Así como la remodelación de la residencia presidencial para que allí viva una familia con una menor es una novedad doméstica en la historia de los presidentes que ocuparon esa casa, la recuperación de las áreas de esparcimiento y la instalación de una huerta también forman parte de esos cambios de la presente gestión. De la cancha de tenis todavía no hay novedades pero sí de los picaditos que ya forman parte de la rutina de esparcimiento de, en principio, funcionarios y miembros del gabinete. Ya hubo un partido debut hace unas tres semanas y el martes último repitieron desafío. Pero ese día hubo dos jugadores que necesitaron casi tanto como Macri a Cris, su armonizadora budista, cuando quiere limpiar un espacio ocupado por su antecesora en la Rosada o para tañer sobre su cuerpo los cuencos tibetanos. Ellos fueron Marcos Peña y Alfonso Prat-Gay.
Ese martes ambos dieron anuncios y luego sostuvieron –no enfrentaron– una conferencia de prensa sobre temas centrales de la presente agenda económica. Por eso, nada mejor que un fútbol para cerrar una jornada que supuso un lógico estrés. Como sucedió en el “partido inaugural” hubo un empate entre Casa Rosada vs. Ministerios. Pero a diferencia de aquella vez, los respectivos equipos no se conformaron con el 3 a 3, necesitaban que hubiera un ganador para fogonear un nuevo desafío y descargar en bromas whatsapperas la tensión propia de estos casi dos meses de gestión. Y el resultado final fue desastroso para el equipo liderado por el habilidoso –en el césped presidencial– Peña: en el desempate por penales Casa Rosada perdió 7 a 1, casi una versión del vergonzoso derrumbe de Brasil ante Alemania. Con ese resultado los goles de Carlos Mac Allister –de tiro libre–, José Torello y un asesor de gabinete convertidos para la Rosada pasaron al olvido y se potenciaron los de Hernán Lacunza –de tiro libre–, Andrés Ibarra y un asesor, del equipo ganador. Aunque Rogelio Frigerio salió lesionado participó del asado de cierre. La incógnita que quedó fue saber si la carne era la que Prat-Gay encontró cara en el supermercado.
Carnet
En medio de la agitada coyuntura también hay espacio para la broma. Y entre disparos sobre su accionar a Diego Bossio le dijeron que si sumarse
a la ruptura del bloque del FpV iba a ser su decisión después de haber “abrazado” el proyecto, éste era el fin de semana que tendría que haber elegido para visitar Punta del Este. Así, quizá, hubiera recibido algún saludo de apoyo en lugar de un abucheo de parte de un intemperante turista vernáculo como le sucedió.
Se dice que cuando hay un ganador aparecen varios queriendo arrogarse cierta potestad sobre una fracción del mismo. Y un ejemplo de esto es cierto periodista oficialista que comenta a discreción que el interés de Macri en las prácticas budistas comenzó luego de la lectura de uno de los libros de su autoría.
No hay dos sin... mil
Peronistas, peronómetros y peronólogos abundan estos días. Y no es para menos cuando el principal partido político de la Argentina deja el poder y se vuelve oposición. Esta vez el politólogo y consultor Juan Manuel Sabaris, en clave PJ, reunió en un tradicional country de la zona de Moreno a varios de sus clientes. Como siempre, más allá de los números de encuestas y análisis políticos, en este tipo de eventos lo más interesante son las anécdotas. Mientras todos hablaban de los problemas del PJ, sobre todo en el Congreso, un experimentado sindicalista, para desdramatizar el momento, recordó una máxima peronista, aplicada en tiempos de Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa: “No nos quejemos muchachos, separados cobramos todos y mejor cuando somos oposición...”. Al parecer, se repiten las estrategias de supervivencia y de regreso al poder del justicialismo. También, los oficialismos que las padecen. Todos recordaban el último “favor” legislativo que le hicieron al gobierno de la Alianza con la Ley de Flexibilización Laboral. Otro asistente más joven recurrió a la figura del androide T-1000 de Terminator II: el peronismo –no utilizó la palabra kircherismo– se parece a ese personaje que, atacado, se diluía como el mercurio para luego recuperar su fisonomía o adquirir la de otro personaje.
Incorporación
Mariano Botas –ex IBM, Shell, Bayer, Quilmes/AB InBev– es otro de los que quieren incursionar en la función pública y se sumó al equipo del ministro porteño Bruno Screnci como subsecretario de Relaciones Interjurisdiccionales.