Pocas veces en la vida un empresario recibe “una oferta que no puede rechazar”. Esa vez ocurrió en 2012 para Jorge Sánchez Córdova, el presidente y entonces dueño del Banco Finansur. Hace diez días, el Banco Central aprobó por unanimidad la compra de la entidad por parte de Grupo Indalo, el holding del empresario Cristóbal López, también propietario de una red de salas de juego con Casino Club, y de fuertes vínculos con la Casa Rosada.
Si bien no trascendió la cifra de la operación, hace dos años y medio López habría ofrecido más de $ 125 millones para desembarcar en el sistema financiero al quedarse con el Finansur, un banco de nicho, especializado en créditos pyme. En el mercado aseguran que es una cifra por encima de lo que salía realmente la empresa. “El precio fue decisivo para que se concretara la venta”, dicen cerca de los vendedores.
No se trató de una compra sencilla. El juego es una de las actividades en la mira de los organismos contra el lavado de dinero. El riesgo se multiplica si el propietario de un casino también maneja un banco, dice Alicia López, ex titular de la Unidad de Información Financiera. De hecho, tuvieron que pasar dos presidentes en la autoridad monetaria (Mercedes Marcó del Pont y Juan Carlos Fábrega) antes de que finalmente Alejandro Vanoli, algo más de seis meses después de asumir, aprobara el pliego, no sin aclarar que había dado el OK la propia UIF que conduce José Sbatella.
Desde los 70. De 63 años, Sánchez Córdova es un banquero de perfil bajo, quizás hasta ahora sólo conocido por los socios de Boca. Hasta 2014 fue tesorero del club de la Ribera, cuando renunció a la comisión directiva en la gestión de Daniel Angelici, en oposición a las pretensiones económicas de Juan Román Riquelme. De hecho, el día que le autorizaron la venta a López estaba más preocupado por el comienzo de la serie de Libertadores que perdió con River, aquella noche del 1 a 0 en el Monumental.
Pero en la City es mucho más conocido por sus pares. Empezó en los 70 en la financiera Bullrich. Luego se metió en la Bolsa y armó Sánchez Córdova y Cía. En plena hiperinflación compró Finansur Compañía Financiera, con sede en Bahía Blanca, y en los 90 la convirtió en banco. Sacó pecho luego de sortear con éxito la crisis del Tequila. Tras una fuerte expansión al compás del crecimiento de la economía, hoy le vende a López un banco con $ 1.000 millones de depósitos, 13 sucursales y activos por $ 1.800 millones. Y presencia en dos negocios clave: pagan 70 mil jubilaciones y son uno de los mayores operadores cambiarios. “Creció haciendo negocios con fuerte vínculo personal con otros popes de la banca nacional como Jorge Brito, hoy al frente del Macro, Jorge Stuart Milne, hoy en el Patagonia, y José Luis ‘Chicho’ Pardo, referente del Mariva”, explican quienes lo conocen en el mercado.
Es un as de la bicicleta, pero no sólo financiera: ha corrido varias etapas del Tour de France, la carrera más famosa del mundo, y también los cien kilómetros de Buenos Aires.
El futuro. En rigor, Sánchez Córdova cedió el 70% de las acciones de Finansur a López, y se quedó con el resto. Por ello, a pedido de López, seguirá siendo el presidente, secundado por su hijo Tomás. El banquero se guardó la opción, sin embargo, de vender ese 30% y salir del Finansur para encarar nuevos proyectos. Otro socio minoritario hasta hace poco en el banco, Marcelo Figueiras, de Laboratorios Richmond y proveedor del Estado, también vendió.
A nadie le resulta cómodo el vínculo con López, proveedor de servicio petrolero, amigo de Néstor Kirchner, cuyos negocios se expandieron a medios, alimenticias, estaciones de servicio y refinería de hidrocarburos, restaurantes, hasta sumar ahora también un banco. El Finansur, al incorporarse a Indalo, sumará por lo pronto los 15 mil empleados a los que les administrará las cuentas sueldo. Es probable, además, que la nueva estrategia sea crecer y masificar el negocio financiero.
Golpe a Casino Club en la Ciudad
En las últimas semanas, los esfuerzos de Cristóbal López, el Zar del Juego, dueño de Casino Club, con el Hipódromo de Palermo y los buques de Puerto Madero como principales negocios, se centraron en lograr que la Ciudad de Buenos Aires no dejara sin efecto un convenio por el que le cedía a la competencia en el tema a la Nación.
Pero no tuvo éxito. Finalmente, anteayer, el gobierno de Mauricio Macri decidió no prorrogar el convenio que se extendía automáticamente cada cuatro años y que de estirarse otra vez le hubiera garantizado a López el control de la administración central también con el próximo presidente.
Según contó PERFIL ayer, fue el presidente de Boca, y amigo del jefe de Gobierno porteño, Daniel “el Tano” Angelici, quien intentó, sin suerte, convencer a la cúpula del PRO de que lo mejor era sostener el statu quo con respecto al juego.
Con esta decisión, si el próximo jefe comunal recupera las potestades podría cobrarle ingresos brutos al juego porteño y, más aún, hasta rescindirle la millonaria concesión a Cristóbal y sus socios. El oscuro convenio había sido firmado el 30 de octubre de 2003 entre Aníbal Ibarra y Néstor Kirchner.