La satisfa-cción de los argentinos con la marcha general de las cosas, así como la aprobación presidencial están alcanzando los valores más bajos desde la llegada de Mauricio Macri al Gobierno. Ante esta caída en los principales indicadores de apoyo de la opinión pública al Gobierno, se adelantan las especulaciones sobre los posibles escenarios de las ele-cciones presidenciales del año que viene.
Si bien falta más de un año, es interesante indagar acerca de las actuales preferencias del electorado en relación a las próximas elecciones. Así lo venimos haciendo en el marco de la encuesta de satisfacción política y opinión pública de la Universidad de San Andrés (#Espop). Realizamos 1.007 entrevistas entre el 16 y el 25 de agosto de 2018 a adultos de 18-64 años conectados a internet, en Argentina. La muestra es proporcional al tamaño de las provincias y representativa a nivel de las regiones. Los datos han sido ponderados por nivel socioeconómico.
Desde las elecciones de medio término del año pasado la satisfacción con la marcha general de las cosas cayó 34 puntos porcentuales, del 53% en el mes de octubre de 2017 al 19% en nuestra última medición de agosto de 2018. Algo similar sucedió con la aprobación de la gestión del Presidente, cayendo 32 puntos porcentuales del 64% en octubre de 2017 al 34% en agosto. Si bien este descenso se registró en todos los sectores sociales, hay algunas diferencias para destacar: la aprobación del Gobierno en los sectores ABC1 es del 55%, mientras que en los sectores medios cae al 37% y en los más bajos al 30%.
Imagen. Al mismo tiempo que la satisfacción y la aprobación del Gobierno caen, también cae la imagen de los principales dirigentes políticos de la coalición de gobierno y sube la imagen de los políticos de oposición. La caída de la imagen del Presidente y de la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, al respecto es muy ilustrativa. El Presidente cayó de un 67% de imagen positiva a un 38%, mientras que la gobernadora cayó del 74% al 47%. El que más daño acusó fu el Presidente, que en la actualidad tiene un 57% de imagen negativa. Pese a la merma que sufrieron en la imagen, de todos modos figuran en el top de la lista de los dirigentes con imagen positiva.
En paralelo, la ex presidenta Cristina Fernández experimentó un crecimiento en su imagen positiva, pasando del 18% de imagen positiva en noviembre de 2017 a un 28% en la actualidad. El crecimiento de la imagen positiva de CFK no implica que haya experimentado una mejora global, ya que su imagen negativa en la actualidad llega casi al 70%. Este es el dilema CFK para la oposición en su conjunto: pese a que su imagen aumenta el rechazo hacia ella permanece muy alto, y no es capitalizado, al menos hasta ahora por ningún político de la oposición.
Al respecto, cabe destacar el posicionamiento de Ricardo Alfonsín, ex candidato presidencial de la UCR en 2011, y de Roberto Lavagna, ex ministro de Economía de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner, y ex candidato presidencial en 2007. Ricardo Alfonsín, sostenidamente tiene una imagen positiva que oscila entre el 51% y el 47%, según nuestra última medición. La imagen de Roberto Lavagna, oscila en nuestras mediciones entre 36% y el 33%, con muy poca imagen negativa.
En una situación similar se encuentra el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey. La imagen del ex candidato presidencial de 2015, Sergio Massa, se encuentra en esos niveles (30%), aunque en retroceso respecto del 56% de imagen positiva que presentaba en junio de 2016 cuando era el dirigente con mejor imagen.
La imagen de un político, de todos modos, hay que tomarla con cautela. Tener una imagen positiva alta no es equivalente a que los electores lo vayan a votar. Hay dirigentes con porcentajes muy elevados de imagen positiva que en el momento de las elecciones no son tomados como primera opción por parte de los votantes. Hay dirigentes que tienen proporciones muy bajas de imagen positiva, pero aquellos que opinan bien de él o ella los votan seguro. Un ejemplo del primer caso ha sido Margarita Stolbizer, un ejemplo del segundo caso es Cristina Fernández. Lo que sí es seguro es que, a priori, nadie vota a un candidato o candidata respecto del cual se tiene una opinión negativa. Aunque hay excepciones: como en las que un elector se ve obligado a elegir por la alternativa menos mala.
