El fin de semana pasado regresaron los programas La noche de Mirtha Legrand y Almorzando con Mirtha Legrand. Continuando con la decisión de 2020, la conducción pasó de la diva y creadora del ciclo iniciado en 1968 –alejada de la actividad hasta completar su vacunación contra el Covid–, a su nieta, la actriz y modelo Juana Viale. Con su hermano, Nacho, a cargo de la productora Storylab, las emisiones se realizan en La corte, en un inmenso estudio de 500 m2. Por allí, se despliegan la lujosa escenografía y el vestuario, así como los platos preparados por Jimena Monteverde. En las mesas del sábado 27 y domingo 28, mayormente masculinas, participaron dos periodistas vinculados a El Trece, señal donde se emiten los programas de Mirtha Legrand, y también figuras de espectáculo: Martín Bossi, Matías Martin, Darío Barassi y Diego Leuco en la velada; y Nelson Castro, Jey Mammon, Ulises Bueno y Soledad Silveyra, al mediodía.
Ante los desafíos de hacer el programa en el complicado panorama nacional y mundial de 2021, y a la vez celebrando sus progresos al frente de la famosa mesaza, Viale brindó esta entrevista:
—¿Cómo sintetizarías las continuidades y los cambios para este ciclo?
—Lo diferente básicamente es porque nos mudamos de estudio; Valeria Ambrosio, directora de teatro, armó una escenografía brutal, por lo gigante, lo moderna, lo teatral, que va a permitir que cante algún que otro artista, y la cocina va a estar más integrada. Los cambios que va a traer el programa van siempre manteniendo el eje central que es esa mesa tan conocida. Y la conductora por ahora voy a seguir siendo yo, así que eso es lo único que se va a mantener del año pasado, jejé.
—Pero, ¿cómo debe leerse el anuncio del programa, donde consta, en plural, “Ellas vuelven”?
—Tienen que esperar, con el “Ellas vuelven”, a mi abuela. Se dio la primera dosis de vacuna, tenemos que esperar la segunda, que es lo que va a poder habilitar, por protocolos y por riesgos, a que ella pueda estar en un circuito con mayor gente, lo que implica hacer un programa. La abuela va a hacer unos especiales. Pero, para que ella vuelva arrancar, hay que esperar, sí o sí, la segunda dosis.
—¿Tiene ganas de volver?
—Sí. Los que la conocen saben que es una trabajadora acérrima, que no para, y que trabajar le hace bien, le da mucha vida. Lo único que desea es volver a su sillón.
—¿Cómo es ser parte de una familia que hereda, de generación en generación, el estar en los medios, en las cámaras, en los espectáculos?
—Mi familia es una familia de artistas de muchas generaciones: mi tío, mi abuelo, mi abuela, mi madre, mi hermano. Y yo, que, en su momento, cuando nos encuarentenamos, entré a la cabecera de este programa, por ser la nieta de Mirtha Legrand. Me llena de orgullo. Creo que, durante los otros nueve meses que seguí haciendo el programa, dejé de heredar ese lugar para aprender y batallar para poder estar ahí sin decir: “Está porque es la nieta de Mirtha Legrand”. Fue un trabajo muy duro, de mucho esfuerzo. Mi familia me ayudó mucho porque, si yo tenía que ir a trabajar, mi mamá se quedaba con mis hijos, y mi hermano estaba conmigo en el estudio brindándome, además de su apoyo, mucha información. Hay otra rama familiar, que por ahí no es tan conocida, donde tenemos escritores, bailarines de tango. Hay de todo.
—En el programa, hay una cocina de los platos. ¿Y cómo es la cocina de los diálogos, la situación de entrevista en las mesas?
—Es muy limpia, por decirlo de alguna manera. No me ha pasado de tener un político, con el que nos hagan una bajada de línea del tipo: “Esto se puede preguntar, esto no se puede preguntar”. Nunca me llegó esa información a mí, si es que la hubiese habido. Se puede dar que algún político tenga más recelo, por saber quién se va a sentar en la mesa, porque me parece que no soy yo el peligro, sino un periodista que pueda ser mucho más aguja. Yo siempre pregunté con libertad, lo que se me ocurrió.
