Lali Espósito es la nueva Susana Giménez de millenials y centennials. Idola de jóvenes del mundo y referente de moda, y con más de cinco millones de seguidores en Instagram, la cantante y actriz habla sin casete, es un torbellino de frescura y carisma que puede declarar sin titubear: “Se me ve bien porque tengo buen sexo”. También es enamoradiza, tuvo dos amores reconocidos pero hoy descansa en los brazos de Santiago Mocorrea. “Estoy muy pero muy enamorada de Santi”, remarca Lali, la pequeña gigante artista nacida en Banfield hace 26 años.
Mientras rompe récords con su flamante tercer disco, Brava, la ex Teen Angel volvió a la pantalla chica con Talento Fox, el talent show que estrenó el miércoles y que va una vez por semana, a las 21.45, en Fox. Allí despliega toda su experiencia artística en rol de directora, en compañía de Diego Torres y el portorriqueño Wisin. “No somos jueces, le pedimos a la producción que no queríamos juzgar, sino acompañar a los participantes”, aclara. Entre disco y disco, campañas publicitarias y shows, Lali se da el tiempo para encontrarse con la Lali actriz. Rodó el thriller Acusada, de Diego Tobal, que la tendrá presente en la alfombra roja y en competencia en el Festival Internacional de Venecia, y casi en simultáneo será exhibida en el Festival de Toronto. ¿Algo más? Arrancó su gira de Brava Tour con dos funciones agotadas en el Luna Park y dará otras doce fechas en el interior del país, Chile y Uruguay.
—¿Con qué clase de participantes te encontraste?
—Muchos con historias fuertes. Me la pasé llorando, era una especie de tía Pocha (se ríe). Me encontré con la realidad del mundo en un programa: chicos que sufren bullying con un talento enorme pero que nunca se animaron a cantar frente a nadie porque los cargan, les dicen cosas por el cuerpo, por cómo se ven, y me encontré personas frustradas, que es lo que le pasa a la mayoría de las personas. Desde que era muy chiquita, mi viejo siempre me dijo: “La mayoría de la gente trabaja de lo que puede y no de lo que quiere”. Y esa frustración a veces, sin querer, un padre se la transfiere al hijo y a veces no ve el talento que tiene o lo sobrepresiona por cuestiones sociales, familiares y económicas, como que tiene que ser una estrella o si no no vale. También hubo algunos que no estaban acostumbrados al halago y se lo llevaron a la peor parte, a la de creérsela, se la creyeron, es decir “ya está”. Error.
—¿Recordaste tus primeros castings?
—Muchísimo. Me re acordé, recordé mis nervios. Y empecé a entrar en la dicotomía de ser exigente porque en la primera parte elegimos quiénes se quedaban y quiénes seguían de largo. Te tiembla todo, la voz te falla, estás nervioso. Me acordé de los primeros shows de los Teen Angels, esa sensación de nervios transformados en buena performance, y cuando salía, y hasta hoy salgo, estoy ahí presente, y me los morfo. De chiquitita me pasaba eso que decían: “¿Esta enana de dónde salió?”. Me pasaba con Cris (Morena), que salía y a la mierda todo, a disfrutar.
—¿Te pasó no quedar en un proyecto que deseabas?
—Sí. A los 18 o 19 años hice un casting para una obra de teatro y no me llamaron. Pero no me quedó la bronca o espina. Soy la persona que más defiende los castings del mundo, porque en Argentina hay un concepto de que si alguien es famoso no hay que tomarle casting. Yo para Acusada hice casting, ¿cómo no vas a hacer casting? Para mí, demuestra una gran inseguridad que un actor o actriz no quiera hacer casting por ser conocido. En Estados Unidos le hacen casting a Anne Hathaway, es natural allá, cada director necesita saber si esa persona da con el personaje, y no tiene que ver con el talento. Es un grave error en la industria argentina mezclar fama con el simple hecho de si sos capaz de hacer el personaje. Ahora, después de ver lo que es la peli, me hubiera querido matar si no quedaba en el casting.
—Tenés muchas ofertas laborales, ¿cómo decidís qué querés hacer y qué no?
