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COLUMNA

Opinión: Momentos de decisión

zucho
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Hay momentos en la vida en que uno tiene que tomar decisiones, períodos en que es más importante el momento de inversión que el precio. Nassim Taleb, un matemático con lindas historias financieras, cuenta que hay probabilidades que son ciertas. Por ejemplo, la probabilidad de morir aumenta con el tiempo, y en la medida en que este pasa, es más probable que suceda, sobre todo si ya superé los 90 años de vida.

Pero hay otras que tienen un pico y que, si no suceden ahí, es poco probable que vuelvan a suceder. Por ejemplo, si el Papa tarda estadísticamente seis semanas en contestar una carta y le escribí hace cinco semanas, estoy en el punto máximo de mi expectativa, si quieren por dos semanas más. Pero si todavía no me contestó a la semana ocho, nueve, diez o al año, es muy tonto de mi parte seguir esperando.

Por eso esta nota se llama “Momentos de decisión”, porque creo que es la oportunidad de que pasen cosas importantes, de tomar decisiones relevantes no para ahora, sino para los próximos veinte años, que son mucho más profundas que solo decisiones económicas.

Creo que vale la pena asumir el riesgo de invertir dinero genuino hoy en Argentina, porque los precios están baratos y porque la mayoría espera muy poco del futuro. En ese escenario, es donde se puede ganar más mercado.

Lejos de ser descriptivo, pretendo reflexionar sobre oportunidades que aparecen en momentos de incertidumbre. Para ello, voy utilizar un cuento que ejemplifica mi percepción de oportunidades para pequeñas empresas hoy. Cuenta la historia que, en una sesión grupal, una psicóloga levantó un vaso de agua. Todo el mundo esperaba la siguiente pregunta: “¿Está medio lleno o medio vacío?” Sin embargo, ella preguntó: “¿Cuánto pesa este vaso?” Las respuestas variaron entre 200 y 250 gramos. Pero la psicóloga respondió: “El peso absoluto no es importante, depende de cuánto tiempo lo sostengo. Si lo sostengo un minuto no es problema, probablemente pese 250 gramos, si lo sostengo una hora me dolerá el brazo, y si lo sostengo un día mi brazo se entumecerá y paralizará. El peso del vaso no cambia, pero cuanto más tiempo lo sujeto, más pesado se vuelve”.

Las inconsistencias o los des-arbitrajes económicos son como el vaso de agua. Si solo duran un rato, no pasa nada. Si se mantienen en el mediano plazo, empiezan a doler. Si la sociedad se acostumbra a ellos, ante las incertidumbres que esto genera en el futuro, vivimos un presente paralizados, incapaces de reaccionar y, paradójicamente, perjudicando nuestro futuro. Así estamos, paralizados.

Ahora bien, ¿nos quedamos en la queja o le buscamos la vuelta? El mundo PyME no tiene “plan b”, pase lo que pase en la política, tenemos que salir a trabajar igual, por nosotros y por las familias a las que les damos trabajo. Por eso el ejemplo del vaso de agua me permite desnudar algunos des-arbitrajes que se pueden aprovechar.

Aprendimos que de corto plazo te pueden subsidiar la compra de autos, de energía, de transporte, de nafta. Es más, estas  son medidas que incentivan la demanda, pero si no hay inversión a largo plazo para darte ese servicio y para aumentar la oferta, ese subsidio se transforma en un sacrificio para los contribuyentes. Cuando te faltan las cosas básicas, el precio es secundario. No saber si uno va a conseguir el insumo necesario para producir, genera incertidumbre. Esta incertidumbre paraliza. Las PyMEs son un motor esencial para esto, no es demagogia, es que tienen una flexibilidad más alta para transformarse en escenarios conflictivos. A una mega empresa le lleva muchos años adaptarse a los cambios. Siendo Argentina muy volátil, quizás este momento sea una oportunidad donde los grandes se van y dejan un espacio vacío. El mercado está desinvertido y desfinanciado. El que primero invierta, gana el mercado. Veo valor en el que tiene el producto.

Aprendimos que de corto plazo podés poner precios máximos en el supermercado, a las tasas de interés o al valor del dólar, pero se elimina la competencia dejando solo que quede en pie el que pueda soportarlo, el más fuerte. El supermercado no produce. El banco usa dinero de terceros. Por ende, el que congela es el productor o al ahorrista. Así, lo están desalentando a producir o ahorrar más. Esta incertidumbre paraliza. Muchas de las medidas de hoy afectan al proveedor de la cadena productiva, y este rol lo asumen las PyMEs. En este escenario gana el que mejor administra sus costos y su stock. Las grandes cadenas se van quedando sin productos, entonces, esto siempre termina con que el productor de bienes y servicios es más importante que el distribuidor de los mismos. Veo valor en el que tiene el producto.

En fin, aprendimos que no se generan negocios reales y riqueza emitiendo plata ni tomando deuda, tampoco subiendo impuestos a los que producen. Como conclusión, el mercado de capitales siempre resulta como una caja de resonancia de la percepción de la economía real, del día a día de las finanzas públicas reflejado en el mercado de bonos, en la rentabilidad de las empresas reflejado en el valor de las acciones, o en la percepción de riesgo reflejado en el costo del dinero para financiar proyectos o PyMEs.

La falta de crédito, el cansancio de ver siempre lo mismo y el notar que hace años no llegamos a ningún lado, nos va a obligar a cambiar y nos pone ante una oportunidad histórica de hacer las cosas bien. Por eso creo que vale la pena asumir el riesgo de invertir dinero genuino hoy en Argentina, porque los precios están baratos y porque la mayoría espera muy poco del futuro. En ese escenario, es donde se puede ganar más mercado.

* Licenciado en Administración y especialista en finanzas