistir. No hay vida sin crecimiento constante. Para eso también se valen de personas reconocidas que las difunden. Para Zoe han dado testimonio Miguel Brindisi y Alejandro Mancuso, vinculados a Deportivo Zoe, un club que nació en pandemia y ya disputa el Torneo Federal Amateur, y también Claudio Caniggia, entre otros. Ni hablar de Ricardo Caruso Lombardi, que tiene una participación aparte.
El vínculo de Zoe con Deportivo Español permite ejemplificar perfectamente la dinámica. Al pagar Zoe los premios con criptos, todos los futbolistas y allegados entran en el mundo virtual. Ellos acercan familia y amigos. Todos necesitan capacitarse para un mundo nuevo. La torta crece. Y ni hablar si el entrenador del equipo, en este caso Caruso Lombardi, lo apalanca. Para un jugador, quedar fuera del sistema sería consciente e inconscientemente un problema. Para un entrenador que recibe un salario impagable en la categoría y por adelantado para los próximos seis meses, difundir e instar al acercamiento a Zoe es indudablemente un buen negocio.
Para Diego Nunes, abogado especialista en el mundo cripto, es algo casi inevitable: “En los futbolistas que entraron en Zoe es entendible como ‘presión de pares’ o modas. Cuando alguien en quien confías o un referente de tu actividad te presenta una oportunidad de ganar mucho dinero (que encima supuestamente es segura), es difícil decir que no. Cuando un proyecto promete algo muy por encima de lo que ofrece todo el resto, es cuando se prenden las alarmas. Eso pasó con Zoe”.
Generación Zoe te promete ingresos fijos en dólares del orden del 7,5% al 10% mensual o de hasta el 120% anual. Hay entre diez y quince empresas asociadas que van hasta una supuesta mina en un lugar desconocido y una cadena de hamburgueserías, Zoe Burger, que cuenta con un solo local en Olivos.
Dentro de los planteles, también hay jugadores “evangelizadores”, a los que realmente les ha ido muy bien con Zoe (porque han sido early adopters) y que van desembarcando en puentes cruzados entre clubes y Zoe. Román Gnocchi, actualmente en Deportivo Zoe pero ex Talleres de Escalada, San Miguel y Atlas, fue quien generó el vínculo para el reciente desembarco en la camiseta de Atlas.
Otro jugador con buen vínculo con la empresa y que agarró enseguida la onda es el arquero Gastón Brambatti, ex Cañuelas, Español y ahora en Chacharita (todos clubes con vínculo con Zoe), quien ya tenía inquietudes personales para estudiar Ciencias Económicas y contaba con un bagaje familiar (madre y hermano contadores). Cuando Zoe llegó a Cañuelas, Gastón se involucró con la empresa y acercó jugadores al sistema.
“No comparto esta movida que sostiene que es una estafa. Todo lo contrario, para Zoe es importante que los jugadores se eduquen y por eso están becados para estudiar Trading en la Universidad de Zoe. Leo asomó mucho la cabeza y por eso le están pegando. A mí nunca me han fallado”, explicó Brambatti.
Es entendible que para los jugadores del Ascenso el proyecto Zoe sea tentador. Acostumbrados a clubes que no pagan y a premios prometidos por los dirigentes que nunca llegan, con Zoe tienen un cash flow que no muchas veces han vivido. Un jugador afirmó: “Estamos en un oasis dentro del fútbol argentino”. Lo que parece un oasis puede ser un oasis o también un espejismo.
Desde una mirada crédula, uno podría incluso caer en la tentación de reconocer la importancia de la educación que pregona Zoe pero cuando escarba un poco más profundo es fácil darse cuenta de que ese “caramelo educativo gratuito” es también la puerta de entrada a invertir tu dinero en Zoe y seguir agrandando la torta.
Desde una mirada institucional, uno podría caer en la tentación de aceptar ese ingreso exorbitante de dinero que acerca circunstancialmente Zoe y que sirve para infraestructura, premios o gastos diarios, pero hay que estar muy atento a las consecuencias si se cae (porque tarde o temprano lo hará), que pueden llevarse puesto el presupuesto del club y la vida de muchas familias.
Generación Zoe se acercó al fútbol hace dos años y, por los éxitos de los clubes, para muchos es la panacea. O un zorro más vestido de cordero que vio el negocio de la estancia y se metió de encubierto. Ya veremos.