Evanescence, la banda estadounidense mundialmente difundida a través de su tema My Inmortal, acaba de sacar un nuevo disco. En sus inicios, a partir de 1995 y con el gran despliegue que significó Fallen, de 2003, el conjunto liderado por Amy Lee se reconocía por entremezclar el metal, lo sinfónico y una estética gótica. Pero con los doce temas del recientemente lanzado The Bitter Truth se vuelve más difícil de encasillar: aparecen claroscuros tanto en lo sonoro como en las letras, creaciones de la propia cantante y pianista, cuya banda se completa con el bajista Tim McCord, el baterista Will Hunt, el guitarrista principal Troy McLawhorn y la guitarrista Jen Majura.
—¿En qué consiste esa amarga verdad de este siglo a la que este disco dice aludir?
—Cuando escribí el título, me basé en mis batallas internas. Mucha música surge en mí a partir del sufrimiento, de las luchas, de haber atravesado una situación difícil. Sufrimos muchas pérdidas en nuestras familias. Se trata de redescubrirnos después de la tragedia, después de las pérdidas. Es algo que no quiero ignorar; quiero tomarlo, aprender y redescubrir quién puedo ser en una nueva era. Mucho del álbum trata sobre volver a pararse luego de una caída. Y eso le habla al mundo en el que vivimos ahora mismo. Hay muchas “verdades amargas” en nuestra sociedad. Pero tengo esperanzas en el futuro, creo en la humanidad. La maldad también existe, pero hay corazón.
—¿Cómo cuadra esta visión ilusionada con la estética gótica y oscura de algunas zonas de la trayectoria de Evanescence?
—Avanzamos mucho desde esa primera imagen. La gente es compleja, hay muchas capas; eso se refleja en cada canción de este álbum. Hay momentos escalofriantes, hay agresión, hay oscuridad, pero hay también diversión y belleza y vida y, más que nada, amor. Yo creo en el amor por encima de la muerte. Desde muy pequeña me pregunté qué somos en el universo y a dónde vamos cuando morimos. Muchas de esas grandes preguntas vinieron en una edad temprana, después de perder a mi hermana pequeña. Pero eso no significa que esté usando corsés góticos, pensando en cosas tristes y escribiendo poesía. Sí, me encanta cómo suenan los tonos oscuros y profundos, los bajos de las guitarras y la mezcla con paisajes electrónicos.
—También has hecho, fuera de Evanescence, música para niños. ¿Cómo surgió esa veta?
—Fui madre en 2014; mi hijo Jack tiene 6 años y es muy divertido. Sus primeros años me hicieron conectar con mi infancia. Y cantar es algo que hago todo el tiempo. Mi marido y yo le cantábamos a nuestro bebé. Empezamos a crear música de una manera distinta, desde otro lugar de mi corazón. Encontré realmente creatividad y diversión desde la perspectiva de un niño. Yo tenía un sueño de hacer música en familia; es algo que tiene mucho que ver con mis raíces. Mi padre fue un gran músico, una de las mayores influencias musicales de mi vida. Grabar canciones en familia es realmente algo precioso para todos nosotros.
—¿Cómo es ser mujer en el mundo del rock, donde hay una mayor proporción de hombres?
—Sí, en el mundo del rock somos menos, por lejos. Al principio, sentía que yo tenía que probar que no era un artilugio, que no era que todos los chicos hacían todo el trabajo debajo de mí, que no era que ellos escribían las canciones y ponían sus cerebros y yo solo era la chica linda que se paraba adelante. Eso es algo que yo asumí para probarme a mí misma como música, escritora y como mujer. Actualmente, he llegado a un punto en que ya he luchado suficiente, he ganado, no tengo que probar nada más.
Éxitos y sinsabores
—¿Qué valoración hacés de “My Inmortal” en la trayectoria de la banda?
—En un principio era solo una canción. Cuando la empezamos a tocar alrededor del mundo hubo tantas personas compartiendo sus historias personales, sus luchas, sus tragedias, que entonces esa canción se volvió un lugar donde se sentían comprendidas. Pasé por una fase en la que no la quería volver a escuchar, incluso la dejamos de tocar durante un tiempo, estábamos cansados de ella. Pero ahora tiene más significado que el que tenía cuando empezamos este viaje, por el amor de nuestros fans que han estado siempre junto a nosotros y dispuestos a acompañar.
—En “Yeah Right”, decís “Soy una estrella de rock […] Ya no te necesito”. ¿Cómo surgió esa asociación de ideas?
—Es difícil saber cuán dura es la vida de alguien si es vista desde afuera. Yo estuve en esa situación por mucho tiempo. No me gusta quejarme, nuestra banda tuvo muchos éxitos, pero no fue fácil llegar hasta aquí. No es que solo sucedió, sino que me rompí el culo. Entonces cuando la gente viene con odio, con celos, tratando de tirarte abajo pensando que tu vida es genial, la canción les dice: “Ey, yo no aterricé simplemente aquí, me rompí toda para llegar, no pienses que sabés cómo es mi vida”. No soy una víctima de mi carrera, estoy muy orgullosa de ella. Los fans nos han bancado todo el tiempo que nos tomamos entre un proyecto y otro. Hay mucho trabajo interior. Y no quiero hablar sobre las peleas internas de la banda, ni las cosas que he tenido que hacer en las bambalinas de la industria.