75 años después de que seis millones de judíos fueron asesinados, no hay ninguna duda que la Shoá llevó al paroxismo la violencia del hombre contra el hombre. Nunca antes y nunca después se montó una maquinaria tan feroz para industrializar el asesinato de millones de personas.
Tener bien en claro la dimensión de la Shoá, nos permite advertir la existencia de otras tragedias que los seres humanos cometieron y sufrieron en el siglo XX y que tristemente continúan en el XXI. Somos conscientes que las guerras, los crímenes de lesa humanidad, las dictaduras militares sangrientas, el terrorismo internacional, han marcado a sociedades enteras.
Por eso, desde la DAIA no dudamos en condenar todas las manifestaciones del fundamentalismo religioso, la incitación al odio, el acoso o violencia contra personas o comunidades basadas en el origen étnico o las creencias religiosas. Tampoco toleramos la reproducción de relaciones de poder abusivas.
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Hoy, en esta fecha, nuestra responsabilidad y nuestra obligación es recordar que la Shoá fue el producto de determinado tipo de vínculos, condensándose en la planificación al servicio del monopolio de la fuerza de un Estado, de casi la eliminación de todo un pueblo, atentando, a la vez, contra la civilización.
Racismo. Lamentablemente hoy, el racismo, el antisemitismo y la xenofobia siguen presentes en muchos lugares del mundo. Debemos estar alertas e identificar a quienes difunden palabras de odio que, no olvidemos, siempre fueron preludio de grandes horrores.
Es imprescindible concientizar acerca de la importancia de mantener y transmitir un legado que nos permita afrontar los desafíos actuales en materia de derechos humanos, sosteniendo siempre los valores de la verdad y la justicia.
Es el legado que nos dejaron aquellos hombres y mujeres que en el Gueto de Varsovia, resistieron los incesantes intentos de los nazis de doblegar su condición humana antes de ser deportados a los campos de exterminio. Aquellos judíos se convirtieron en ejemplos para la humanidad aún sin quererlo porque resistieron el mal absoluto. Algunos porque nunca dejaron de aferrarse a la fe, y a preservar la cultura y la tradición judía. Otros a través de la resistencia armada.
No tendremos un mundo mejor si no aprendemos de la historia. Este presente nos enfrenta a complejos desafíos. Por ello, nuestro rol se resignifica y ponemos a disposición todas nuestras herramientas y creatividad. Educando, informando.
Siempre tengo muy presente lo que el entonces General estadounidense Dwight Eisenhower dijo cuando llegó al campo de concentración de Buchenwald horas después de ser liberado. Frente a las pilas de cadáveres él ya presagiaba que la Shoá podría ser negada alguna vez: “He visitado cada rincón del campo porque es mi obligación poder testificar de primera mano sobre estos acontecimientos por si surge algún día la creencia de que las historias de la brutalidad nazi son sólo propaganda”.
Por eso es clave seguir trabajando contra el antisemitismo y contra todo aquel que se atreva a negar que 6 millones de judíos fueron asesinadas por la más cruel maquinaria que se haya montado en la historia.
Hoy, martes 21 de abril, día en que recordamos y rendimos homenaje en la Argentina, a las víctimas del régimen nazi y a aquellos hombres y mujeres que se levantaron en el Gueto de Varsovia, desde la DAIA no podemos convocarlos para estar juntos físicamente como lo venimos haciendo año tras año. Pero como nada puede detener el ejercicio de la memoria, los invito a compartir el envío que difundiremos hoy a las 18.30 a través de las redes sociales de la DAIA y del Museo del Holocausto con motivo de Iom Hashoá (En Facebook ; O youtube: Twitter)
*Presidente de la DAIA