La firma del mega-tratado de libre comercio del Regional Economic Comprehensive Partnership (RCEP) durante la reciente Cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) en Hanoi, después de 8 años de negociaciones previas y con la participación de 14 países, ha constituido un gran avance de la diplomacia china y tendrá un significativo impacto sobre sus relaciones con los países del Asia-Pacífico. Además, poco después de una complicada transición electoral en los Estados Unidos, pone en cuestión la estrategia del Indo-Pacífico “libre y abierto” y eventualmente democrático, impulsada por Washington para la contención de la proyección e influencia de Beijing a nivel regional.
El RCEP fue promovido inicialmente por China como respuesta al Tratado de Asociación Transpacífico (TPP) motorizado por la administración Obama en el marco del llamado “pivot Asia” de su política exterior. Sin embargo, Donald Trump se retiró del mismo y el TPP11 resultante no contó con la participación de los Estados Unidos. En lugar del énfasis que la administración Obama ponía en la dimensión comercial y financiera para afianzar sus alianzas en el Asia-Pacífico para contener a China, Trump optó por una estrategia centrada en los temas de seguridad en torno al llamado “Quad” del Indo-Pacífico en asociación con Japón, Australia y la India.
Juegos malabares: el Indo-Pacífico
Paradójicamente, de estos tres últimos países, Japón y Australia son firmantes del RCEP y miembros, desde 2018, del Tratado Integral y Progresivo de Asociación Transpacífico (TPP11) del que se autoexcluyó Estados Unidos. Japón, preocupado por la creciente proyección de China, desempeñó un rol prominente en la firma de este tratado de libre comercio, pero también, desde 2007, ha sido un fuerte promotor de la estrategia del Indo-Pacífico. India, que es un miembro del “Quad” y ha participado recientemente con los otros tres países en ejercicios militares marítimos conjuntos, no es miembro del TPP11 y se retiró de las negociaciones del RCEP por sus conflictos con China, pero ha apostado la estrategia Indo-Pacífica.
En este marco, Beijing no solo ha logrado un importante triunfo con la firma del RCEP y con el papel protagónico que ha desempeñado en las recientes Cumbres de Asean y del Foro de Cooperación Económica del Asia Pacífico (APEC), y su disposición a participar en el TPP11, sino que reafirma la importancia del Asia-Pacífico como narrativa regional.
El error de Trump de apostar a la estrategia del Indo-Pacífico basándose prioritariamente en consideraciones de seguridad, abandonando a sus socios de la región en la creación del TPP11, obliga al recientemente electo presidente Jor Biden a repensar su estrategia en el Asia-Pacífico y a retomar, probablemente en forma más integrada, algunos de los elementos que caracterizaron el “pivot Asia” de Obama, incluyendo la posibilidad de replantearse la vinculación de los Estados Unidos con este tratado de libre comercio y la actual modalidad de implementación de la estrategia del Indo-Pacífico.
Pero la nueva coyuntura probablemente afecte asimismo la situación de aquellos países de América Latina cuyas economías se encuentran crecientemente vinculadas con la región del Asia-Pacífico. No solo los países de América del Sur en general sino, en particular, los actuales miembros de la Alianza del Pacífico que como Perú han participado en el TPP11 o como Chile aún debaten su adhesión al mismo, mientras que México, siempre pendiente de su relación con los Estados Unidos, mantiene una vinculación zigzageante con el ámbito asiático y el actual gobierno de Colombia pone nuevamente su foco en Asia Pacífico luego de la derrota de Trump.