INNOVACION
DESAFIOS DEL NUEVO MUNDO DEL TRABAJO

Cómo entender y regular otra revolución industrial

De la mano de la tecnología, cambia la participación de los seres humanos en las fábricas. También se resetea el modo de vincularse entre oferentes y demandantes. Entre sobrevivir a la competencia y generar nuevas reglas.

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SIN GENTE. Para el autor, las personas pasarán a ocupar otros roles en los procesos productivos del futuro, y hace falta prepararse. | SHUTTERSTOCK

El mundo vive una transformación con pocos antecedentes en la historia de la humanidad. Tecnologías asociadas a la inteligencia artificial están alterando la forma en que producimos, consumimos y trabajamos. El poder disruptivo de esta nueva ola de cambio tecnológico es tan profundo que se habla de la Cuarta Revolución Industrial (o 4RI). El impacto en la economía sería comparable al de la llegada de la máquina de vapor, la electricidad o las tecnologías de la información y la comunicación (TICs). Así, el rol de las personas en el proceso productivo se está redefiniendo.
En este contexto, incierto, dos narrativas opuestas están ganando consenso en la escena global. Por un lado, está la visión que se nutre de la ciencia ficción y predomina en la opinión pública: las máquinas inteligentes terminarán por dominar el proceso productivo. Según esta mirada, el “desempleo tecnológico” que preocupaba a John Maynard Keynes en la década de 1930 es una amenaza real. Se trata de una visión pesimista sobre el futuro, donde la velocidad del cambio tecnológico es demasiado alta como para que las personas puedan adaptarse. Por otro lado, está la narrativa que reúne consenso en la academia y recientemente en la política. Para esta visión, la adopción generalizada de máquinas inteligentes perturbará a los mercados laborales, pero su impacto será transitorio. Desde esta óptica, eventualmente, se logrará un nuevo equilibrio basado en una consistencia entre las nuevas tecnologías aplicadas al proceso productivo y las habilidades (adaptadas) de los trabajadores.
Vistas desde la historia argentina, estas narrativas no parecen ajustarse a la forma en que las revoluciones tecnológicas globales y el desarrollo económico interactuaron en el pasado. Con respecto a la mirada tecno-pesimista, un contexto de desempleo tecnológico presupone un ritmo de cambio en la tecnología que no se viene viendo en la Argentina. En cuanto a la visión tecno-optimista, la historia muestra que los períodos de aparición de tecnologías disruptivas también fueron fases de bifurcaciones en la productividad y el bienestar entre los países. La Argentina no fue parte del grupo de las naciones líderes. ¿Será esta vez distinto? ¿Se asemejará el futuro cercano de la Argentina a alguna de las visiones mencionadas previamente?

Narrativa. Un primer paso para contestar estas preguntas consiste en construir una narrativa sobre cambio tecnológico y empleo que se adapte a las especificidades de nuestro país. Para ello, en Cippec realizamos un ejercicio de prospectiva tecnológica sobre el futuro del trabajo en la Argentina con un horizonte temporal de diez años. Este tipo de ejercicios constituye un proceso de razonamiento colectivo, interdisciplinario, sistemático y participativo que busca desarrollar narrativas, entendidas como situaciones futuras que pueden alcanzarse (o quieren evitarse) a través de las acciones del presente. No se pretende predecir el futuro sino ayudar a construirlo a través de un mayor conocimiento tanto de las tendencias prevalecientes como de los posibles factores de cambio en el futuro próximo. Nos preguntamos allí cómo podría ser la carrera entre tecnología y habilidades para el caso argentino. Así, referentes del ámbito empresarial, sindical y de la sociedad civil junto a expertos en diversas áreas (historia, economía y ciencias políticas, entre otras) construyeron futuros alternativos para el mundo del trabajo en la Argentina y reflexionaron sobre qué tipo de acciones es necesario para recorrer el sendero hacia el mejor mundo posible.
¿A qué conclusiones arribamos? La más importante: el punto de partida de la Argentina dista de las narrativas globales. El nivel de absorción de las nuevas tecnologías por parte de las empresas es muy bajo y desigual. Los sistemas de formación de habilidades no funcionan como instituciones generadoras de conocimiento. Este diagnóstico también mostró que, si no cambian las políticas y los comportamientos, el país puede perder nuevamente el tren de una revolución industrial.
¿Cómo subirnos a ese tren? Un primer lineamiento general de política debería referirse al ritmo del cambio tecnológico. Es necesario implementar un plan productivo integral para adoptar de forma más rápida y generalizada las tecnologías asociadas a la 4RI. Si bien la Argentina cuenta con sectores que se encuentran cerca de la frontera tecnológica global, el panorama general es de una baja capacidad de absorción de los últimos avances digitales.
Un segundo lineamiento general debería centrarse en las políticas de formación de conocimientos y habilidades. Lo óptimo sería crear una agencia pública para la anticipación de las competencias laborales. Con esta iniciativa, la combinación de información sobre el mercado laboral con modelos de pronósticos de habilidades e investigaciones cualitativas podría orientar las políticas educativas y el diseño de los incentivos para la capacitación profesional en las empresas.
Por último, un tercer eje de política deberían ser los esquemas de protección y, más en general, las instituciones que median en las relaciones laborales. Los esquemas
tradicionales deberán flexibilizarse y quizá complementarse con una red de contención universal.
Los lineamientos de política mencionados son ambiciosos, no solo en términos del punto de partida sino también teniendo en cuenta la dificultad estructural de la Argentina para reformar sus políticas e instituciones frente a cambios bruscos de contexto. La ventana de oportunidad de la 4RI se acaba de abrir y aprovecharla no depende de la historia sino de lo que hagan los gobiernos, las empresas y los trabajadores en la próxima década. Esperemos que esta vez sea distinto.

*Investigador principal del programa de Desarrollo Económico de Cippec.