Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.
Cuando el Che Guevara, en los años sesenta, intentó producir la revolución marxista en América del Sur desde Bolivia, su opción estratégica era correcta, aunque fracasó tácticamente. Aunque este país es el más pobre de América del Sur, tiene frontera con Chile, Perú, Brasil, Paraguay y Argentina (después de Brasil, es la nación que limita con más países).
Los países con problemática indigenista son los que primero pueden sufrir los efectos de una eventual crisis boliviana.
Entre ambas, tienen dos tercios de la población del país y dominan los cinco departamentos de la región occidental. Perú y Ecuador son los otros dos países de América del Sur con mayoría de la población indígena, la que además coincide con quienes subsisten por debajo de la línea de pobreza.
En cambio, en la región oriental del país, con epicentro en Santa Cruz de la Sierra, donde está un tercio de la población, pero tres cuartas partes del Producto Bruto Interno y Morales es resistido, su eventual triunfo puede incrementar los reclamos de autonomía.
Una crisis en Bolivia puede precipitar sobre Perú –donde el presidente Toledo subsiste desde hace dos años rondando el 10% de popularidad– y Ecuador, cuyo nuevo gobierno es frágil. Estos tres países con mayoría de población indígena (Bolivia, Perú y Ecuador), junto con Colombia, Panamá y Venezuela, son los seis que liberó Bolívar y sobre los cuales Chávez quiere proyectar su influencia, reconstituyendo la unidad “históricogeográfica” que Bolívar dominó entre 1824 y 1827,
Bolivia y Perú mantienen la reivindicación histórica contra el país trasandino por los territorios perdidos en la Guerra del Pacífico (1879-1883), que en el caso boliviano implicó la pérdida de la salida al mar. Pero también puede afectar a Chile al complicar el suministro de gas por parte de Argentina, que a su vez lo importa de Bolivia.
