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CIUDAD DE BUENOS AIRES

La tenencia precaria de vivienda, el paso previo a la situación de calle

Un problema social no siempre puesto de manifiesto en el análisis es el de las personas que no son propietarias ni alquilan con contrato en la Ciudad. Las inequidades tienden a aumentar.

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Ocupas. Es una de las categorías más frecuentes de posesión de vivienda precaria. Se necesitan políticas activas para generar un escenario de soluciones. | Adrian Stehlik

La reciente ola polar acaecida en el país, y en la Ciudad de Buenos en particular, desnudó un problema tan antiguo como la aparición de las grandes urbes en el mundo: el riesgo de calle o de estar en situación de calle para un hogar y sus habitantes.

Más allá del debate sobre el número de personas que enfrentan estos riesgos, las controversias mediáticas, y el posible uso político de la condición de pobreza humana y el riesgo de calle –tanto de estar en ella como de llegar a estarlo– durante una campaña electoral, impera la necesidad de analizar el riesgo de calle y la pobreza estructural urbana desde una perspectiva que no ha sido suficientemente abordada, tanto por los medios como por los académicos: la tenencia precaria de vivienda. Ella trasciende la típica dicotomía “propietario-inquilino”, determina –sin ser condición suficiente– la pobreza estructural y hoy asciende al 12,2% de los hogares, cuando hace 15 años era de 9,6%. En otras palabras, casi 158 mil hogares porteños no poseen tenencia regular de su vivienda.

Mediciones. Cabe preguntarse entonces: ¿qué es la tenencia precaria? ¿Cómo se mide? ¿Cómo evolucionó en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en los últimos 15 años y qué diferencias se observan entre el norte y sur de la misma? ¿Qué políticas podrían contribuir a disminuirla?

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Categorías. Existen cuatro categorías de tenencia precaria de la vivienda medida en las encuestas. Desarrollar cada una de ellas permite poder llegar a un diagnóstico correcto de la situación y poder establecer estrategias convenientes para comprender la problemática a nivel de las políticas públicas que se apliquen en cada una de las características a analizar.

  • Ocupante por relación de dependencia laboral: El hogar utiliza la vivienda que es facilitada gratuita o semigratuitamente por el patrón, organismo o empresa donde trabaja alguno de los miembros del hogar en virtud de su relación laboral. Por ejemplo, los encargados de edificio, serenos, caseros, trabajadores rurales, etc.
  • Propietario de la vivienda o del terreno únicamente: Alguno/s de los integrantes del hogar es propietario de la vivienda, pero no del terreno donde está ubicado o a la inversa. El hogar tiene capacidad (garantizada legalmente) para disponer de la vivienda aun cuando esté pendiente de pago o tenga posesión de ésta sin haber escriturado.
  • Ocupante por préstamo, cesión o permiso: El hogar utiliza la vivienda que le es facilitada gratuitamente por el propietario. La vivienda no es propiedad de ninguno de los ocupantes, no está en régimen de alquiler y no existe contraprestación alguna por su uso.
  • Ocupante de hecho de la vivienda: Se hace uso de la vivienda sin ningún respaldo legal ni de palabra sobre ella, es decir, sin consentimiento del propietario. Esta situación se mantiene aun cuando el hogar se hace cargo del pago de los servicios correspondientes. Esta modalidad incluye las situaciones de “casa tomada”, cuyos habitantes son vulgarmente conocidos como “ocupas”.

Según la Encuesta Permanente de Hogares del último trimestre de 2018, se registraron 45,6% de los casi 160 mil  hogares en situación de propiedad irregular de la vivienda (grupo 2), concentrados en su casi totalidad en barrios informales y asentamientos (Gráfico 1), seguidos por 22% de ocupantes gratuitos por cesión, préstamo o permiso (grupo 3), 19,3% de ocupantes que pagan impuestos y expensas (estarían también bajo cierto criterio en el grupo 3), 5,6% de ocupantes en relación de dependencia laboral (encargados de edificios, serenos, grupo 1), y 1,23% de ocupantes de hecho sin permiso (llamados vulgarmente “ocupas”, grupo 4).

