DOMINGO
Las noticias que edita la Corte Suprema

Mediatización judicial

Hechos impactantes como la tragedia de Cromañón y el asesinato de Mariano Ferreyra demuestran la necesidad de transmitir las decisiones de la Justicia argentina. En este libro, María Bourdin explica la importancia del ingreso de las cámaras al Palacio de Tribunales y de que exista el Centro de Información Judicial (CIJ), cuya creación lideró. Aquí, el prólogo de Justicia y medios escrito por Ricardo Lorenzetti, presidente del Tribunal.

Ministros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. De izquierda a derecha, el doctor Raúl Zaffaroni; el doctor Enrique Santiago Petracchi, vicepresidente; la doctora Elena Highton de Nolasco; el
| Cedoc

Existen numerosos estudios sobre la relación entre la Justicia y los medios, enfocándose en las limitaciones que tienen la Justicia para comunicar y los medios para comprender. Este libro no se enfoca en las dificultades sino en cómo superarlas.

Los libros que declaran cómo deberían ser llevadas a cabo estas políticas públicas son incontables. El presente texto no se basa en declaraciones abstractas, sino que se refiere a lo hecho. Este abordaje es importante, porque uno puede escribir teorías que la práctica suele desmentir. La aplicación, en cambio, es el laboratorio donde se prueban las hipótesis.

Aquí se relatan casos con sus dificultades, cómo se hizo para superarlas y las enseñanzas que ello ha dejado. Todo contado por quienes lo llevaron adelante: los arquitectos y los constructores explican cómo hicieron la casa. Por esta razón, es conocimiento depurado por la acción superadora.(...)

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Es innegable el crecimiento de la judicialización de los conflictos. Si se analizara la agenda de un juez de hace cincuenta años, se comprobaría que sólo se refería a cuestiones de vecinos, patrimoniales, familiares o criminales; los jueces actuales tienen mucho más que eso: deciden sobre los derechos humanos, el sistema jubilatorio, la organización del mercado, el matrimonio homosexual, las tragedias colectivas, el narcotráfico o las catástrofes ambientales. No es posible explayarnos aquí sobre las razones de este fenómeno, pero su existencia es notoria: todos los grandes temas de la sociedad van al Poder Judicial.

Como consecuencia de ello, la participación de la decisión judicial en la noticia ha crecido enormemente. Es suficiente con repasar los diarios, los canales de televisión y hasta el cine, para constatar cuán importante es la presencia del juicio, de las investigaciones judiciales y de las sentencias.

En este contexto, es imposible continuar con la antigua concepción de la sentencia de los jueces. Durante toda la historia del Poder Judicial, la decisión ha sido producto de un profesional (el juez), destinada a otros profesionales (los abogados) y redactada en un lenguaje también profesional. Esta idea continúa en nuestros tiempos, pero es insuficiente. Se debe cambiar el paradigma, porque ya no se trata sólo de un asunto profesional y judicial. Hay un derecho de los ciudadanos a conocer las sentencias, y que éstas tengan un fundamento razonable. Durante el primer año (2005) en que asumí en la Corte Suprema, comencé a insistir en esta revolución comunicacional, recorriendo el país, hablando con los magistrados de todas las regiones, hasta que el cambio fue aprobado masivamente en la primera Conferencia Nacional de Jueces, realizada en la ciudad de Santa Fe, en 2006, que dio lugar al nacimiento del Centro de Información Judicial.

La decisión fue primero una declaración y luego, una serie de actos de gobierno, comenzando por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, la que fue seguida por numerosos tribunales de todo el país.

Actualmente, podemos decir que hay una política de Estado que importa un cambio copernicano; en vez de mirar hacia adentro, la comunicación se enfoca en el derecho de los ciudadanos hacia el Poder Judicial.

El primer paso para satisfacer este derecho es publicar toda la información de manera accesible. Este paso está siendo cumplido acabadamente.

La agencia de noticias llega a todo el periodismo en forma inmediata, por Twitter, Facebook y YouTube. Los ciudadanos se acostumbran a visitar la página con una frecuencia que nos ha sorprendido y que ha llegado a doscientos mil por día. Hay casos de audiencias que la gente escucha por YouTube desde su casa y en las que participa, opina y discute sobre lo que dicen los amigos del tribunal, las partes o los jueces. En las universidades se estudia con sentencias y con audiencias que se ven en directo o pueden ser mostradas en clase a los alumnos.

Ese nivel de transparencia y participación es impresionante como modelo de Gobierno Abierto, uno de los programas centrales de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Es importante señalar que estos principios se han mantenido con firmeza a lo largo del tiempo y, cualquiera fuera la noticia o circunstancia, siempre se ha publicado con seriedad. Esta conducta institucional le ha dado al Centro de Información Judicial un grado de credibilidad pública importantísimo, al punto tal que es citado como fuente en todos los medios, noticieros televisivos, programas radiales y producciones gráficas.

