ELOBSERVADOR
gaby weber, periodista alemana

“El caso Adolf Eichmann fue un montaje”

En un polémico libro, denuncia que el secuestro en Argentina y el juicio del nazi se armaron para tapar un crimen del Pentágono. Un testigo al que nadie escuchó.

Segura. Gaby Weber, en su departamento de San Telmo: “Hay que comparar los documentos de hace cincuenta años con los que tenemos hoy”.
| Enrique Manuel Abbate

Para la periodista alemana Gaby Weber, el secuestro del nazi Adolf Eichmann en la Argentina en mayo de 1960 no fue un asunto estrictamente vinculado con la Segunda Guerra Mundial. Después de años de investigación y de lograr en los tribunales de Alemania que los servicios de inteligencia de ese país liberaran una serie de expedientes sellados por más de medio siglo, Weber llegó a la conclusión de que la salida de Eichmann del país y su histórico juicio en Jerusalén fueron en realidad un capítulo de la Guerra Fría. Un capítulo, por cierto, lleno de puntos oscuros.
El caso Eichmann, señala Weber, no fue un fin, sino un medio: no se trata sólo de la historia de un  trabajador de Mercedes-Benz que escondía detrás de su aspecto de oficinista del Gran Buenos Aires un currículum como responsable de la Solución Final, ni se resume a una operación de relojería del Mossad israelí para capturarlo y depositarlo ante un tribunal por sus crímenes. A esa trama habría que sumar la intención de tapar un delito internacional cometido en el Cono Sur nada menos que por el Pentágono.
“En mayo de 1960 –explica Weber en su departamento de San Telmo– llegaron a la Patagonia siete aviones bombarderos con armas nucleares para realizar explosiones subterráneas. Era una época en la que Estados Unidos tenía firmada una moratoria con la Unión Soviética, y no hubiera podido hacer algo así. Las noticias sobre la presencia de estos aviones salieron en la prensa local. Y al mismo tiempo pasó el terremoto de Valdivia, y los estadounidenses decían ‘fuimos nosotros’. Entonces surgió este montaje de Eichmann para que fuera la gran noticia en los diarios del mundo. Y así fue”.

Historia oficial. Lo que dijeron los diarios de todo el mundo en mayo de 1960, y desde entonces también los libros de historia, fue que el ex jerarca nazi había sido secuestrado por un comando de inteligencia israelí cuando regresaba luego del trabajo a su casa de la calle Garibaldi, en la localidad bonaerense de San Fernando. Luego de la captura, Eichmann fue sacado del país ilegalmente y apareció once días después en Israel, con el previsible escándalo diplomático como telón de fondo por la violación de la soberanía argentina. Su juicio se transformó en uno de los procesos más difundidos de la historia, y su caso, en la personificación de la búsqueda de justicia del flamante Estado israelí.
Para Weber, todo fue un montaje. “El Mossad –asegura– no tenía forma de sacar en secreto a una persona del país. En aquella época vinieron cuatro o cinco personas, que no hablaban ni español; vinieron en ropa de verano en pleno invierno, y desde el momento que pisaron Argentina estuvieron en la mira de la Side. Todo suena muy ridículo. Yo pedí a la Justicia alemana en 2008 que me diera acceso a los expedientes del caso, y me costó tres años de litigio. Fue el primer juicio a un servicio de inteligencia alemán. Lo gané, y me tuvieron que dar 4 mil páginas, en las que figura que Eichmann no estaba escondido, que tenía muy buena relación con algunas familias de la comunidad judía, que había pasado información a Israel a través de la DAIA. En la época, para Israel, la posibilidad de recibir información de primera mano era clave”.  
La información surgida de los papeles liberados judicialmente por Weber constituye la columna vertebral del libro Los expedientes Eichmann (Sudamericana). Y la (muy)  provocadora hipótesis de la autora es que el único objetivo de toda la operación fue desviar la atención. “Estados Unidos había sido invitado a hacer ejercicios por el gobierno de (Arturo) Frondizi. Los bombarderos que envió el Pentágono fueron al sur e hicieron ensayos nucleares. Tengo hasta los números de los aviones, y no lo niegan. Y estoy haciendo solicitudes de información al Pentágono, al Ministerio de Energía de Estados Unidos. Al mismo tiempo, pasó el terremoto de Valdivia, y quiero aclarar que aunque algo así no es causado por una bomba, cuando uno libera energía bajo tierra puede, sí, iniciar un temblor. Y ellos decían ‘fuimos nosotros’”.
Cuando dice “ellos”, Weber se refiere al presidente de Estados Unidos, Dwight Eisenhower, y a sus hombres en el Pentágono. Y luego agrega el nombre del entonces primer ministro de Israel, David Ben Gurion, quien según Weber aceptó la operación Eichmann para negociar la aprobación de la Casa Blanca para que Israel pudiera contar con su propio arsenal nuclear. “Al mismo tiempo, Gurion pudo chantajear al gobierno alemán de (Konrad) Adenauer, que a cambio del silencio del nazi pagó 630 millones de marcos y aportó tecnología nuclear”.
La autora considera que al caso hay que darle una nueva interpretación histórica. “Hay que comparar –dice– los documentos de hace cincuenta años con los que tenemos hoy. No rumores o papeles turbios, sino informaciones de registros oficiales. El juicio y todo lo que hubo detrás es vergonzoso. Es cierto que es el punto de partida en el que se empieza a instalar el tema del genocidio a nivel internacional. Pero todo el resto fue negociado. ¿Qué dijo Eichmann en el juicio? Nada sobre el exilio nazi, la colaboración con el Vaticano, la fuga de los nazis a América Latina, del apoyo de la industria alemana al nazismo, ni de todos los nazis que tuvieron un rol en el llamado ‘milagro alemán’”.