Intención de voto. A más de un año es imposible saber quiénes serán los candidatos y candidatas que competirán en la elección presidencial de 2019, por lo que resulta problemático estimar la intención de voto de dirigentes políticos de los cuales los entrevistados no saben si estarán o no en las papeletas electorales. Eso no implica que no se pueden hacer estudios para estimar la existencia de núcleos duros o mercados de votantes probables, así como estimar aquellos que suelen denominar “techo” electoral. Cualquiera sea el caso, lo que sí podemos estimar son las preferencias y las inclinaciones actuales de los electores por el oficialismo o la oposición, en cualquiera de sus diferentes versiones. Desde el mes de abril venimos observando cómo evolucionan las preferencias actuales respecto de un escenario futuro como el de la elección presidencial. De abril a junio, encontramos una intención de voto más o menos estable hacia el oficialismo del 37% así como una intención de voto por la oposición del 25%, los indecisos alcanzaban el 28% de los entrevistados. De junio a agosto, con el deterioro del desempeño económico y el consiguiente impacto negativo en la opinión pública sobre el Gobierno en general, los indecisos se incrementaron a un 35% y los electores en favor del Gobierno cayeron al 27%. La intención de voto en favor de algún candidato de la oposición creció al 30%. La pintura es más o menos clara en la actualidad: un poco más de un tercio no sabe a quién votará aún, mientras que la oposición consolida a un tercio y el oficialismo a un cuarto del electorado.
La fragmentación de la oposición y la intención de los indecisos. En los sistemas bipartidistas, el rechazo al partido oficialista tiene un solo beneficiario: el único partido de oposición. Eso es menos claro en los sistemas multipartidistas, por obvias razones. En los sistemas donde predominan los candidatos individuales por sobre las etiquetas partidarias, es casi imposible tener certezas. De todas formas, podemos ordenar las alternativas de los argentinos en unas pocas etiquetas políticas más o menos orientativas. Del 30% que se inclina a votar a la oposición de manera decidida, un 33% en la actualidad lo haría por Unidad Ciudadana, mientras que un 15% lo haría por algún candidato del Partido Justicialista o del Peronismo Federal. Mientras que un 14% dice que votaría por el FIT. Un 35% del 30% que se inclinaría por la oposición, votaría por otras alternativas o aún no sabe o prefiere no responder. Los resultados de intención de voto son coyunturales. Por otra parte, las etiquetas políticas sin nombres de candidatos específicos son superficialmente orientativas.
Los que dicen no saber aún por quién votar constituyen la proporción más grande (35%) de los entrevistados. Al repreguntarles hacia dónde se inclinarían, un 58% persistió en responder no saber o no querer contestar, mientras que el resto se dividió casi en partes iguales: un 22% se inclinó por “un candidato de Cambiemos” y un 20% por “algún candidato de la oposición”.
Resumiendo. El desempeño en los principales indicadores económicos (devaluación del peso, caída de los salarios, alta inflación, endeudamiento creciente) erosionan el respaldo de la opinión pública al Gobierno en forma continua: el 79% está insatisfecho con la marcha general de las cosas en el país y el 64% desaprueba la gestión del presidente Mauricio Macri. Aún ninguna fuerza política y, muchos menos, ningún candidato o candidata logra capitalizar ese descontento. La incógnita prevalecerá por unos meses: ¿será el Gobierno capaz de revertir la tendencia? ¿Emergerá una alternativa que permita encausar la insatisfacción creciente? ¿O marchamos hacia un escenario de insatisfa-cción y alta incertidumbre?n
*Politólogo. Director de la Encuesta de Satisfacción y Opinión Pública – Universidad de San Andrés. @dgreynoso