—Estás señalando una característica que ha ido forjándose como una marca del programa y es que marca agenda política. ¿Qué posición buscás que tenga el programa en ese sentido?
—Lo que más me gustaría de este año (me lo pongo más como un desafío personal) es ver el abanico. Que sea pluralista, real. Y cuando digo real, es que se animen a sentarse. Porque si no se han sentado, no es que no han sido invitados: es que no quisieron sentarse. Este año es electoral: me parece que es importante escuchar, escuchar mucho. Nadie tiene una verdad: ni oposición ni gobierno. Entonces yo, como desafío personal, quiero lograr, a través de la producción y yo misma, que todos los invitados se animen a sentarse.
—¿En quiénes estás pensando?
—Mi deseo siempre es la parte más alta del árbol. Quiero que estén todos. Lo que significa para nuestro país el Presidente: me parece que sería fundamental tenerlo a Alberto en la mesa. Me encantaría tenerlo a Mauricio Macri, también en la mesa. A Patricia Bullrich, la tuve el año pasado. A Cristina sería totalmente maravilloso poder tenerla y escucharla. Todo lo que es Justicia: está todos los días en primeras planas y es tan necesario escuchar a gente de la Justicia hablar. También, los ministros. Algo que yo no tuve el año pasado en la mesa, por una cuestión de la pandemia, es gobernadores, intendentes, ministros de Salud de las provincias. Me parece importantísimo, si nosotros hablamos de que nuestro país es una república.
—¿Quién sentís que es tu público ahora?
—Te voy a decir algo que dijo una vez una señora: “El público siempre se renueva”. Creo que hay mucho público que era de la abuela, tradicional de ella. Es el público que, en redes y mensajes, me dice: “¿Cuándo vuelve?”, porque desean volver a ver a Mirtha. También hay un público nuevo, que no estaba antes y que se adhirió a este nuevo ciclo con mi conducción. Hay un público joven. Igual, mi abuela tenía mucho público joven también. Tuve la oportunidad de tomarme vacaciones este enero y febrero; me fui a viajar por la Argentina. En lugares recónditos, me han agradecido por la compañía, con palabras de un amor incalculable. El programa fue muy importante en la pandemia, porque no solo fue un comunicador, sino que fue una compañía en momentos donde muchas personas estuvieron solas, aisladas, divididas de la familia. Si la labor mía del año pasado, buena o mala en cuanto a la conducción o entrevistando, pudo contener, acompañar y ayudar a personas que estaban en la Argentina y fuera de la Argentina, me siento realizada. Ojalá pueda seguir atrapando más público y mostrando distintos puntos de vista de la realidad.
La marca de amor de la abuela
—¿Cuál es la marca distintiva del programa del sábado a la noche y del domingo al mediodía?
—La mesa de los sábados tiene un tinte más serio en cuanto a actualidad, política, la pandemia; hay médicos, periodistas. Y el domingo es como un respiro para todos. Para mí también, porque si tengo que estar todo el día hablando de política o de actualidad, no es que me deprimo, pero me vuelvo una persona muy seria. En los almuerzos, por lo general, uno está (bueno, en pandemia, a veces no tanto) más en compañía de amigos o familiares que vinieron a visitarte. Es más liberador, hay más risas.
—¿Qué te dice Mirtha Legrand?
—Mirtha es mi abuela y habla como abuela; no baja línea como productora o conductora. Sí lo que me dice son palabras de amor, de abuela a nieta. Como cualquier abuelo, cuando va a ver su nieto bailar o cantar o actuar o lo va a ver a la oficina donde está trabajando. Sus palabras son de amor: que muestre más la ropa, que termine bien las preguntas. Al principio, yo me quedaba buscando las palabras, por el vértigo que tiene un programa así; muchas veces me queda la mente en blanco. Yo soy actriz, no soy conductora, no tenía un vínculo con las personalidades de la actualidad: políticos, periodistas, escritores, médicos. Fueron nueve meses de mucho crecimiento. Con una mano aprendía y con la otra realizaba. No es fácil estar con cuatro personas al mismo tiempo, estar mano a mano en un programa de aire. Es una abuela fanática, que se volvió fan de su nieta.