También es relevante destacar que se va construyendo, desde la nada, un debate público sobre la sentencia, lo que incentiva a los jueces a presentar con más claridad la razonabilidad de los argumentos que los llevan a adoptar una decisión, y ello produce un efecto buscado que analizaremos seguidamente.

El impacto en la teoría democrática del discurso jurídico

El volumen de la información presentada en sentencias, audiencias públicas, filmaciones de juicios, tiene un altísimo impacto.

Nuestra historia muestra que tenemos cierto déficit cultural, porque hemos sido militantes de verdades parciales, personas que se miran a sí mismas con la idea que legítimamente defienden. Quienes piensan diferente luchan, del mismo modo, con otros amigos, otras declaraciones.

No hay encuentro para escuchar al otro, no hay voluntad de ir a escuchar al otro. En todo tipo de conflictos se generan estas guerras de posiciones, con altísimos costos sociales, económicos, políticos, institucionales. Si bien el conflicto es inherente al funcionamiento social, resulta indispensable un lenguaje compartido para hablar, una casa común donde habitar.

Esta es la tragedia de los giros pendulares, de las batallas que uno gana sabiendo que el otro ganará dentro de un tiempo, la desesperanza de los ciudadanos que asisten al espectáculo de la destrucción de lo que trabajosamente aportan a construir. En la base de este razonamiento existe una despreocupación por el otro. Los argumentos ignoran por completo la idea de un contraargumento, es decir, de alguien que piense diferente, con lo cual uno debería asumir que se aplican a los que la comparten, y los otros deberían vivir en otra sociedad diferente.

También hay despreocupación por el conflicto, ya que se declara y se promete como si no hubiera otros que se oponen o recursos escasos. En no pocos supuestos escuchamos proposiciones negligentes por su aplicación, como si ello fuera un problema que debe resolver otra persona. Este discurso fracturado debe preocuparnos.

El Centro de Información Judicial expone los conflictos, grandes y pequeños, los debates, los argumentos y contraargumentos y, de esa manera todos aprendemos a escuchar al otro. Aunque parezca una obviedad, esta práctica tiende a desaparecer. Hasta unos años atrás, los ciudadanos se encontraban en la plaza pública, allí discutían; incluso hubo tribunales que defendieron el derecho a protestar en la calle sobre la base de que es necesaria la interacción, un roce, una discusión, para que las ideas evolucionen.

Actualmente, y sobre todo en internet, hay una tendencia a buscar, corroborar lo que uno quiere ver: las personas visitan las páginas que coinciden con el pensamiento, se relacionan con los amigos que piensan de modo similar en Facebook, participan de grupos que tienden a reforzar su identidad, es decir, hay una tendencia al aislamiento.

Obviamente, este fenómeno no se da en una sola dirección, ya que hay también debates en las redes sociales, pero la tendencia mayoritaria es hacia el aislamiento y la búsqueda de quienes piensan como uno. La falta de interacción entre opiniones contrapuestas produce, como dijera Cass Sunstein, un riesgo de ir hacia los extremos del pensamiento.

El Centro de Información Judicial es, en ese sentido, una plaza pública donde transitan todos los argumentos, contribuyendo así al debate democrático.

La idea es insistir sobre la necesidad de mirar los problemas considerando los diferentes puntos de vista, hacerse cargo de la complejidad que ello representa, fomentar el diálogo basado en la búsqueda de consensos y respetar el derecho de los ciudadanos a que las decisiones tengan un fundamento razonable. El pluralismo y la diversidad constituyen un hecho incontrastable, y por ello es necesario asumir criterios comprensivos de las distintas posiciones para arribar a un consenso entrecruzado que, si bien no será lo que cada uno desea, en cambio permitirá lo que todos desean, es decir, una sociedad ordenada sobre la base de un criterio más realista de justicia. (...)

En la profundidad de este cambio de paradigma puede advertirse el diseño de una institución, si es un sistema mediante el cual se impone una autoridad centralizada o bien tiene una base dialoguista. Para explicarlo, se puede utilizar la noción de modelos institucionales concentrados y descentralizados.

El modelo “concentrado-descendiente” presupone que las decisiones fundamentales deben ser adoptadas por una autoridad y de ella deben descender hacia los súbditos. Considera que el mundo está poblado por sectores que luchan de modo irreductible, y la única salida es dominar o ser dominados; el acuerdo es considerado una traición a las banderas que guían la batalla. Ello produce un antagonismo constante, una sociedad de opositores permanentes, y la solución del problema surge cuando una de las posiciones se impone a la otra. De allí que el interés general no surja de un acuerdo consensual, sino de su asimilación a razones de Estado, las que son definidas por grupos sectoriales que van cambiando sucesivamente en el control de las decisiones. La oposición no es simultánea sino sucesiva, con lo cual se generan ciclos de cambios que hacen girar pendularmente las decisiones obstaculizando las políticas de Estado. El grupo que llega se legitima tomando distancia del que lo precedió y anunciando un nuevo período fundacional de la república.

