Como no podía ser de otro forma,
el empresario Julio Gallo recibe en su oficina, ubicada en
el primer piso del
Teatro Astral, su segunda casa. Esta sala de la calle
Corrientes fundada en 1926 fue
alquilada por su padre, Francisco Gallo, en 1942.
“Esta es una empresa decana del espectáculo. Los primeros dueños, la familia Méndez, lo
inauguraron para cine, y luego recitales. Aquí
cantó Carlos Gardel.”
Recuerda con orgullo la versión de
Yerma de García Lorca, dirigida por Víctor García e
interpretada por Nuria Espert. Éxito en Buenos Aires y rotundo fracaso en Mar del Plata.
“El teatro es una ruleta”, afirma como
moraleja.
—¿Qué artistas pasaron por este teatro?
—
Luis Sandrini estuvo cinco años con
Cuando los duendes cazan perdices.
Mi padre produjo casi todo el teatro de Tita Merello. Ella
era una persona muy difícil, de carácter fuerte.
Aquí se estrenó el tango
Uno
, interpretado por Tania. También recuerdo los espectáculos
de
Narciso Ibáñez Menta, que impresionaban por su realismo.
—¿Tuvieron más salas?
—
Mi padre tuvo compañías en gira y alquilaba otros teatros.
En un momento compró el Solís (en Constitución) y lo rebautizó como “Francisco Canaro”,
en vida de él, como homenaje, pero desapareció por culpa de la autopista. Como empresario trajo por
primera vez al Ballet Nacional de Cuba, con Alicia Alonso.
—¿En qué momento se transformó en empresario?
—En 1973, cuando muere mi padre. El teatro tiene una magia especial. Hoy estoy más en
la coproducción y en la selección de lo que llega. Por ejemplo,
Luis Aguilé siempre viene aquí, porque está ligado al
género español, y le produje por primera vez
Por las calles de
Madrid. Este año lo iniciamos con él y
el unipersonal de Ana Acosta,
Mi brillante divorcio.
—¿Cómo se relacionó el teatro con la política?
—Nunca tuve problemas. Había artistas que no podían trabajar en la televisión y sin
embargo estuvieron aquí:
Cuarteto Zupay, Soledad
Silveyra, Aída Bortnik o Víctor Heredia.
Hubo alguna amenaza de bomba... pero nunca explotaron.
—¿Los políticos son espectadores de teatro?
—En otros tiempos, venían cuando había monólogos políticos en las revistas.
Recuerdo a Menem, De la Rúa y Alfonsín, que durante sus
presidencias asistieron a zarzuelas. Cuando alquilaba el
teatro Del Globo, nunca faltaba el almirante Rojas, porque era vecino.
—¿Cambiaron las reglas después de Cromañón?
—Tal vez las salas pequeñas tuvieron que cambiar pero nosotros no. Nuestro público es
muy criterioso, diferente al de los recitales.
Cuando era productor le abrí las puertas al rock con Sui Generis,
Charly García, Lito Nebbia y Spinetta. Había mucha adrenalina, ahora estos shows se los dejaría a
mis hijos.
—¿Cómo se decide el precio de las entradas?
—Es una de las tareas más difíciles del teatro.
Cuando un espectáculo funciona es porque tiene precios
altos. Hoy las comedias van de $ 40 a $ 50, y los musicales, de $ 60 a $ 100. El teatro es
lo que menos aumentó pero la punta siempre la van haciendo los éxitos.
—¿Es cierto que todos los teatros tienen fantasmas?
—Cuando entro a la sala y no hay nadie,
se escuchan ruidos extraños. Tal vez sea la madera que
cruje,
pero hay presencias, seguramente energías. En 1989 tuvimos
un maquinista que murió de un infarto durante la función de
Yo y mi chica. Más allá de eso, la comedia musical
resistió a la hiperinflación, la Tablada, ... La verdad es que si el espectáculo va bien, la
rentabilidad es enorme.
El “Cabaret” de Sam Mendes
Cabaret de Harold Prince fue estrenada en 1966 en Nueva
York, luego se conoció la película de 1972, dirigida por Bob Fosse e interpretada por Liza Minelli.
En 1998 se conoció la nueva puesta del director inglés Sam Mendes (conocido en el cine por su film
Belleza
americana) en la que desaparecieron las butacas,
reemplazadas por sillas y mesas. El 9 de mayo se estrenará en el teatro Astral.
—¿Habrá muchos cambios para estrenar esta nueva versión de
Cabaret?
—Las reformas se iniciarán en marzo. Hoy contamos con 1.280 butacas, pero el número se
va a reducir con las mesas y sillas. Habrá plataformas, para mantener el declive y la buena visión.
Así ya se estrenó en Nueva York, en el teatro Alcalá de Madrid (propiedad de Romay), Londres y
París.
—
¿Por qué se fue del elenco Romina Gaetani?
—Tuvo problemas con su registro de voz y decidió retirarse. Ahora se convocó a
Alejandra Radano, quien está trabajando en Italia, por eso se retrasó el estreno. El resto del
elenco se mantuvo: Juan Carlos Puppo, Alejandro Paker, Marcelo Trapak, Luz Kerz. La dirección es de
Ariel del Mastro y escenografía de Jorge Ferrari. El equipo ya trabajó en Los miserables, Peter
Pan, La Bella y la Bestia y Chicago.