La derrota, un fracaso, no lograr los objetivos propuestos es un estímulo importante para la secreción de las hormonas de estrés. De los cuatro criterios necesarios para ello: Control débil, Imprevisibilidad, Novedad y Afectación del ego (CINE), la derrota cumple con la primera y la última. ¿Como reacciona el cerebro? Las emociones y el estrés están muy ligados. El tipo de personalidad es un condicionante importante. Habitualmente hablamos de dos tipos: la A y la B. La primera suele estar presente en quienes ambicionan grandes logros pero tiene además un componente importante de hostilidad, resentimiento o rabia. Estas emociones movilizan mecanismos biológicos del estrés en forman notoria y suelen asociarse a episodios de ansiedad intensas. Si el ego de estas personas está afectado, el carácter se vuelve irritable, agresivo e intolerante. En cambio, la personalidad B, luego del momento de cansancio propio del estrés, suele ser más calma y asertiva para reponerse del fracaso y volver a intentarlo. El fracaso, la pérdida de un lugar importante, puede ser así vivido de diferente manera a pesar de ser siempre un gran factor de estrés, también su recuperación es diferente . Aquellos que se quedan en una situación de “rumiación” por ejemplo, pensando permanentemente en el fracaso, suelen tener más tendencia al estrés crónico, que es una causa frecuente de depresión. Fracasar no es siempre sinónimo de fin, depende de cada uno cómo procesar esta experiencia y aprender o no de los errores para volver a intentarlo, pero si se establece una reacción de estrés crónico, la reversión de los cambios emocionales descriptos puede ser muy difícil.
*Endocrinóloga (Maffei Centro Médico).
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