—Lo sé, está en mí. No lo pienso mucho. Nada te diría. Después de la experiencia de Esperanza mía, que fue un “boom” y una comedia que me cagué de risa, con toda la libertad que me dio Adrián (Suar), y digo libertad porque, posta, hacía lo que se me cantaban las pelotas, a partir de esa experiencia me llamaron para 39 tiras diarias y yo tengo aún hoy bien en claro que no voy a volver a hacer una tira. No me da el tiempo, no me da la vida, ya no me divierte, mi foco es otro, me estaría repitiendo para el público, y la idea de hacer casting de cine sí es una búsqueda para renovarme y renovar el público en cuanto a lo que vende Lali. Porque lo último que vieron de mí fue vestida de monja, con cara de payaso o mostrando el culo. Eran personajes bizarros, y hacer un drama como Acusada, con Warner Bros., K&S, a todo culo, con la mirada moderna de Gonzalo Tobal, y trabajar con Leo Sbaraglia, Gael García Bernal, Daniel Fanego, Gerardo Romano, Inés Estévez, fue un sueño.
—“Acusada” tiene algunas cosas del aquel reconocido caso policial de las amigas Solange y Lucía Frend...
—No tiene nada que ver con el caso real, es ficción 100%. Acá se trata de una chica que vuelve de una fiesta de amigos y aparece acuchillada, y mi personaje es la amiga imputada. Se verá un juicio oral y público, es un caso muy mediático porque se conoce la vida de las chicas, pero el móvil por el que culpan es ficción.
Sueño americano. En pleno reportaje, interrumpe Diego Torres para despedirse de Lali Espósito. El cantante le comenta que al día siguiente regresa a su casa de Miami tras dos meses de grabaciones de Talento Fox. “Tenés que tener un piecito allá, contá con que uno es local allá, podemos hacer cosas, socios musicales, contactos, vivencias. Te espero de verdad”, dice Torres y se hunden en un abrazo. “Pronto iré unos días, te escribo por WhatsApp”, responde Lali.
—Tu fandom llegó a Estados Unidos, ¿pensaste en cantar en inglés?
—Sí, lo pienso, pero no es una idea fresca que tengo en mi lista. Me caracterizo por lo genuino, si me ves haciendo algo acartonada en algún momento es que algo no está bien en mí. Siento que el día que decida entrar en Estados Unidos fuerte y se me permita a nivel industria, será cuando me sienta apta y con canciones para hacerlo. Hoy me gusta cantar en mi idioma, defiendo estas canciones, juego con el inglés, y no le cierro las puertas a nada.
Amor, mentiras y la joya Cris Morena
Lali Espósito infla el pecho al hablar de Brava, su reciente tercer disco de estudio, que en las primeras 48 horas logró dos millones de streams en Spotify. “Es un disco más regional, que me dio la posibilidad de trabajar con compositores y productores de Cuba, Venezuela, Miami. Soy es un disco que no entraba a rankear en el mundo latino de la música porque era otro sonido, pero sí me abrió las puertas y el respeto de muchos productores que me decían: ‘Si yo quiero trabajar con vos, vení’”, cuenta. “Lo más importante para mí es no traicionarme. Brava es el disco que quise hacer, no quiero nada falso en mi vida, mucho menos en lo profesional”.
La cantante grabó en estudio una participación para el show Vive Ro, que está produciendo Cris Morena en homenaje a su hija Romina Yan. “A todos los que conocemos a la familia nos emociona mucho, yo trabajé 12 años con ellos, traté mucho a Romi y me encanta que Cris, más allá de como productora, sane la pérdida con este show mágico. Cris me lo contó el año pasado, hizo una megacena en su casa para contármelo, y le dije que la va a salvar, que es para el público que amaba a Romina, y recordar todo eso hace bien. Ella tiene que volver a producir, se lo dije, ella es una joya y tiene que pasar por esta sanación”.
—Después de tus relaciones con Peter (Lanzani) y Mariano (Martínez), hoy se te ve muy feliz con Santiago, ¿cómo te pega hoy el vínculo amor-vida privada-prensa?
—Lo entiendo. Por algún motivo en la parte de mi psiquis emocional no juega ningún partido importante, porque uno sabe quién es, uno sabe cómo se maneja, conoce bien las historias de amor que tuvo y que ahora tengo con mi novio, Santi, del que estoy superenamorada, y como que soy una persona muy relajada, no me molesta. Entiendo que quieran saber, yo no tengo drama de contar las cosas buenas que uno vive. Lo único choto, y que siempre será choto por más que uno tenga años de carrera, es cuando hay mentira o mala vibra, y se busca que la haya aunque no esté, cuando es así me jode porque ponen palabras en mi boca que no dije o dicen que tuviste una reacción que no tuviste.