Ni con con dios ni con el diablo. Quién es quién queda a criterio del lector. En la cumbre del G20, Mauricio Macri es un equilibrista que busca, por un lado, aparecer como un mediador exitoso entre el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y su par chino, Xi Jinping, y evitar una guerra comercial. Pero sobre todo intenta no generar diferencias que puedan afectar la constante caza de inversiones en la que está inmersa la Argentina. Pasaron casi cuatro años de la campaña de 2015 en la que se prometía una lluvia de dólares. Por ahora sondea acuerdos por US$ 3000 millones.
“No queremos hacer diferencia entre los países. Estamos dispuestos a ayudar a todos los que quieran invertir en la Argentina”, se atajó el titular de la Agencia de Inversiones, Juan Pablo Tripodi, cuando le preguntaron por las inversiones chinas en el marco de la cumbre del G20.
El país hoy depende de los desembolsos del Fondo Monetario Internacional y en el corto plazo debe empezar a contar con dólares genuinos, ya sea por la vía comercial como a través de la inversión. El próximo año, de elecciones, podrían fugarse entre US$ 15 mil y US$ 20 mil millones según calcularon los economistas y, si bien el déficit comercial está en baja, la cuenta corriente seguirá siendo deficitaria.
El cierre del G20 no incluirá una megacifra de anuncios de inversión y tal vez por eso también desde el oficialismo aclaran que “el G20 no es para atraer inversiones”. Sin embargo, remarcan que “la Argentina es el centro del mundo por dos días”, y aunque el foco esté puesto en otros países y hasta en la Copa Libertadores, igual buscarán acercar el interés de los países en sectores claves.
De gigantes. Rutas, ferrocarriles, aeropuertos y energía dependen, casi en la misma magnitud, de las dos potencias. Y el comercio, de que no se desate una guerra de mercado entre los dos países. A ellos también se les suma Rusia, con poder de fuego en algunos sectores de industria pesada, como los trenes (el gigante TMH ya mantiene contactos), mientras que Europa puede definir también el futuro de los subtes y ahora (pelean firmas de Alemania y Francia), además, del puerto de Buenos Aires.
Tan solo en el área de transporte, Guillermo Dietrich estima que hay inversiones por US$ 1.000 millones que se cierran en las reuniones bilaterales que se realizan este fin de semana en Buenos Aires. “Estados Unidos y China son los principales países con los que se está cerrando financiamiento”, dijo el funcionario a PERFIL.
Estados Unidos anunció un giro de US$ 800 millones a través de una agencia de promoción de inversiones en el exterior, la OPIC, que incluye el desarrollo de la Ruta 7, en el marco de un plan de más de US$ 3 mil millones. China hizo lo propio con la Ruta 5 y para trenes, de la mano del Banco de China. Los ferrocarriles también atraen a Rusia.
Cuando se firmó el acuerdo con Estados Unidos, en el Palacio San Martín, el canciller Jorge Faurie no ocultó la avidez por los dólares de los socios del G20. “La inversión es esencial para la Argentina”, indicó.
Pendiente. “El costo de financiamiento pone a la Argentina en desventaja. Los impuestos y la fuerza laboral también incrementan los costos”, dijo Tripodi al enumerar lo que falta. “En los próximos cinco años la reforma fiscal va a seguir su proceso. Y la reforma laboral es más difícil de lo que pensábamos”, admitió.
En el G20 hubo acuerdos por financiamiento, con fondos del BID –para la represa de Salto Grande–, del BEI (Banco Europeo de Inversión) y del Banco Mundial, además de otros bilaterales, como Francia, que aportará más de 300 millones de euros para mejorar el control marítimo a través de las Agencias de Crédito para Exportación.
“Sin una condición estable de mercado es imposible conseguir financiamiento e invertir. Necesitamos pensar en el largo plazo”, evaluó Andrés Gismondi, el director general de Vestas, del sector de energía renovable.
Mariano Bosch, presidente de Adecoagro, también hizo hincapié en esos puntos. “Me pone contento cuando escucho al presidente hablar de las reformas todo el tiempo. Es necesario tener un mercado abierto para contratar gente”, remarcó. Para Carlos Ormachea, presidente de Tecpetrol, la petrolera del grupo Techint, “hay una larga lista” de puntos pendientes. “Bajar costos y desarrollar el mercado”, resumió como prioridades.
Para EE.UU., “hubo un gran cambio”
“Hubo un gran cambio”, evaluó Ray Washburne, presidente de la Corporación para la Inversión Privada en el Extranjero (OPIC) de los Estados Unidos, quien firmó una serie de acuerdos por unos US$ 813 millones, para proyectos que en total ascienden a US$ 3 mil millones. Para el texano, que define su institución como un “banco de inversión”, lo importante es que se mantenga “el sistema de justicia” en la Argentina. También consideró que el acuerdo con el FMI “sirve para generar confianza”.
Los convenios firmados se centraron en infraestructura y energía, las dos áreas que despiertan más interés del exterior. “No sabemos cómo será el próximo gobierno. Pero estas inversiones son de largo plazo. Además de energía, hay otros sectores de interés como agricultura, autopistas, aeropuertos. Todos los sectores son bienvenidos”, agregó Washburne.
Una de las empresas con las que firmó fue Tecpetrol, del Grupo Techint, cuyo presidente, Paolo Rocca, fue procesado en la semana en una causa por corrupción. “Mientras se mantenga la justicia, las compañías van a invertir. De alguna forma, si las compañías no se sienten seguras, si no hay seguridad jurídica, las empresas no vienen y tampoco venimos nosotros porque no hacemos los proyectos, solo acercamos el financiamiento”, evaluó sobre los casos de corrupción.