Cambio radical en España. A partir de hoy, lunes, cualquier persona que haya contraído en forma leve o asintomática el coronavirus no deberá someterse a una prueba ni recluirse, excepto que sea mayor de 60 años, sea una mujer embarazada, sea residente de un centro sociosanitario o padezca alguna patología que pueda hacerlo más grave.
Las personas sanas deben actuar como si se tratara de un catarro o una gripe, según las nuevas normativas. Si los síntomas son leves, vida normal, aunque sea mejor reducir los contactos sociales, en especial con personas vulnerables, y mantener el uso de la mascarilla en todo momento.
¿Y si los empeoran? Consulta médica, claro está. Pero, seré curioso, ¿se puede ir a trabajar? El Ministerio de Sanidad recomienda, de haber síntomas, que se teletrabaje o vaya a trabajar con mascarilla, que sigue siendo obligatoria en interiores. Desde hoy no habrá un indicador de contagios oficial como en los dos últimos años. La idea es vigilar las nuevas variantes, en caso de que existan, de modo de establecer la ocupación hospitalaria y la mayor letalidad.
Otros países, como el Reino Unido y Dinamarca, han abandonado por completo el aislamiento de personas con síntomas leves. Con más del 12 por ciento de la población mayor de 12 años vacunada y una letalidad inferior a la de los primeros brotes, el gobierno de España naturaliza en cierto modo la convivencia con el coronavirus y libera a los sistemas de salud y de atención primaria para atender otras enfermedades.
La Pandemia cumple dos años y el coronavirus aún no desapareció
Entre los técnicos de Sanidad y las comunidades autónomas no hay consenso. Creen que se trata de una medida precipitada y mantienen sus reservas. No se trata de una medida definitiva, sino de una transición que estará en vigor durante un año mientras el Congreso de los Diputados debate el uso de mascarillas en interiores. Prueba y error o viceversa en la nueva normalidad.