El hombre que padeció un milagro de Mama Antula, Claudio Perusini, señaló que lo primero que se le ocurrió decirle al Papa cuando lo vio fue que lo quería mucho, “nos lo dijimos agarrados de la mano, no me salió otra cosa”, detalló emocionado en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio Amadeus (FM 91.1).
Claudio Perusini se convirtió en el santacruceño más reconocido del país gracias a la sanación que le produjo en el año 2017, tras sufrir un accidente cerebrovascular, el rezo a Mama Antula, que fue santificada este fin de semana por el Papa Francisco, casualmente, por la confirmación de este segundo milagro.
Cuéntenos cómo fue su accidente cerebrovascular y cómo fue la sanación que recibió rezándole a Mama Antula
Fui a ver a mis hijos a Santa Fe en las vacaciones de invierno, y de ahí nos fuimos a Entre Ríos, donde estuvimos en las termas. Recuerdo que me levanté a las 5 de la mañana porque tenía necesidad de ir al baño, algo normal en hombres de mi edad. Me volví a acostar y mi mujer se preocupó porque empecé a respirar con mucho ruido, cuando prendió la luz, me vio con los ojos dados vuelta.
Yo no me di cuenta de nada, pasé por un ACV pero no sufrí absolutamente nada. Le dijeron a mi mujer que me iba a morir, que era un ACV muy fuerte. En el hospital me pusieron en terapia intensiva. En la casa de mi madre estaban mis hermanos, mis cuñadas y mis sobrinos, se habían juntado todos porque yo me moría.
Un día llegó un vecino que fue mi compañero cuando éramos chicos y habló con mi madre afuera, solos, le dijo que fue al hospital y que yo estaba muy grave, que me iba a morir ese mismo día o al siguiente. Mi vecino le pidió por favor a mi mama que lo llamara cuando me muriera, que quería ayudar a vestirme. Mi madre volvió llorando, es muy difícil para una madre que le digan que su hijo se va a morir.
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Al otro día no me había muerto, le dijeron a mi señora que si yo seguía con vida iba a ser una vida vegetativa. El que se enteró ese mismo día, fue Ernesto Giobando, un amigo mío que hizo el secundario conmigo y que hoy en día es obispo. Ernesto vino y estuvo tres horas en terapia intensiva, cuando terminó volvió y habló con mi madre, mi mujer y mis hijos, les dijo que mucha gente estaba rezando a Mama Antula, a partir de eso empezaron a conocer a Mama Antula, y después de unos cuantos días rezándole, mi mujer invito a mis amigos y compañeros a verme al hospital para que se despidan, porque los médicos decían que no había solución.
Mis compañeros entraron a verme y uno notó que al hablarme se me movían los dedos, algo que para los médicos era imposible. La cuestión es que entraron y ciertamente, cuando me hablaba, yo movía los dedos. Fue así que después de más de 20 días, abrí los ojos y empecé a hablar poco, primero decía tres palabras y nada más. No recuerdo nada, había alguien al lado mío que llamaba a los médicos, a las enfermeras, se quejaba y nadie le daba bolilla. Un día me quise levantar y me caí, vinieron las enfermeras, me retaron, me ataron y me volví a dormir. Mucho tiempo después me enteré que el que estaba al lado mío era un enfermo terminal que se murió.
No se trató de un milagro de un día para el otro en el que te arreglan enseguida, el milagro fue a lo largo del tiempo, yo me descompuse, padecí esto hace 6 años y todavía sigo en recuperación. Mi preocupación era poder seguir haciendo las cosas que hacía, como leer y escribir. Le encontré la vuelta, me cuesta mucho escribir con la mano porque después quiero leer y no se lo que puse, pero me valgo de la computadora.

Lo vimos caminar en la ceremonia de santificación de Mama Antula hacia donde estaba el Papa, ¿qué sentía en ese momento cuando encabezaba a aquellos que llevaban los elementos que después le entregaron al Papa?
Es muy difícil, porque el día anterior me dijeron que cuando me encuentre con el Papa tenía 30 segundos para decirle cualquier cosa. Si lo quería insultar podía hacerlo en ese momento, era mi palabra, podía hacer lo que quería. No pude dormir pensando en lo que le podía decir al Papa en 30 segundos. No lo pude resolver esa noche, pero cuando lo vi le dije que lo quiero mucho y él me contestó que también me quería mucho. Nos lo dijimos agarrados de la mano, no me salió otra cosa.
VF FM