La refundación constante genera un esquema de conducta procíclico que lleva a la reiteración de la crisis, porque todo lo que se hace de una manera es destruido para volver a comenzar. Es como el mito de Sísifo, que en la versión de Camus era asimilado al trabajo inútil, ya que Sísifo fue condenado a llevar una piedra hacia lo más alto de la montaña y, cuando llegaba, la piedra caía y todo volvía a comenzar. Es evidente que la inestabilidad de las instituciones derivada de la falta de acuerdos básicos es uno de los aspectos que se deben solucionar.

El modelo “descentralizado-ascendiente” parte del supuesto contrario. La ley surge de un acuerdo básico entre los ciudadanos que deciden vivir en sociedad y asciende hacia los órganos que ejercen la autoridad, que son sus delegados.

Las diferencias son nítidas:

• En el primero las nociones básicas de la sociedad surgen de la decisión de una autoridad central que domina e impone sus ideas, mientras que en el segundo surgen del acuerdo de los ciudadanos;
• En el primero hay concentración mientras que en el segundo hay descentralización;
• En el primero hay homogeneidad y en el segundo, diversidad;
• En el primero hay exclusión de grupos mientras que en el segundo se busca la integración;
• En el primero hay resultados pacificadores en el plazo inmediato pero tensiones en el largo plazo; en el segundo, por el contrario, hay dificultades iniciales en el consenso pero, una vez que se logra, es más duradero. Los datos históricos son conocidos, pero nos interesa ahora su potencial como idea regulativa de soluciones relativas a la democracia y la justicia concreta. El modelo “ascendiente” permite examinar las decisiones conforme a un estándar de razonabilidad, ya que imagina una situación ideal de diálogo, de naturaleza contrafáctica, es decir, que sirve para comparar el modelo con los hechos. Ello presupone una noción dialoguista y consensual del funcionamiento democrático, en el que las concepciones no surgen de una autoridad central sino de la descentralización decisional.

Sobre la base del modelo “ascendiente” se puede pensar que toda decisión sobre los fundamentos de la democracia, aun de la justicia concreta, puede ser analizada conforme a si sería aceptada por los ciudadanos.

Se recurre a un acuerdo hipotético que toma en cuenta el grado de maduración que la sociedad muestra sobre la concepción de la justicia, entendida como los principios morales que aceptarían personas libres, iguales, racionales y razonables que permitan una convivencia basada en la cooperación.

La razonabilidad como criterio de corrección de justicia política para sociedades multiculturales implica que el objetivo es la paz social y no la imposición de determinado criterio sobre la vida. En la medida en que se busca la homogeneidad por sobre la diversidad, habrá más tensiones, contrariando la finalidad de pacificación social.

Este objetivo es importante para identificar la postura del juez, que debe ser procedimental y no sustantiva.

El juez constitucional es un identificador de los consensos básicos de la sociedad y no quien decide sobre la base de sus propias concepciones de la vida.(...) Cuando se adoptó la decisión de crear el Centro de Información Judicial, sólo hubo fracasos, ya que no había manera de hacer entender que no se trataba de una página web sino de una revolución comunicacional.

Por esta razón, hubo que recurrir a expertos que tuvieran experiencia fuera del Poder Judicial; tampoco era sencillo encontrar a alguien que resultara, al mismo tiempo, especialista en derecho, periodismo y tecnologías de la información, que son tres áreas casi divorciadas entre sí. Se hizo una búsqueda muy amplia y se fue acotando la selección entre aquellos que pudieran mostrar una experiencia exitosa en productos informáticos vinculados con la noticia judicial. Hubo varios intentos hasta que, finalmente, se contrató a la autora de este libro y a su equipo, por su perfil profesional, sus antecedentes y, por sobre todo, porque supo entender el cambio que se necesitaba.

La autora ha estudiado Abogacía y Periodismo, en ambos casos con posgrados y las mejores graduaciones. Esta conjunción de saberes es infrecuente, pero debemos sumarle además la experiencia, es decir, el conocimiento que sufre los desafíos de ser aplicado.

La escritora ha transitado por las duras batallas de lo cotidiano, porque ha trabajado en los medios de comunicación comenzando por donde se debe hacerlo, por los primeros escalones.

También cabe señalar que se ha especializado en las tecnologías de la información, es decir, el futuro. Posee el requisito fundamental de toda persona que triunfa: el amor desenfrenado por su profesión, que a uno lo lleva a pensar y actuar todos los días, sin horarios, porque el impulso propio del corazón excede el de las oficinas o el de las redacciones.

(...) Concluyendo este prólogo, es bueno decir que la creación del Centro de Información Judicial ha sido apoyada fuertemente por todos los miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, sea para difundir las ideas en momentos amables, sea para defenderlas en los momentos difíciles.