No hay palabra más misteriosa y evocadora que abracadabra. Para nosotros se convirtió en algo frívolo, en el estereotipo del mago infantil que la hace rimar con una pata de cabra, pero en ciertas lejanas épocas se creía firmemente en sus poderes sobrenaturales. Es entretenido verla aparecen en diccionarios antiguos, en una época en que los lexicógrafos eran menos rigurosos y se dejaban influir por rumores, leyendas y lugares comunes. Un diccionario español de 1786 dice: «Palabra bárbara y supersticiosa, que ponían por inscripción para arrojar a los demonios y curar las enfermedades». En otro, de fecha tan cercana como 1853, la definición parece convertirse en un pequeño manual de magia negra: «Nombre, según Seldes, de un ídolo sirio, al cual antiguamente se atribuían virtudes mágicas contra la calentura, pronunciándolo y repitiéndolo un número de veces bajo cierta forma o llevándolo escrito alrededor del cuello, ya en una cinta de papel, ya en la misma piel. Algunos hacían en un papel una combinación con las mismas letras, de modo que se repetía treinta y dos veces la misma palabra en distintas direcciones.» Naturalmente, la calentura es la fiebre, síntoma que era muy enigmático antes de que la medicina moderna lo explicara con sus virus y bacterias. La escritura de la palabra bajo determinadas figuras geométricas parece ser importante; por ejemplo, el diccionario actual de la Real Academia Española asegura que la palabra se escribía en once renglones, y en cada uno perdía una letra al final, formando un triángulo mágico. Sobre el origen de abracadabra nada se sabe. Quizás, como dice allí arriba, sea una deidad siria; algunos dicen que es una palabra en arameo, idioma en el que, como se sabe, están escritos algunos libros del Antiguo Testamento. Para otros es palabra árabe, para los de más allá deriva de un talismán griego. Como sea, es palabra enigmática y sugestiva, y con eso ya es suficiente.
(En la imagen: Ron Weasley empuña una varita, listo para pronunciar el encantamiento justo. En Harry Potter and the Order of the Phoenix, de David Yates, 2007.)