Desde Roma
El prefecto de Roma, Franco Gabrielli, reveló que los servicios de seguridad italianos están en alerta máxima para el próximo miércoles a la mañana, cuando el papa Francisco abrirá la puerta Santa de San Pedro dando así inicio oficial al Jubileo del Año Santo.
“Lo más difícil del 8 de diciembre será el control de la gente que llegue a la plaza San Pedro, entre cuarenta y cincuenta mil personas. Todo debería ser hecho en dos horas”, dijo Gabrielli, que a lo largo de su carrera pública ocupó varios cargos importantes en el campo de la inteligencia.
El prefecto reveló que las medidas de seguridad han sido elevadas técnicamente al máximo nivel de alerta europea, el mismo nivel adoptado en París después de los atentados o en Bruselas los días siguientes.
De todos modos, Gabrielli sostuvo que el Jubileo “no es un problema para la ciudad. “Me molestan quienes dicen que hubiera sido mejor no organizarlo”.
Un mes después. Además de la apertura, otra fecha del Jubileo preocupa a los servicios: el 13 de diciembre. Ese domingo, que cae exactamente un mes después de las masacres de París, en Roma serán abiertas a los fieles las puertas santas de la basílica de San Giovanni in Laterano y de San Paolo fuori le Mura (así como las catedrales de todo el mundo católico).
Para peor, ese día, el canciller de Italia, Paolo Gentiloni, presidirá una cumbre internacional sobre Libia, que reunirá a varios líderes regionales.
“Nuestro objetivo es reunir en una gran conferencia no sólo a los grandes interlocutoras sobre la crisis líbia, sino también a representantes de los principales países de la región”.
Un funcionario de la seguridad del estado italiano, comentó furioso a PERFIL: “Una cumbre internacional sobre Libia en la primera semana del Jubileo y en plena emergencia terrorista es lo único que nos faltaba. En el domingo más difícil tendremos que ocuparnos también de la cumbre sobre Libia”.
Según la prensa italiana, en círculos de inteligencia se dice, en sordina, naturalmente, que el papa Francisco debería haber consultado a la seguridad italiana antes de convocar el Jubileo en tiempos tan turbulentos para Europa.