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robert redford

“Disney me ha acompañado toda la vida”

A punto de cumplir 80 años, la leyenda del cine estrena el próximo jueves Mi amigo el dragón, film familiar que muestra su cara más enamorada de los relatos. Hollywood, Trump y la magia, según un actor como pocos.

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Galán. Redford no pierde su presencia ni siquiera a los 80 años. | buena vista
En una semana, Robert Redford tendrá 80 años. Redford es, por su cine, como actor y director, desde El golpe y Todos los hombres del presidente hasta su Pacto de silencio y ahora su rol en Mi amigo el dragón (estreno el próximo 11 de agosto), parte de la realeza de Hollywood. El ganador del Oscar siempre ha sabido ser distinto: “¿La razón a la que se debe el haber combatido algunas ideas desde el cine? Estados Unidos era distinto cuando crecí. Nos hemos convertido en un pueblo cínico, violento. Yo no tenía TV, sólo radio. Y películas. Hoy hay tanta tecnología nueva, que nos quedamos sin magia. Se ha perdido la inocencia. Mi amigo el dragón es una película cálida y necesitamos películas así en un mundo donde el racismo y la violencia están entre nosotros con fuerza nuevamente”. En la remake de Disney del clásico de culto, Redford es un abuelo que cree en los relatos, sobre todo aquel que habla de un dragón verde y peludo que vive en el bosque y que será central al film de David Lowery. Redford le dice en exclusiva a PERFIL: “Tengo nietos, y a mí me educaron contándome historias antes de dormir. Para mí no hay nada mejor que la expresión ‘Había una vez…’. Eso significó mucho para mí de chico, y quise que representara lo mismo para mis hijos y ahora mis nietos. La magia como elemento es algo que se ha transmitido siempre en mi familia”.

—La temática del film podría decirse que apunta a una película familiar. Hace poco te vimos de villano en una película de superhéroes como “Capitán América”, algo que a tu público más fiel le cuesta procesar. ¿Qué te lleva a estos papeles hoy?
—No soy famoso por estos roles, y es por eso que los hago. La magia del relato, de contar un cuento y escucharlo, es lo que me motiva. Cuando era joven, había una sensación presente, que se percibía, que hoy no existe. No lo digo negativamente. Y esa sensación era que el mundo era más grande que vos. Que había algo más grande, más difícil de comprender y estaba más cerca de la magia, del misterio. Eso se ha perdido. Entonces ser parte de un proyecto que enfatiza la magia, la presencia de algo extraordinario en el día a día, considerando que uno crece, se vuelve más cínico y es difícil estar conectado con esa sensación, era algo que me entusiasmó. Ser villano en un film de superhéroes es parte de lo mismo: tengo casi 80 años y quiero hacer cosas que no hice nunca.
—Si pudieras finalizar una oración que empieza “Había una vez…”, ¿cómo la seguirías a esta edad?
—Había una vez… te lo cuento después. Tenía un amigo secreto cuando era niño. Los secretos te dan poder. Y eso lo entendés de chico. Me dio pena que esta versión de Mi amigo el dragón no fuera un musical como el original. Nunca hice uno. Quiero decir, cada cosa que nunca hiciste, sobre todo a mi edad, querés hacerla, querés estar activo. Este film fue muy distinto a lo que hice antes y a lo que haré después.
—¿Qué películas dirías te han acompañado en tu vida?
—Disney me ha acompañado toda mi vida. Fantasía, Bambi, todas las primeras películas animadas de Disney me criaron. Cuando era niño, amaba la naturaleza y las películas que me contaran de criaturas y naturalezas que no conocía. En Santa Mónica, donde crecí, no había naturaleza además del océano. Siempre quiero descubrir lo que no pude ver antes. Por eso dirigí filmes, por eso creé el festival de Sundance. Es difícil ahora separarte de tu mirada como director al ser actor, seguro, pero es cuestión de aprender otra vez a estar en viejos lugares.
—Hablás de la magia pero tus filmes siempre han sido realistas, incisivos con la realidad, políticos incluso. ¿Cómo se relaciona una cosa con la otra?
—Creo que, por ejemplo hoy, la tecnología le ha quitado gran parte de la magia al cine. Hay algo estéril en la posibilidad de que cualquier imagen sea posible y se pierda la sorpresa cuando se ve algo nuevo. Me pone triste. Creo que la imaginación puede ser realista, puede enfrentar la realidad, y crear un cuento, una historia, no debería perder nada.
—Nunca te había escuchado hablar con tanto fervor a favor de los relatos.
—Es algo que vivo muy intensamente. Una tradición casi. Me gusta contar cuentos, me gusta acostar a mis nietos y contarles una historia, o inventar una historia. Es triste que hayamos perdido la magia, a favor de ser demasiado obsesos con la idea de realidad.
—Vivimos en un mundo donde Trump es candidato, donde hay atentados cada tres semanas y el racismo está presente en los medios. ¿Creés que se necesita recuperar esa inocencia?
—Depende de quién hablemos. Pero es un momento muy oscuro, triste y donde la sorpresa sólo surge de la violencia en momentos cotidianos. Del shock. Y casi todos los días. No podemos creer que los seres humanos sean capaces de determinadas acciones. Pero también está el rol de los medios: los medios exacerban, ponen a la vista la brutalidad y casi que se alimentan de ello. Le tiran más nafta al fuego. Entonces nuestra “sangre” se llena de cosas negativas, de violencia. Es sano pensar en la magia y relatos así en este momento.
—Pero, entonces, ¿qué sería la magia para alguien como vos? ¿Qué definirías como “mágico”?
—La promesa de algo. Algo más allá de los que sabés y experimentaste. No sabés lo que es, pero es una promesa de algo. Algo positivo, algo especial. Yo espero siempre algo. La familia es algo que crié intencionalmente contando historias. Por ejemplo, cuando cenamos les pido a todos que cuenten una historia, sea inventada o no. Que eso se mantenga vivo es importante. Y vivir con la naturaleza cerca es clave. Hoy se van perdiendo muchos de los espacios verdes en las ciudades.
—Vas a trabajar nuevamente con Jane Fonda, a cincuenta años de Descalzos en el parque, de Neil Simon. ¿Cómo es reencontrarse hoy?
—Este año lo voy a dedicar a la actuación. Our Souls At Night se llama el film que estoy haciendo junto a Jane; vamos a filmar en septiembre. Es un lujo seguir en el cine, y cruzarnos. Y después viene Old Man With a Gun. Tengo ganas de volver a dirigir. Dirigir un film me lleva un año, y cuando tenés mi edad tenés que tomar determinadas decisiones claves sobre qué hacés y qué no.

“No creia que Sundance duraria”
—¿Cuál es hoy la función de Sundance, el festival que creaste y es clave en la industria, considerando el panorama mundial del cine a favor de películas enormes de Hollywood?
—Creé Sundance porque no me gustaba lo que veía que estaba sucediendo en Hollywood. A fines de los 70 y comienzos de los 80, el cable se volvía más popular y también las versiones domésticas de los filmes. Y allí fue cuando Hollywood comenzó a ir sin dudas detrás del dinero y hacían películas para jóvenes. La tecnología permitió explosiones, monstruos y efectos. Las películas que me gustaban eran más humanas, más humanistas también. Ese cine es el que quiero mantener vivo con Sundance, para ello creé el festival: así se creó una comunidad que permitió una diversidad y ahí apareció el Sundance Institute. No tenía idea de que iba a durar tanto. Realmente me sorprende que lo haya hecho.

*Desde Los Angeles.