El ataque se produjo en medio de las crecientes tensiones regionales e internacionales que se ciernen sobre Irán.
En especial, después de la muerte bajo custodia policial de la joven kurda Mahsa Amini, el 16 de septiembre, arrestada por llevar mal puesto el velo.
El ataque contra la fábrica coincidió con un incendio en una refinería en el noroeste del país y un sismo de magnitud 5,9 que mató a dos personas.
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También hay tensiones con la vecina Azerbaiyán después de que un hombre armado atacara la embajada de ese país en Teherán, donde mató al jefe de seguridad e hirió a dos personas.
Irán e Israel libran desde hace mucho tiempo una guerra encubierta que ha incluido ataques contra instalaciones militares y nucleares iraníes.
El Organismo Internacional de Energía Atómica sospecha que Irán ha efectuado pruebas de detonadores explosivos que podrían ser utilizados en armas atómicas.
En abril de 2021, Irán responsabilizó a Israel de un ataque que dañó centrifugadoras para enriquecer uranio en la instalación nuclear subterránea de Natanz.
Israel no se atribuyó el ataque, pero la prensa israelí informó en forma generalizada que el país había orquestado un devastador ciberataque que causó un apagón en la instalación nuclear.
En 2020, Teherán atribuyó a Israel el atentado en el que fue asesinado el principal científico nuclear de Irán.
