OPINIóN
Elecciones 2019

Corbatas y glitter

En Santa Fe, cómo trataron los candidatos a presidentes el tema género, aborto e igualdad y cómo se vivió en La Plata.

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El 33 Encuentro Nacional de Mujeres fue en Trelew. | Cedoc.

Dos fotos. En una, seis señores de traje oscuro y gesto adusto; en otra, 200 mil mujeres ocupando las calles con glitter y alegría.

Miremos esa primera imagen. No hace falta usar lentes violetas para ver lo que a esta altura es obvio: todos los candidatos a presidente son varones. No habrá presidenta.

El debate -en el que no se debatió- tuvo escenario y estética masculinos, paraninfo, atriles, corbatas (a excepción de Nicolás del Caño, que además usó un pañuelo verde en su muñeca). Y un estricto sistema de control que garantizara un espectáculo aburrido pero sin sorpresas. Un ¨como si¨ a medida de una democracia que hace rato reclama espacios de construcción de consensos.

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Consenso reclamaron casi todos los candidatos, pasando por alto que para construirlo es necesario escuchar y decir. El poder de la conversación, que anoche estuvo sujeto al cronómetro.

En la otra imagen (difícil de encontrar en las tapas de los diarios) la marcha más multitudinaria de la historia del feminismo en la Argentina ocupó las calles de La Plata. Una marea verde, violeta, naranja, desordenada, diversa, contradictoria, que acaba de dar un paso más en su trayectoria protagonizando un Encuentro de Mujeres ejemplar en todas sus dimensiones, aún con la adversidad climática.

Y no fue sólo brillantina y canciones, en más de cien talleres las mujeres sí debatieron, escucharon y dijeron. ¿Se imaginan que 200 mil mujeres ocupen aulas universitarias, clubes, centros culturales, sentadas en el piso o donde se pudiera, tomando mate o tereré, para pensar, analizar y aprender? Eso pasó en este Encuentro, aunque los editores sigan prefiriendo las fotos de las pibas en tetas (ay ay ay).

Los temas más urgentes estuvieron en el centro, por supuesto. Aborto legal, basta de femicidios, políticas públicas y presupuesto. Pero también muchos otros vinculados al trabajo, la salud y educación, la problemática de la trata, la brecha salarial, la política, la cultura, el arte y el amor.

¿Esa agenda que se construye de manera colectiva puede saltar de la calle a los espacios de poder? Deuda pendiente en un país con un femicidio cada 27 horas y en el que 7 de cada 10 pobres son mujeres.

Esos seis señores de la primera foto tuvieron ayer la oportunidad, en un debate que incluyó la cuestión de género en un bloque. Las posiciones de Espert y Gómez Centurión no requieren análisis, quizás tampoco las del candidato de la izquierda, porque su posicionamiento ideológico es claro.

A Lavagna se lo vio esquivo, en un tema que por su formación y pertenencia generacional parece no comprender.

El presidente Macri, que pasó de adjudicarse la promoción del tratamiento de la legalización del aborto a vociferar por la defensa de las dos vidas en su caravana electoral, prefirió ignorarlo.

Alberto Fernández, en traje de presidente, se comprometió a terminar con la “hipocresía” del aborto ilegal, habló de desigualdad y feminización de la pobreza, y puso en valor al movimiento feminista. También deslizó algunas políticas públicas que piensa implementar en su gobierno. No es poco.

Avanzar hacia la igualdad es una verdadera revolución cultural. Y ya sabemos, las revoluciones se gestan en las calles y con dolor, pero son verdaderamente transformadoras cuando construyen poder y felicidad.