Porcentajes. Esto pone de manifiesto al menos dos fenómenos: la irregularidad persistente y estructural en la posesión regular de la vivienda de casi uno de dos hogares con problemas de tenencia precaria, un grupo intermedio de casi 42% de dichos hogares que no pueden ni alquilar ni comprar su vivienda y viven “de prestado” pagando o no expensas e impuestos, y unos  2 mil hogares ocupados de hecho. Estos últimos dos grupos son susceptibles de caer en riesgo de calle, aunque no se pueda establecer una causalidad científica acabada y exista heterogeneidad entre subgrupos.

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Ahora bien, ¿cómo evolucionó la tenencia precaria de vivienda en los últimos 15 años? El gráfico que acompaña al texto de esta investigación muestra la variación de la tenencia precaria de vivienda en la CABA desde 2003 al presente.

Evolución. Desde 2003, la tenencia de vivienda precaria en la Ciudad ha mantenido niveles porcentuales de dos dígitos (exceptuando el menor valor en 2004, de 9,6), presentando una tendencia relativamente alcista. Si bien tuvo altibajos entre 2008 y 2013, a partir de ese momento inició un alza notable, llegando a presentar los valores más altos del período (alcanzando un pico de 14,2 en 2015). Desde 2014, la tenencia precaria comenzó a disminuir, continuando su baja hasta 2018. Sin embargo, el promedio en 2018 sigue siendo mayor al promedio de la Ciudad en 2008, i.e. 12,2% vs. 11,6%, lo cual revela que estamos frente a una situación que necesita resolverse.

Situación que empeora. Cuando comparamos las comunas del Norte con las del Sur, la situación empeora. Mientras que la evidencia sugiere que en las comunas del Norte (comunas 2, 13 y 14) la tenencia precaria se mantuvo prácticamente estancada y cerca del 10% en promedio, sufriendo mínimas variaciones durante el periodo, en las Comunas del Sur (comunas 4, 8, 9 y 10) se observa una marcada tendencia alcista entre 2008 y 2017, donde en los últimos tres años del período se alcanzaron los valores promedio más altos, con un pico en 2017 de un 19,7%. En otras palabras, dos de cada 10 hogares en las comunas del Sur no gozan de tenencia regular de su vivienda, por cuanto uno de cada 10 hogares en las comunas del Norte hacen lo propio.

Indicadores preocupantes. Este es uno de los tantos indicadores que muestra que todavía vivimos en una Ciudad con dos realidades muy distintas y que los esfuerzos de política pública para reducir la asimetría estructural Norte-Sur no han sido suficientes en once años de administración PRO.

Estrategias equivocadas. Por último, ¿qué podría hacerse que no se hizo?

En primer lugar, sin desconocer las iniciativas y los esfuerzos del Instituto de Vivienda de la Ciudad, es necesario repensar el enfoque de mitigación del problema de la tenencia precaria y los riesgos que conlleva, incluido el de situación de calle, en conjunto. Se necesita encontrar soluciones y trabajar para el ciudadano con vulnerabilidad con un enfoque de innovación social que considere otras experiencias en Argentina y el mundo, dándole mayor espacio a la sociedad civil y al sector privado. Este es uno de los puntos pendientes de la gestión y que deberá ser parte de la agenda política que se viene, una vez pasado el período electoral que terminará en octubre o en el ballottage algunas semanas más tarde.

Segundo, es menester aumentar considerablemente el presupuesto local reasignando partidas para incrementar sustancialmente los esfuerzos de regularización dominial que han promediado mil viviendas anuales hasta 2017, y continuar fomentando la construcción de vivienda social, como el caso de la Villa Olímpica y otros emprendimientos urbanísticos asociados a Pro.Cre.Ar.

(*) El autor es investigador del Conicet-Observatorio de Innovación Social de la Universidad de Buenos Aires.