A menos de seis meses de cerrado el canje de deuda externa, el riesgo país toca niveles que superan los 1.600 puntos, un valor récord desde la reestructuración , impulsado por factores internacionales pero principalmente locales. Para los analistas, es producto de la falta de definición del rumbo económico y la falta de un sendero de deuda sostenible.
“Los mercados de deuda indican que está esperando el mundo acerca del desempeño de nuestro país hacia adelante. Un problema de confianza claramente existe, los mercados sobre reaccionan al ánimo actual. No es solo un problema de confianza, clima o (poca simpatía con los mercados, hay números concretos que nos obligan a pensar que Argentina está muy lejos de tener un sendero de deuda sostenible”, evaluó la consultora LCG.
Sobre la escalada del riesgo país, el economista de Fernando Baer, de Quantum Finanzas, dijo a PERFIL que “está todo relacionado a la destruccion de confianza, falta de definición de rumbo amigable con ambiente de negocios, inversión, empleo, y eso se relaciona directamente con posponer la negociacion con el FMI, y el cansancio que provocó Argentina en inversores del exterior”.
La nueva escalada del riesgo país complica más la recuperación
En sintonía, el financista Christian Buteler, sostuvo que “la situación con el riesgo país es bastante mala, un bono como el AL30 que se llegó a pagar US$ 51 después de la salida de la reestructuración, hoy vale US$35, una destrucción importante”.
A su juicio, los motivos de la trepada del riesgo país que tras la concreción del canje de deuda se había ubicado en 1.083 puntos, se explica un poco por razones internacionales como la suba de tasas, pero fundamentalmente “por temas locales”.
“Hay mucha desconfianza sobre la economía argentina. El tenedor de bonos de Argentina quedó muy decepcionado de lo que ha sucedido en el gobierno anterior, y no tiene confianza que el actual gobierno lo pueda mejorar, y eso se ve reflejado en los precios y en el riesgo país, son números muy preocupantes, y mantiene a la Argentina totalmente afuera de la posibilidad de volver a los mercados internacionales de crédito”.
Deuda. De acuerdo al análisis de LCG, “la medida de una buena reestructuración (sin patear el tablero) es que justamente se recomponga el vínculo entre deudor y acreedor. Ni chicha ni limonada, el Tesoro sigue endeudado de manera no sostenible y los pagos, por menos de US$ 6.000 millones que se deben afrontar en 2021 con el FMI y el Club de París, preocupan”.
Según el informe, el programa financiero en pesos de Argentina para 2021” acarrea necesidades en torno al 13,5% del PBI dependiendo del mix de financiamiento elegido (deuda versus emisión)”.
La consultora señaló que “no vemos un riesgo de no poder cumplir con el mismo”, aunque advirtió que “el financiamiento vía deuda del Tesoro ensancha el déficit financiero; los pesos cautivos en el sistema fluyen con facilidad tanto al BCRA como al fisco, pero la cuenta de intereses obliga a pensar en una desagradable aritmética a futuro”
“El panorama del programa financiero del 2021 no luce traumático. No obstante, enciende alarmas para los años venideros y obliga a repensar el éxito del canje de la deuda. La sostenibilidad de la deuda es un problema que parece estar lejos de haber sido resuelto, más bien estamos apenas dando los primeros pasos”, aseguró.
La sostenibilidad de la deuda es un problema que parece estar lejos de haber sido resuelto
El informe remarcó que “Argentina actualmente tiene un ratio de deuda a PBI superior al que dejó la gestión de Cambiemos”.
Al respecto, detalló que “el nivel de deuda del Tesoro a diciembre 2019 era del 90% del PBI, y a diciembre 2020 superaba el 100%. La deuda en moneda extranjera era del 70% para 2019, actualmente es del 79% del PBI (aun considerando que el tipo de cambio oficial es el adecuado para medirla)”.
El informe explicó que “el aumento de la deuda no se debió a un ingreso de financiamiento” sino que “el crecimiento de la deuda en moneda extranjera se sostiene en un nuevo endeudamiento con el BCRA, plasmado en la Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva de diciembre 2019 que implicó utilización de stocks de reservas internacionales para afrontar gastos corrientes, y en el posterior reconocimiento de intereses devengados en el canje”.
“Al cierre de esta gestión el incremento de la misma podría ser, bajo supuestos más optimistas que pesimistas, todavía casi 10 puntos del PBI superior al nivel de diciembre del 2019, y aún seguir sin acceso al mercado internacional de deuda”, estimó.
La consultora explicó que “la vara para medir sostenibilidad o no del endeudamiento depende en gran medida de una relación que involucra apenas cuatro variables: crecimiento, tasa de interés de los cupones de deuda, tipo de cambio real y resultado fiscal primario. A mayor tasa de interés y tipo de cambio real, menos sostenible. A mayor crecimiento y superávit fiscal, más sostenible”.
Martín Guzmám: "Hablar de sostenibilidad fiscal no es un concepto de derecha"
En este sentido consideró que “aún no está claro que la relación entre la tasa de interés y la tasa de crecimiento (dinámica automática de la deuda) sea favorable para el país. Sin considerar la caída por la pandemia, los últimos 10 años de estancamiento, acompañados de un magro desempeño de largo plazo, dejan una situación incómoda para defender la sostenibilidad”.
Según proyectó, “un escenario extremadamente optimista que incluya: un crecimiento del 7% anual en 2021 y luego del 2% ininterrumpidamente, un tipo de cambio real estable en los niveles actuales aun cuando la brecha es elevada, una convergencia del 4,5% de déficit para estacionarse en 1% de superávit fiscal primario ininterrumpido, y unas tasas de interés similares a las actuales, nos dejaría para el año 2030 un ratio de deuda a producto del 90%. Prácticamente el mismo nivel con el que el país tuvo problemas para conseguir acceso a los mercados”, proyectó.
“Siendo optimistas pero realistas, no debería esperarse que el tipo de cambio real se mantenga constante en un contexto de crecimiento ininterrumpido. El punto de partida ya indica que con el nivel actual hay que controlar el nivel de importaciones. Si asumimos el tipo de cambio real se deberá ir corrigiendo gradualmente, ya ni con el crecimiento continuo y superávit fiscal del 1% del PBI alcanzará para torcer la trayectoria de la deuda .Son estas condiciones objetivas las que indican que la deuda argentina sigue siendo considerada como basura a nivel global”, juzgó.
En este marco, subrayó: “los valores de los nuevos títulos son compatibles con un escenario de una quita de capital de entre el 30% y el 50% en menos de 5 años. Es grave, ningún acreedor espera que Argentina honre la deuda que se acaba de reestructurar hace apenas meses”.
“Esto parece indicar que el canje, lejos de haber sido virtuoso, fue un fracaso rotundo”, concluyó.